Fenómenos meteorológicos adversos en los años 50, Parte II

Los temporales de nuestros mayores en Canarias. Manuel Ángel Pérez Cabello nos trae un resumen de ellos en las Islas Afortunadas

Fenómenos Meteorológicos Adversos En Los Años 50, Parte Ii

Nota de la RAM. Este trabajo se ha dividido en varias partes por su extensión.

Viene de Parte I https://www.tiempo.com/ram/439921/fenomenos-meteorologicos-adversos-en-los-anos-50-parte-i/

EPISODIO TROPICAL DEL 22 DE OCTUBRE DE 1955

FURIOSA ONDA DEL ESTE

No se observa penetración de masa polar. Sí se divisa la generación de sistemas convectivos entre la costa canaria y África, una serie de sistemas ocluidos que, desde la costa occidental de Mauritania y Sahara Occidental, se desplazan hacia el norte y este, invadiendo las islas. Podría ser lo que Font (1956) y Huetz (1969) denominó «Depresión Sudano-Sahariana» o, más probablemente, una vaguada tropical que los meteorólogos denominan onda del este. Las lluvias afectaron a los ambientes de costa y medianías altas del este y nordeste, con intensidades que llegaron a superar los 200 mm/24h en algunos sectores, sectores que corresponden a los habituales, cuando estas raras perturbaciones tropicales alcanzan el archipiélago. El factor clave parece estar en el norte de África, dominada por las bajas presiones y en el mapa de temperatura en 850hpa, se nos muestra una ondulación de la masa más cálida que hay sobre el Sahara, avanzando sobre al archipiélago con la disposición típica de las ondas del este y alcanzando las islas en plenitud el día 22, para comenzar a retirarse el día 23. Durante todo ese período las altas presiones atlánticas aparecen muy débiles y desplazadas de su posición habitual.

Y fue en el este y sureste de Gran Canaria, dónde más furia adquirió el temporal. Las crónicas de prensa son muy significativas: “estuvo lloviendo durante unos tres días en toda la fachada oriental de GC, con vientos "del sur y de levante", con derrumbes considerables e inundaciones dramáticas (los niños subidos a las parras para escapar del agua). La lluvia vino acompañada de "un pavoroso cielo repleto de rayos y truenos.” Un dato: el día 22 de octubre el pluviómetro del servicio hidráulico insular midió 420 mm en 24 en la Villa de Santa Lucía de Tirajana, uno de los registros más altos en nuestra meteorología. Cinco meses después, el municipio grancanario volverá a sufrir otro acontecimiento severo, que más adelante comentaremos.

También, para los anales de la historia quedan los 321 mm de precipitación diaria en Izaña el día 22.

A diferencia de otros temporales, en éste se distinguen tres núcleos de máximas lluvias con volúmenes superiores a los 450 mm en las medianías del norte (Valleseco, 476,5 mm), en las del noreste (Cueva Grande, 453,1 mm) y en las del sureste (altos de Tenteniguada, 457,9 mm). Dicho temporal se saldó con cuantiosos daños en el sector agrícola (10 millones de pesetas) en el norte y con numerosos daños en carreteras y viviendas. (Análisis espacial de los temporales en Gran Canaria en los años 50, Pablo Mayer Suárez, Lidia Romero Martín y Luis Hernández Calvento)

Esto nos da una idea de la “furia” de las ondas del este. Así, el 23 de octubre fallece una mujer al intentar cruzar la carretera general del sur, en el kilómetro 34 (donde cruza el Barranco de Balos), al ser arrastrada por una repentina avenida de agua. Su cadáver, apareció en la desembocadura de este barranco en Arinaga. El día 24, se derrumbó una cueva en la Ladera Alta de San Juan en la capital insular, sepultando a un anciano.

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15, 16 y 17 DE FEBRERO DE 1956
EL ALUVIÓN DE ROSIANA

Aquellos días, una severa ola de fría siberiana atenazaba Europa. En España se catalogó 1956, como el año más frío del siglo. Del día 2 de febrero data la temperatura más baja medida en España (-32ºC) que fue registraba durante esa ola de frío en el Lago Estany-Gento (Lérida).

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A principio de mes, el temporal marítimo había causado cuantiosos daños en los muelles de Arrecife de Lanzarote y en las embarcaciones. El día 15, se generan lluvias que registran 52 litros por metro cuadrado en Arrecife durante la noche y 26 en Gando (Gran Canaria). Mientras, en la capital grancanaria luce el sol. En Agüimes llovió durante 35 horas, quedando la localidad del sureste de Gran Canaria, incomunicada por los corrimientos. Desde hacía tres días los vecinos del Valle de Tirajana notaban ruidos y deslizamiento del terreno.

Las viviendas se iban resquebrajando y el fuerte viento arranca los frágiles tejados. Los vecinos se resistían a abandonar sus casas y sus terrenos, hasta el punto de que las autoridades se vieron obligadas a hacerles desalojar sus viviendas, que amenazaban con desplomarse. En medio de una gran incertidumbre, comenzó la evacuación de las primeras casas damnificadas, una de las cuales era de reciente construcción y en ella se había instalado un comercio de ultramarinos y un garaje, que se derrumbó poco después como si fueran de arena. Seguidamente, fueron desalojadas otras viviendas, hasta treinta y tres casas, habitadas por doscientas personas, aproximadamente.

