Una joya escondida en la Costa Blanca: un pequeño pueblo con calas de agua turquesa y encanto mediterráneo

Esta antigua aldea de pescadores ha sabido reinventarse como destino turístico de gran calidad sin perder su autenticidad ni su carácter mediterráneo. Toma nota para tu próximo viaje al Mediterráneo.

Moraira
Vista de la playa de El Portet de Moraira, arenal de 300 metros de longitud que combina arena fina y rincones de roca en un entorno semiurbano.

Hoy viajamos al litoral alicantino para descubrir uno de esos lugares que enamoran con sólo verlo. Rodeado de viñedos, pinares y aguas cristalinas, este lugar ha sabido conservar su esencia a pesar del turismo, manteniendo un equilibrio perfecto entre naturaleza, cultura y descanso.

Tradición marinera, belleza natural y turismo con alma mediterránea

Nos referimos a Moraira, un pequeño pueblo costero que pertenece al municipio de Teulada, en la comarca de la Marina Alta, provincia de Alicante. Situado entre Calpe y Xàbia, y rodeado de sierras como Bernia o el Montgó, Moraira goza de un microclima privilegiado durante todo el año.

Aunque hoy en día Moraira destaca por su ambiente relajado y sus exclusivas villas frente al mar, su historia está profundamente ligada al mar y al campo. Durante siglos fue un pequeño núcleo vinculado a la pesca y al cultivo de la vid.

La producción de uva moscatel, muy apreciada en toda Europa, marcó el auge económico de la zona en el siglo XIX. De hecho, aún se pueden ver en los alrededores los tradicionales "riuraus", construcciones de piedra donde se secaban las uvas.

Naturaleza, mar y encanto mediterráneo en cada rincón

El castillo de Moraira, situado a pie de playa, es el principal testimonio del pasado defensivo del pueblo. Construido en el siglo XVIII para proteger la costa de los ataques de piratas berberiscos, hoy es un símbolo icónico que enmarca las vistas del litoral.

En cualquier caso, una de las grandes joyas de Moraira son sus calas y playas. El Portet, una pequeña bahía de aguas turquesa y arena fina, es perfecta para nadar o practicar paddle surf. Su entorno protegido y su ambiente familiar la convierten en una de las preferidas tanto por locales como por visitantes.

Más al sur, calas como L'Andragó, Cap Blanc ofrecen escenarios salvajes donde la roca caliza y el azul profundo del mar componen un estampa digna de postal.

El centro histórico de Moraira también merece una visita pausada. Calles estrechas, fachadas encaladas, plazas tranquilas y pequeños comercios artesanales forman un conjunto lleno de encanto. La iglesia de Santa Catalina, de estilo neoclásico, y el mercado semanal aportan ese sabor local que invita a integrarse en la vida del pueblo.

Gastronomía con sabor al Mediterráneo

Lo cierto es que esta localidad alicantina no sería lo que es sin su excelente oferta gastronómica, basada en productos frescos del mar y recetas tradicionales. El pescado y el marisco llegan directamente desde la lonja local, donde cada día se subastan las capturas de los pescadores. Platos como la caldereta de langosta, el arroz a banda o los erizos de mar forman parte de la identidad culinaria del lugar.

Además, la influencia de la uva moscatel sigue viva, no solo en la elaboración de vinos dulces, sino también en la repostería local. Por ello en los alrededores se pueden visitar bodegas familiares que ofrecen catas y visitas guiadas entre viñedos.