Alerta, bulo: AEMET no ha publicado una noticia reconociendo los chemtrails

La AEMET tiene numerosos artículos divulgativos sobre la formación de nubes y estelas. También sobre los múltiples intentos del ser humano de modificar estos procesos naturales. Pero, ¿reconoce la teoría de los chemtrails en una noticia?

Chemtrails
No será la última vez que veamos un bulo relacionado con la meteorología. Muchos reaparecen pese a que hace tiempo que se refutaron.

Aunque nos lo pueda parecer por la viralidad que ha adquirido últimamente, la realidad es que la teoría de los chemtrails no es nueva, ni siquiera es de este siglo. Comenzó a surgir en los últimos años del siglo XX y adquirió popularidad en algunos foros y medios pseudocientíficos en la década de los 2000. Aunque esta teoría tiene diversidad de variantes, en lo que respecta a la meteorología sostiene que las estelas están compuestas de productos químicos que inhiben las precipitaciones y modifican sistemas meteorológicos a gran escala, algo que conociendo las leyes de la termodinámica sabemos que simplemente no es posible.

Hemos intentado interferir en la meteorología, pero nunca mediante "chemtrails"

No debemos perder de vista que no son pocas las veces que el ser humano ha iniciado proyectos para intentar interferir en la meteorología con el fin de estudiar procesos en la atmósfera e incluso para modificarlos en nuestro beneficio. Creer que nunca hemos intentado alterar intencionadamente un fenómeno meteorológico es cuando menos desacertado.

Es a esto último a lo que hace referencia AEMET en algunos de sus artículos y no a la existencia de "chemtrails", que en todo momento deja claro que son estelas de condensación, algo que, además, puede comprobarse fácilmente por las propiedades físicas e incluso ópticas que presentan los cristales de hielo que las componen. Pero, ¿hemos logrado cambiar el tiempo artificialmente?

En contra de lo que se puede esperar, uno de los proyectos más ambiciosos de la historia a nivel global creado por la Organización Meteorológica Mundial, y en el que colaboraron países de todo el planeta durante los años 80, se llevó a cabo en Valladolid, concretamente en la Base Aérea de Villanubla.

Uno de los proyectos más ambiciosos para interferir en el tiempo, amparado por la Organización Meteorológica Mundial, se hizo en Valladolid en los años 80. No hubo resultados concluyentes.

Pero su objetivo no era modificar grandes sistemas meteorológicos, algo imposible, sino provocar precipitaciones en puntos muy localizados a partir de pequeñas nubes introduciendo en ellas un aerosol que favoreciera la nucleación, como es el yoduro de plata. Sin embargo, tras décadas de ensayos, los resultados no han sido nunca concluyentes y, uno a uno, estos proyectos se han ido abandonando o sustituyendo por otros más prometedores aunque actualmente poco efectivos.

¿Es cierto que cuando aparecen las estelas no llueve?

Lo que sucede es que cuando llueve hay nubes que nos impiden ver esas estelas. Por supuesto que aparecen cuando llueve, de hecho es cuando más lo hacen: las zonas en las que el entorno es favorable para la formación de cirros y, por tanto, estelas de condensación, suelen coincidir con la proximidad de borrascas y tormentas que elevan grandes cantidades de humedad a niveles altos, aunque muchas veces un viejo frente o una pequeña DANA pueden favorecer su aparición en zonas áridas al llevar consigo aire frío en niveles altos.

La energía de un gran sistema meteorológico

La principal barrera que nos encontramos si pretendemos modificar un gran frente, al margen de muchas otras igualmente prohibitivas, es que necesitaríamos disponer de una cantidad de recursos imposible. Una pequeña tormenta que se alimente de una masa de aire de unas pocas decenas de kilómetros cúbicos puede liberar hasta 10 Mt (megatones) de energía en forma de calor latente en menos de 1 hora.

Una estructura mayor como un sistema convectivo de mesoescala puede liberar hasta 1 gigatón, pero si nos vamos a un fenómeno extenso y duradero como una borrasca, un huracán o un gran frente, obtendremos cientos o miles de gigatones, es decir, miles de veces superior al potencial energético de la humanidad combinado, incluyendo el arsenal nuclear.

Si tenemos en cuenta los productos químicos que harían falta para alterar artificialmente estos procesos, nos encontraríamos con que necesitaríamos cantidades muy superiores a las disponibles y, por supuesto, unos vehículos para transportarlas y esparcirlas que más se parecerían a gigantescas naves de ciencia ficción que a una flota de aviones.

Además, no podemos olvidar que no sabemos cómo va a evolucionar un gran sistema meteorológico a más de 5 o 10 días vista y, en el caso de una tormenta, ni siquiera a unas horas. Incluso siendo capaces de alterarlo, no podríamos saber con qué consecuencias.

Diferencias entre meteorología y clima

Si una persona se propone mover una montaña rápidamente llegará a la conclusión de que es una idea inviable, sin embargo, si dispone de recursos y un tiempo muy prolongado, podrá erosionarla hasta cambiar su apariencia o ubicación. Algo parecido ocurre con la atmósfera; el ser humano no es capaz de alterar un sistema meteorológico en cuestión de días porque en ese tiempo la cantidad de energía que puede aportar o extraer de estos sistemas es mínima. Sin embargo, la actividad humana década tras década sí que puede alterar la composición atmosférica, el balance energético del sistema y, por tanto, tener influencia en el clima, de ahí que las emisiones de gases de efecto invernadero estén en el punto de mira actualmente como objetivo a reducir.