Cuidados del césped en verano: trucos de experto para mantenerlo verde y sano incluso con calor extremo

Que el calor extremo no sea una excusa para mantener tu jardín impoluto. Hoy te explicamos cómo proteger tu césped en esta época y conservarlo denso, fresco y verde durante todo el verano.

Césped
Un césped bien cuidado durante el verano ayuda a reducir la temperatura ambiente alrededor de la vivienda hasta 3 °C, creando un microclima más agradable y sostenible.

España se enfrente a una ola de calor especialmente extensa desde principios de mes, y además de los problemas que supone para las personas, que deben hidratarse el doble, otros perjudicados son las plantas en general, y el césped en especial. Bajo estas condiciones, mantener el césped verde y saludable no es tarea fácil, pero con una planificación adecuada es totalmente posible.

Consejos prácticos para el césped de tu jardín

El césped, como cualquier otro ser vivo, sufre estrés cuando el calor se combina con la sequedad del suelo. Aparecen zonas amarillas, se ralentiza el crecimiento y las raíces pueden debilitarse. Por eso, es fundamental aplicar una serie de cuidados específicos adaptados a este periodo.

Sin duda alguna, el riego es el factor más importante en verano. Para evitar la rápida evaporación, riega siempre al amanecer, entre las 6:00 horas y las 8:00 horas, o al anochecer, cuando la temperatura baja y el césped puede absorber mejor la humedad.

Se recomienda aplicar entre 20 y 25 litros de agua por metro cuadrado dos o tres veces por semana, dependiendo del tipo de césped y del clima local. Es preferible regar en profundidad menos veces que hacerlo todos los días de forma superficial, lo que solo favorece raíces débiles.

Un césped más largo resiste mejor el calor y conserva la humedad

En verano, es recomendable subir la altura de corte del cortacésped entre 6 y 8 centímetros, aunque dependerá también del tipo de hierba que tengas.

Un césped más alto sombrea sus propias raíces, mantiene mejor la humedad y reduce la temperatura del suelo.

Además, si los restos de siega son finos, es aconsejable dejarlos sobre el césped en forma de "mulching", ya que actúan como una cobertura protectora frente al sol. Esta capa orgánica no solo ayuda a conservar la humedad del suelo y a reducir la frecuencia de riego, sino que, al descomponerse, aporta nutrientes que mejoran la calidad del suelo de manera natural.

Una fertilización ligera en verano mantiene el césped sin estresarlo

Evita abonar el césped durante una ola de calor. Aunque los fertilizantes aportan nutrientes, su aplicación en temperaturas extremas puede provocar quemaduras en las hojas y dañar las raíces.

Lo ideal es haber fertilizado a principios del verano con un producto de liberación lenta. Si necesitas reforzar el césped en agosto, opta por fertilizantes líquidos orgánicos y aplícalos en las últimas horas del día, tras el riego.

Airear y escarificar el césped mejora la salud del suelo en verano

Ahora bien, si el césped presenta zonas compactadas o se encharca fácilmente, es hora de airearlo. La aireación del suelo permite que el oxígeno, el agua y los nutrientes lleguen a las raíces más fácilmente. Para céspedes en climas cálidos, se recomienda realizarla una vez por verano, especialmente antes de una ola de calor.

El escarificado, por su parte, ayuda a eliminar el fieltro superficial que impide la absorción del agua. Este fieltro es una capa de restos orgánicos, raíces y hojas secas que se acumula entre el césped y el suelo. Si no se retira periódicamente, puede asfixiar las raíces y favorecer la aparición de hongos y enfermedades.

Cómo proteger el césped durante una ola de calor

Durante los días más extremos del verano, como pueden ser los de esta semana, el césped entra en modo de supervivencia. Si aparecen zonas amarillas o secas, lo más recomendable es no cortar ni regar en exceso, ya que esto podría empeorar el estrés de la planta.

En su lugar, evita pisarlo para no dañar las hojas debilitadas, y protege las zonas más expuestas con una malla de sombreo que reduzca la radiación solar directa. Si las temperaturas superan los 40 °C, conviene adaptar el riego. Es decir, realiza aplicaciones más frecuentes pero con menor cantidad de agua, para mantener la humedad superficial sin saturar el suelo.