Los satélites detectan los sorprendentes pulsos estacionales en los glaciares de la Tierra
Un nuevo estudio realizado por la NASA muestra que los glaciares de todo el mundo presentan diversos patrones de movimiento estacional, con aceleraciones y desaceleraciones estacionales.

Desde las montañas de San Elías en Alaska hasta el Karakórum en Pakistán, los glaciares se aceleran y desaceleran con las estaciones.
Glaciares y capas de hielo
El glaciar Malaspina, en el sureste de Alaska, es el glaciar de piedemonte más grande del planeta. Su hielo se derrama desde las elevaciones más altas de las montañas de San Elías y se extiende como masa de panqueque sobre la llanura costera. Aunque pueda parecer estático, el glaciar está en constante movimiento durante todo el año, acelerándose típicamente en primavera y desacelerándose casi por completo en invierno. Un nuevo análisis realizado por científicos de la NASA muestra que los glaciares de todo el mundo presentan diversos patrones de movimiento estacional, algunos similares al Malaspina y otros muy diferentes.
Durante décadas, los investigadores han documentado las aceleraciones y desaceleraciones estacionales del flujo glaciar, centrándose generalmente en glaciares individuales o regiones específicas. Mediante el análisis de millones de imágenes satelitales ópticas y de radar recopiladas entre 2014 y 2022, los glaciólogos Chad Greene y Alex Gardner, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, han cartografiado esta variabilidad a escala global. Esta nueva perspectiva revela cómo los glaciares de diferentes regiones responden al calentamiento estacional y podría ayudar a identificar cuáles son los más vulnerables al calentamiento climático. Su análisis se publicó en noviembre de 2025 en Science.
La velocidad de los glaciares se mide rastreando el movimiento de grietas profundas, llamadas hendiduras, y detritos superficiales en secuencias de imágenes satelitales recopiladas a lo largo del tiempo. Los campos de grietas y otros patrones superficiales proporcionan huellas glaciares únicas que los científicos rastrean mediante un algoritmo desarrollado en el JPL como parte del proyecto ITS_LIVE. El equipo utilizó esta técnica para cartografiar el flujo glaciar en alta resolución a nivel mundial y, posteriormente, analizó los cambios sutiles en la velocidad de los glaciares para comprender cómo responden al calentamiento que se produce entre el invierno y el verano.
“La Tierra tiene más de 200.000 glaciares, y los estamos observando todos de cerca”, afirmó Gardner, coautor del estudio. “No es de extrañar que, con tanta información, se haya empezado a establecer un patrón”.

El momento de la aceleración de los glaciares depende del inicio de la temporada de deshielo y de los procesos en el lecho glaciar que reducen la fricción con el suelo subyacente. «Los glaciares son como ríos de hielo que fluyen por las montañas hacia el mar», explicó Greene, autor principal del estudio. «Cuando el aire cálido derrite la superficie superior de un glaciar, toda esa agua de deshielo puede llegar a la base del hielo y actuar como lubricante, provocando la aceleración del glaciar».
Los investigadores observaron las aceleraciones estacionales más fuertes en las latitudes altas del norte: en Alaska, los glaciares se movían más rápido en primavera, mientras que en las regiones árticas de Europa y Rusia, normalmente alcanzaban sus velocidades máximas en verano o principios del otoño.

Una animación muestra un manto glaciar en el Ártico canadiense con mediciones mensuales de la velocidad del hielo superpuestas de enero a diciembre. Las zonas rojas, que indican altas velocidades del hielo, se expanden por el manto glaciar durante los meses de verano.

Comprender la respuesta de los glaciares al calentamiento estacional permite a los investigadores anticipar mejor cómo responderán al cambio climático. El equipo descubrió que el flujo glaciar se acelera con cada grado de calentamiento y que los patrones de flujo estacional están vinculados a cambios a largo plazo en los glaciares, lo que significa que las aceleraciones en primavera y verano pueden servir como un indicador vital de la resiliencia de un glaciar al calentamiento prolongado.
“Queríamos comprobar la salud de los glaciares de la Tierra, así que les medimos el pulso”, dijo Greene. “Ahora solo nos queda vigilar su temperatura”.
Los mapas son cortesía de Chad Greene y Alex Gardner, NASA/JPL, con datos del proyecto ITS_LIVE de la NASA MEaSUREs. Texto de Kathryn Hansen.
Fuente: Science-NASA
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