Nueva teoría sobre las nubes de “El Grito” de Munch

¿Qué representa el ondulante cielo rojizo de este famoso cuadro? Una  nueva teoría ha aparecido

Nueva Teoría Sobre Las Nubes De “el Grito” De Munch
“El Grito” de Evdard Munch (1893) © Galería Nacional de Oslo

En el famoso cuadro del pintor noruego Edvard Munch (1863-1944), una figura humana grita en mitad de una senda con una barandilla bajo un ondulante cielo rojizo sobre el fiordo de Oslo. Toda la escena transmite una sensación de angustia y desesperación. Pero ese cielo amenazante no era una elaboración simbólica, sino que el artista habría reflejado las nubes nacaradas o madreperla, que aparecen a veces en la estratosfera en latitudes septentrionales durante el invierno, a unos 20 o 30 kilómetros de la superficie terrestre.

Los expertos argumentan, tras haber revisado los diarios de Munch (1863-1944) y los fenómenos meteorológicos en esa época en Christiania (el nombre hasta 1925 de la actual Oslo), que es “altamente probable” que el artista se inspirase en este fenómeno para pintar su cuadro. Al igual que en el cielo de “El grito”, estas nubes tienen una estructura ondulante de un intenso color rojo y dorado, y fueron por primera vez descritas pocos años antes de que Munch terminase su primera versión -y la más famosa- del cuadro en 1893.

A diferencia de las nubes convencionales, las nacaradas aparecen en la estratosfera, donde hay unas condiciones físicas que les dan su intenso color rojo y dorado antes del anochecer o al amanecer.

Helene Muri, de la Universidad de Oslo, encargada de presentar el estudio en Viena (publicado en el número de mayo de 2017 de la revista “Weather”), recordó en una rueda de prensa que el propio Munch describió en una entrada de su diario un cielo que le produjo una gran impresión. “Estaba caminando por el sendero con dos amigos -el sol se estaba poniendo- y sentí un soplo de melancolía", escribió Munch el 22 de enero de 1892. "De repente, el cielo se volvió rojo sangre; me detuve y me apoyé en la barandilla mortalmente cansado. Sobre el fiordo azul oscuro y la ciudad pendían unas nubes llameantes como la sangre. Mis amigos siguieron caminando, y yo me quedé allí temblando de ansiedad y sentí un grito grande, infinito, a través de la naturaleza”, escribió el artista.

El fenómeno de las nubes nacaradas se produce de forma muy irregular y espaciada, la última vez en Oslo fue poco antes de la Navidad de 2014, lo que inspiró a los científicos para emprender este estudio.

Nueva Teoría Sobre Las Nubes De “el Grito” De Munch
Nubes madreperla vistas en Lørenskog, al este de Oslo, el 22 de diciembre de 2014 hacia el oeste-suroeste, media hora después de la puesta de sol. Fuente: Svein M. Fikke.

“He vivido en Oslo 25 años y solo lo he visto una vez”, explicó Muri, aunque está documentado que este fenómeno se registró en la capital noruega en varios momentos entre 1870 y finales de ese siglo. “Creemos que hay un aspecto realista en el cuadro, más allá de interpretaciones psicológicas”. Muri recuerda que recuerda que en esa zona de Oslo había en esa época una institución psiquiátrica y que el nombre de “El Grito” grito pudo inspirarse en los lamentos de los internos.

Hasta ahora la explicación científica para el cielo rojizo de la obra era la de unos investigadores estadounidenses, que sostuvieron que la erupción del volcán Krakatoa (Indonesia) en 1883 era la causa de que las nubes de ese cuadro se tiñesen de rojo. A juicio de la investigadora noruega, esa teoría es poco plausible porque las partículas de las erupciones, que daban ese color a los atardeceres, se desvanecen después de un par de años.

Por otra parte, el tipo de nubes que se generan por las erupciones son “más lineales y homogéneas”, lo que contrasta con las ondulantes que aparecen en “El grito”. Y por último, la visión que anotó Munch en 1892 y que pudo inspirar su cuadro fue una “experiencia única”, lo que también encaja con la aparición imprevista y espaciada de las 'nubes nacaradas'. “Los atardeceres coloreados por el polvo volcánico en la estratosfera suelen ser comunes durante un par de años tras una erupción, mientras que la pavorosa visión de Munch descrita en su diario fue una experiencia única”, resumió Muri. La científica noruega aseguró que la visión del fenómeno en 2014, unido a que no encontraban convincente la explicación de la erupción del Krakatoa les motivó a investigar esta nueva teoría.

Los científicos concluyen en su estudio que estas nubes nacaradas, “cuando aparecen después de la puesta del sol, se acentúa su efecto psicológico por el hecho de que la mente humana en ese momento está esperando la oscuridad (…) En su lugar aparecen en el cielo luces ondulantes de colores o en forma de cascada, algo que ningún otro fenómeno atmosférico puede mostrar”, exponen para explicar la gran impresión que generó en Munch.

Madri+d

Esta entrada se publicó en Reportajes en 09 May 2017 por Francisco Martín León