Tareas del huerto en agosto: riegos estratégicos, recolección y siembras de final de verano

Agosto es un mes clave en el huerto: exige riegos inteligentes, nos proporciona grandes cosechas y la planificación de nuevas siembras que marcarán el éxito del huerto en otoño.

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El huerto de verano, muy exigente a la vez que reconfortante

El mes de agosto es uno de los más exigentes para quienes cuidan un huerto. Las altas temperaturas, la escasez de lluvias y la intensa actividad de recolección convierten este periodo del año en un momento clave para garantizar el éxito de la cosecha actual y preparar el terreno para la temporada de otoño.

De toda la actividad que requiere un huerto, ya sea a nivel profesional o aficionado, durante los meses críticos del verano podemos destacar tres tareas esenciales que van a determinar el éxito o fracaso hortícola, y estas tareas son: los riegos estratégicos, la recolección y las siembras de final de verano.

Riegos estratégicos: eficiencia y sostenibilidad

En agosto, el calor aprieta y el agua se convierte en un recurso aún más valioso. Por eso, el riego debe realizarse con inteligencia para optimizar su uso y evitar el estrés hídrico en las plantas.

El primer paso es regar a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando la evaporación es menor y las plantas aprovechan mejor la humedad.

Como recomendación de experto, siempre se aconseja regar a primera hora de la mañana, cuando el suelo se encuentra a menor temperatura.

Es recomendable emplear sistemas de riego por goteo o exudación, que permiten suministrar agua directamente en la zona radicular, evitando el despilfarro. Además, el acolchado o mulching con paja, hojas secas o restos vegetales ayuda a conservar la humedad del suelo, reducir la temperatura y limitar el crecimiento de malas hierbas.

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El riego por goteo supone una optimización adecuada del agua

También es fundamental observar el estado de las plantas. Las hojas lacias, el color amarillento o el crecimiento detenido pueden ser señales de que necesitan más agua, pero conviene no excederse: un riego excesivo puede favorecer la aparición de hongos y pudriciones.

Recolección: el premio del verano

Agosto es el mes de la abundancia en el huerto. Es tiempo de recoger los frutos de las hortalizas de verano como tomates, pimientos, berenjenas, calabacines, pepinos, melones o sandías.

La recolección debe hacerse de forma regular para estimular la producción continua y evitar que los frutos sobremaduros agoten la planta.

Es aconsejable revisar a diario el estado de los cultivos y recolectar en el momento óptimo de maduración. Los tomates, por ejemplo, deben cortarse cuando alcanzan su color característico y están algo firmes al tacto. Los calabacines y pepinos es mejor recogerlos jóvenes, ya que si crecen demasiado pierden calidad y ralentizan la producción de nuevos frutos.

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La recolección del tomate debe de realizarse en su momento óptimo de maduración para preservar todo el sabor y aroma

Aprovechar esta época para conservar el excedente mediante técnicas como la congelación, el secado o la elaboración de conservas caseras. Así podrás disfrutar del sabor de tu huerto durante los meses más fríos y evitar al mismo tiempo el desperdicio.

Siembras de final de verano: planificar el otoño

Aunque muchas plantas están en plena producción, agosto también es un buen momento para empezar a pensar en el huerto de otoño. Las siembras de final de verano permiten una transición fluida entre estaciones, y aseguran que el huerto siga activo y productivo en los meses siguientes.

Entre las especies que se pueden sembrar a finales de agosto destacan las espinacas, acelgas, lechugas, escarolas, rúcula, rabanitos y algunas variedades de coles como el brócoli o la coliflor. También es posible sembrar zanahorias o remolachas si el clima lo permite.

Para estas siembras, es importante preparar bien el terreno, enriquecerlo con compost o abono orgánico y asegurarse de mantener una humedad constante durante la germinación. Si el calor aún es muy intenso, puedes recurrir a semilleros protegidos o sombrear las plántulas con mallas de sombreo hasta que estén bien asentadas.