El telescopio espacial James Webb detecta una atmósfera sorprendente en un espectacular planeta de lava ultracaliente

Un planeta extremadamente caliente, tan cercano a su estrella que su superficie es un océano de roca derretida, acaba de sorprender a los astrónomos y para ello han utilizado a los datos del telescopio espacial James Webb.

Esta ilustración muestra cómo podría verse el exoplaneta súper‑Tierra TOI‑561 b y su estrella, basado en observaciones del telescopio espacial James Webb de la NASA y otros observatorios. Los datos de Webb sugieren que el planeta está rodeado por una atmósfera densa sobre un océano de magma. Crédito: NASA, ESA, CSA, Ralf Crawford (STScI)


El telescopio espacial James Webb ha detectado señales sólidas de que este mundo infernal, llamado TOI-561 b, conserva una atmósfera densa a pesar de vivir en un entorno donde debería haberla perdido hace miles de millones de años.

Un planeta que rompe los esquemas de los astrónomos

TOI-561 b es una “súper-Tierra ultracaliente”, un tipo de planeta rocoso algo más grande que el nuestro pero sometido a un calor imposible. Completa una órbita en menos de once horas, lo que significa que está pegado a su estrella y recibe una cantidad de radiación tan intensa que derrite su superficie. La lógica científica indicaba que un mundo así debería ser una roca desnuda, sin aire que lo envuelva.

Esta ilustración muestra cómo podría lucir una atmósfera densa sobre un enorme océano de magma en el exoplaneta TOI‑561 b. Los datos obtenidos por el Telescopio Espacial James Webb de la NASA indican que, pese a la intensa radiación de su estrella, el planeta no es simplemente una roca ardiente. Créditos: NASA, ESA, CSA, Ralf Crawford (STScI)

Sin embargo, las observaciones del Webb muestran algo muy distinto. Al analizar durante más de 37 horas la luz infrarroja emitida por el planeta, los científicos notaron que su lado diurno es mucho más frío de lo que sería si careciera por completo de atmósfera. En vez de alcanzar temperaturas cercanas a los 2.700 grados Celsius —las esperadas para una superficie expuesta directamente al fuego estelar—, parece mantenerse alrededor de los 1.700 o 1.800 grados. Esa diferencia solo puede explicarse si existe una capa de gases capaz de redistribuir el calor, actuando como una especie de manta que suaviza las temperaturas extremas.

El hallazgo ha sido descrito por algunos investigadores diciendo que este planeta es “como una bola de lava húmeda”. La imagen refleja una idea intrigante: la atmósfera y el océano de magma podrían estar en un ciclo constante. Parte de los gases se evaporan y escapan, pero otros se hunden de nuevo en la roca fundida, formando un equilibrio que permite al planeta mantener aire incluso en condiciones tan extremas.

Este comportamiento es especialmente sorprendente porque TOI-561 b orbita una estrella muy antigua, con unos diez mil millones de años. Eso implica que el planeta ha pasado eones recibiendo una radiación intensa que, en teoría, debería haber eliminado cualquier atmósfera hace mucho tiempo. Sin embargo, la evidencia indica que no solo la conserva, sino que es relativamente espesa y rica en compuestos volátiles.

La imagen muestra el espectro de emisión del exoplaneta TOI‑561 b, obtenido con el instrumento NIRSpec del telescopio James Webb. Analizando la luz infrarroja que emite el planeta, los científicos pueden medir la temperatura de su superficie y detectar señales de su atmósfera, que redistribuye el calor del intenso lado diurno y sugiere la presencia de gases volátiles sobre el océano de magma. Créditos: NASA/ESA

El descubrimiento desafía las ideas previas sobre los planetas rocosos que orbitan muy cerca de sus estrellas. Hasta ahora, se asumía que la mayoría de ellos perderían rápidamente sus atmósferas, convertidos en rocas incandescentes sin protección. Pero TOI-561 b demuestra que algunos pueden resistir, sostener capas de gas e incluso desarrollar procesos complejos entre su superficie fundida y su entorno.

Este resultado abre nuevas preguntas sobre cómo evolucionan los mundos más extremos de la galaxia. El equipo que realizó el estudio continúa analizando los datos para entender la composición exacta de la atmósfera y la distribución del calor alrededor del planeta. A medida que avancen los estudios, este “mundo de lava con aire” podría revelar pistas clave sobre cómo se forman y transforman los exoplanetas rocosos bajo las condiciones más hostiles imaginables.

Fuente: NASANET

Esta entrada se publicó en Noticias en 12 Dic 2025 por Francisco Martín León

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