Las familias damnificadas fueron trasladadas a Santa Lucía y alojadas en casas particulares. El barrio de Morisco fue el primero en el que se registraron estos corrimientos, a causa de los cuales han quedado destruidas la casi totalidad de sus casas. El viento, en algunos instantes tuvo caracteres de huracán y, a su paso, destrozó numerosos árboles. En aquello comarca llovió fuerte y moderadamente durante once días.

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El acontecimiento del Barranco de Tirajana fue lo más grave de aquel episodio. El deslizamiento de Rosiana de 1956, como lo conocemos, afectó a toda la ladera situada entre El Morisco y el Barranco de Tirajana, llevándose consigo numerosas construcciones y un tramo de carretera. Un total de 3x106 m3 de materiales se movilizaron durante 10 días, afectando a una superficie de unos 330.000 m2 y provocando el desalojo de 250 vecinos (Características de los movimientos de ladera, Corominas Dulcet. Boletín Geológico y Minero. Vol. 108-6 Año 1997). Fenómeno geológico, pero también meteorológico. Se totalizaron lluvias entre los 281,3 mm en Santa Lucía y 428,1 mm en Taidía, solo el día 16 de enero (Un siglo de temporales en la prensa grancanaria, Mayer Suárez, Pedro, 1999).

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Pero aquella profunda depresión en superficie que se había situado al oeste de las islas y provocó un violento temporal del suroeste, afectó a otros puntos del archipiélago.

El fuerte viento, que a veces llegó a adquirir carácter huracanado, causó numerosos estragos en la agricultura. Los puertos de La Palma, La Gomera y El Hierro permanecieron cerrados al tráfico marítimo.

El vendaval, acompañado de lluvia torrencial, causó importantes daños en los platanares de San Andrés y Sauces. El aire tiró al suelo a varias personas que pasaban por las calles resultando heridas. Los postes telefónicos y telegráficos fueron arrancados de cuajo por el viento en la isla bonita

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San Pedro (Breña alta, febrero 1956)

16 DE ENERO DE 1957
RIADA DEL ESTE DE LA PALMA

El 16 de enero de 1957, ocurrió la mayor catástrofe natural del siglo en Canarias. En cuanto a víctimas, dejó en un segundo plano a los importantes daños causados por los vientos huracanados de 1956 y la erupción de San Juan de 1949, probablemente una de las causas de las fuertes escorrentías. Un robusto frente frío, que recorrió el archipiélago de noroeste a sureste, descargó una fuerte tromba de agua sobre la Cumbre Vieja durante varias horas, origen del tremendo aluvión de agua, barro, piedras y troncos que discurrió en la madrugada de aquel día por los barrancos desbordados de Amargavinos, Aduares y Aguasencio, en el este de la isla de La Palma. Se contabilizan veintiocho víctimas mortales.

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Los modelos de aquellos días nos muestran un frente frío muy activo cruzando el archipiélago, asociado a un centro de bajas presiones en superficie, en la zona del estrecho de Gibraltar. En capas altas teníamos un embolsamiento frío relativo. Este trágico episodio, ha puesto de manifiesto el poder y la influencia del relieve. Las áreas montañosas actúan como núcleos orográficos que favorecen el efecto de disparo vertical y los procesos termoconvectivos generadores de lluvias torrenciales. Ese núcleo orográfico fue Cumbre Vieja y las zonas de medianías arrasadas, pobladas y en suelo volcánico reciente el este de La Palma (erupción del Nambroque año 1949)

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Las corrientes de agua se encauzaban por los barrancos de Aduares, Amargavinos y Aguasencio, pero llegó un momento en el que sus cauces resultaron insuficientes y, cuando el caudal se desbordó, encontró su camino favorecido por la pendiente. Los pluviómetros marcaron aquel día los datos más elevados en San Andrés y Sauces, 400 mm en dos días, que los de la zona: 243 mm se midieron en 24 horas en Santa Cruz de La Palma.

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La Vanguardia

Es la cara nefasta de la meteorología. El hombre canario siempre pendiente de los acontecimientos meteorológicos se encuentra con la desdicha en la puerta de aquellas precarias viviendas. Primero el volcán y 8 años después el diluvio. Quizá la fuerte erosión ocasionada por los piroclastos de la erupción, alguna relación tuvo. ”Isla mártir”, “agua y fuego”, fueron significativos titulares de la prensa nacional aquellos días. El temporal se cebó, especialmente, con el barrio de Los Llanitos, cuyo puente quedó taponado por piedras y troncos, causando la destrucción de esta localidad. “Era un huracán; los árboles volaban y el barranco se llevaba a la gente”, relataron algunos supervivientes. De los 28 fallecidos, según las cifras oficiales (aunque algunas fuentes elevaron el número a 32), la mayoría residía en el municipio de Breña Alta. Hasta veintidós vecinos fueron arrastrados barranco abajo. Algunos fueron sorprendidos cuando regresaban a sus casas para salvar in extremis sus pertenencias más valiosas. Las víctimas restantes eran naturales de Breña Baja y Mazo. Además, los municipios de Fuencaliente, El Paso y Los Llanos de Aridane también sufrieron el zarpazo del temporal. En la crónica del periódico Diario de Avisos, publicada dos días después de la tragedia y firmada por Domingo Acosta Pérez, se informaba de la muerte de cinco personas y la desaparición de 23.

Continua en Parte III y final: https://www.tiempo.com/ram/440511/fenomenos-meteorologicos-adversos-en-los-anos-50-parte-iii-y-final/

Esta entrada se publicó en Reportajes en 25 Jun 2018 por Francisco Martín León