¿A quién le pertenecen los tesoros de los barcos hundidos? La batalla por los pecios de los naufragios históricos
Naves hundidas hace siglos hoy se consideran cápsulas del tiempo. La ciencia busca preservarlas como patrimonio común, mientras los tribunales definen quién puede reclamar sus tesoros.

A lo largo de los siglos, mares, océanos y ríos fueron escenario de rutas comerciales, guerras, exploraciones y tormentas que terminaron hundiendo miles de barcos en sus profundidades.
Estas embarcaciones transportaban no solo mercancías y armas, sino también auténticas fortunas en metales preciosos, joyas y objetos de alto valor histórico.

El debate sobre quién es el legítimo propietario de estos tesoros está hoy más vivo que nunca, y casos recientes como el de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes han marcado precedentes legales internacionales.
El caso que cambió las reglas
Hundida en 1804 frente a la costa portuguesa del Algarve, la Mercedes transportaba un importante cargamento de monedas de plata, lingotes y objetos personales cuando fue atacada en la batalla del cabo de Santa María.
Dos siglos después, una empresa cazatesoros recuperó gran parte del botín y lo trasladó a Estados Unidos. Lo que siguió fue una batalla judicial que terminó en 2012 con un fallo a favor del Estado español: todo el cargamento debía ser devuelto y preservado como patrimonio cultural. Hoy, estas piezas se exhiben en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA) de Cartagena, España.

El veredicto sentó una base jurídica: los barcos hundidos y sus bienes, cuando son parte de la historia y cultura de un país, pertenecen al Estado del que proceden, independientemente de quién los encuentre.
Más que oro y plata
La arqueología subacuática no solo busca metales preciosos. Cada pecio funciona como una cápsula del tiempo que conserva un instante congelado de la historia: herramientas, objetos personales, provisiones y restos de la vida cotidiana de marineros y pasajeros. En este sentido, el valor histórico y cultural suele superar al económico.
Ejemplos como el galeón San Giacomo di Galizia, hundido hace más de 400 años en las rías gallegas, muestran que, incluso sin cargamentos valiosos a bordo, una embarcación puede ser un hallazgo excepcional.
Descubierto en 2011, este buque de guerra del siglo XVI es el mejor conservado de su época en el mundo y ha servido como laboratorio para desarrollar nuevas técnicas de investigación, como la fotogrametría y la reconstrucción 3D.
Un patrimonio inmenso bajo el agua
Se considera patrimonio cultural subacuático a todo vestigio humano con más de 100 años de antigüedad que haya permanecido bajo el agua de forma continua o periódica. Esto incluye desde naves comerciales y militares hasta ciudades sumergidas y restos portuarios.
En algunos casos, los hallazgos son fortuitos, fruto de prospecciones privadas o de campañas científicas en busca de otros objetivos. Así ocurrió en 2013 en República Dominicana, cuando se reportó el hallazgo del galeón Nuestra Señora de Guadalupe, hundido en 1545.
Un hito para la arqueología.
— César Dorado (@CDorado75) December 27, 2024
Así califican los investigadores la reciente extracción del pecio fenicio conocido como "Mazarrón II", hundido en la costa de éste municipio murciano hace unos 2600 años. Estamos ante el barco antiguo más completo hallado en el Mediterráneo pic.twitter.com/G9zrhObvGy
Aunque las historias de cazatesoros alimentan la imaginación popular, la tendencia legal y científica actual es proteger estos yacimientos y estudiarlos con el mismo rigor que un sitio arqueológico en tierra firme. Las leyes nacionales e internacionales han evolucionado para impedir el expolio y garantizar que los hallazgos se conserven en museos o instituciones públicas.
El valor real de un pecio radica en su contexto. Retirar un objeto sin documentar su ubicación, disposición y relación con el resto del sitio arqueológico significa perder información irrecuperable sobre la vida a bordo, las causas del naufragio y el comercio de la época.
La tecnología ha transformado la arqueología subacuática. Vehículos operados a distancia (ROV), escáneres de alta resolución y técnicas de mapeo digital permiten explorar a grandes profundidades y documentar hallazgos sin necesidad de extraerlos de inmediato. Esto abre la puerta a un enfoque más sostenible y respetuoso con el patrimonio.
Casos como el de la Mercedes muestran que la historia bajo el mar no pertenece al primero que la encuentre, sino a todos. Preservarla significa proteger una parte de nuestra memoria colectiva y garantizar que las generaciones futuras puedan seguir descubriendo, en esos restos sumergidos, las huellas de su pasado.