Así reacciona tu organismo a los 40 °C, estos son los riesgos invisibles del calor extremo

Cuando las temperaturas superan los 40 °C, no solo sudas más: tu corazón, tus riñones y hasta tu cerebro entran en modo de emergencia sin que lo notes.

El calor extremo representa una auténtica amenaza para el organismo

Cada verano parece batir un nuevo récord de calor, y el de 2025 no está siendo la excepción. Los termómetros en España y en buena parte del mundo han empezado a coquetear con cifras impensables hace unas décadas.

Pero más allá de la incomodidad, el sudor o el sofoco, el calor extremo representa una auténtica amenaza para nuestro organismo. Y lo más inquietante es que muchos de sus efectos pueden estar actuando en silencio, sin que apenas te des cuenta.

La maquinaria del cuerpo en alerta máxima

Nuestro cuerpo posee un sistema de autorregulación llamado homeostasis, cuyo objetivo es mantener constante la temperatura interna, normalmente entre 36,5 y 37 °C. Sin embargo, cuando el termómetro sube a 40 °C o más, todo el equilibrio se tambalea.

Para defenderse, el organismo activa sus mecanismos de termorregulación. Primero, abre los vasos sanguíneos de la piel en un proceso llamado vasodilatación, para expulsar calor al ambiente. Por eso, la piel se enrojece y nos sentimos acalorados.

Después, llega el sudor. La evaporación del sudor es nuestro aire acondicionado biológico. Pero sudar tiene su precio: perdemos agua y sales esenciales, lo que puede desatar complicaciones más serias.

El corazón se sobrecarga con el calor

Mientras la sangre se dirige a la piel para refrescar el cuerpo, los órganos internos reciben menos flujo sanguíneo. Esto obliga al corazón a latir más rápido y con más fuerza. Para una persona sana puede ser solo un esfuerzo incómodo. Para alguien con problemas cardíacos, este estrés adicional puede ser la chispa que desencadene un infarto, angina o incluso un colapso cardiovascular.

Mujer refrescándose
El calor obliga al corazón a latir más rápido y con más fuerza

No es casualidad que las enfermedades cardiovasculares sean la principal causa de muerte durante las olas de calor, especialmente en zonas densamente pobladas donde muchas personas padecen afecciones crónicas.

Sudor y deshidratación: una combinación peligrosa

Sudar es imprescindible para no sobrecalentarnos, pero nos roba litros de agua y electrolitos. Si no reponemos líquidos de manera constante, la sangre se espesa, baja el volumen circulante y disminuye la presión arterial. Esto puede dañar órganos vitales como los riñones, provocando incluso insuficiencia renal aguda.

Por eso, aunque no tengas sed, debes beber agua con frecuencia. Ni las bebidas alcohólicas ni las muy azucaradas son recomendables cuando el cuerpo está al límite por el calor.

Golpe de calor: el límite que no debemos cruzar

Si el calor externo es tan intenso que el cuerpo no logra compensar, puede sobrevenir el temido golpe de calor. En esta situación, la temperatura corporal se eleva de manera descontrolada. Aparecen síntomas como mareos, confusión, convulsiones o pérdida de conocimiento. Es una emergencia médica grave, con riesgo de lesiones en el cerebro, corazón, riñones, intestinos, hígado y pulmones.

Golpe de calor
Con el golpe de calor la temperatura corporal se eleva de manera descontrolada

Además, el exceso de calor obliga a hiperventilar, lo que suma estrés a los pulmones y puede agravar problemas respiratorios, sobre todo en ambientes donde la contaminación se dispara en verano.

Calor e inmunidad: una relación complicada

El calor extremo también altera el funcionamiento del sistema inmunitario. Al subir la temperatura ambiental, nuestro organismo produce unas proteínas llamadas “proteínas del golpe de calor” (Heat Shock Proteins o HSPs). Estas actúan como señales de alarma para proteger otras proteínas más sensibles, pero también provocan inflamación, alertando al sistema inmunitario de un “peligro” que en realidad no existe.

El resultado es que el sistema inmune se comporta como si hubiera una infección real. En el intestino, el calor puede aumentar la permeabilidad de la mucosa intestinal, permitiendo que fragmentos bacterianos pasen a la sangre. Esto dispara una respuesta inmune que, en casos graves, se asemeja a la sepsis, con inflamación sistémica y riesgo para la vida.

Para mantenerte a salvo, lo principal es evitar la exposición prolongada al calor extremo. Limita la actividad física intensa durante las horas centrales del día, busca espacios frescos, viste ropa ligera y, sobre todo, mantente bien hidratado.