Cuenta atrás para el calentamiento súbito estratosférico que podría alterar el tiempo de la Navidad en España

La facilidad para predecir un calentamiento súbito estratosférico a medio plazo contrasta mucho con la dificultad de anticiparse a sus consecuencias. Este próximo evento, muy temprano, pondrá a prueba lo que sabemos sobre estos fenómenos.

La troposfera es una capa muy activa con abundancia de movimientos tanto horizontales como verticales de la masa de aire e interacciones constantes entre la atmósfera y la superficie (continentes y océanos). Esto implica un gran dinamismo y también una gran dificultar para predecir su comportamiento.

Esto lo vemos día a día al comprobar que las previsiones meteorológicas locales empiezan a perder precisión a los pocos días, siendo muy complicado predecir un sistema como una borrasca a más de 1 semana. Con la estratosfera esto no sucede, pero porque su dinámica es bien distinta.

¿Qué es un calentamiento súbito estratosférico?

En la estratosfera los movimientos verticales son muy limitados, mientras que los horizontales son estables, extensos y rápidos. De hecho, bien es sabido que cuando irrumpen partículas en suspensión, cenizas o algún aerosol procedente de una erupción volcánica, tarda pocos días en extenderse por todo el planeta, pero muchos meses (incluso años) en caer.

Al ser una capa de la atmósfera con una dinámica mucho más simple, su previsión es mucho más fácil, siendo posible conocer su temperatura y velocidad del viento en un punto concreto con semanas de antelación. Sin embargo, las previsiones de la estratosfera tienen poco interés debido a no suele tener relación con las condiciones meteorológicas de superficie, pero... ¿es siempre así?.

Los calentamientos súbitos estratosféricos (CSE) son fenómenos habituales y conocidos que en el hemisferio norte tienen lugar durante el invierno, afectando al vórtice polar estratosférico y en ocasiones deformándolo notablemente o invirtiéndolo. Son fácilmente predecibles con 1 o 2 semanas de antelación y resultan interesantes porque en los casos más significativos pueden llegar a propagarse a capas inferiores, alterando también el vórtice polar troposférico.

Cuando esto sucede, ya sí puede tener una repercusión en las condiciones meteorológicas de superficie a gran escala, debilitando el chorro polar y permitiendo que las masas de aire puedan migrar más lejos de su latitud de origen.

Un CSE prematuro alterará la estratosfera desde finales de noviembre

En este caso, las previsiones apuntan a un contundente CSE que podría manifestarse en la última semana del mes, alterando significativamente el vórtice polar estratosférico. De momento hay algunas discrepancias entre modelos, siendo el europeo el modelo que más importancia otorga a este próximo evento. Si las previsiones de este modelo se cumplen, el vórtice polar estratosférico podría desestabilizarse por completo, parándose o incluso invirtiéndose los vientos zonales.

La formación de un dipolo en las anomalías de temperatura del nivel de 10hPa (unos 30km) evidencian un calentamiento súbito estratosférico en las próximas semanas.

Si esto sucede, podría propagarse con facilidad a niveles inferiores y tener consecuencias en la dinámica troposférica del mes de diciembre, debilitando el chorro polar y afectando así a los sistemas meteorológicos del hemisferio norte. Una cosa que llama especialmente la atención de este CSE es su temprana aparición, puesto que en el mes de noviembre el vórtice polar estratosférico suele permanecer aún estable, siendo más común que el primero de estos eventos aparezcan bien entrado diciembre o en enero.

Sus posibles consecuencias se notarían en diciembre

A pesar de lo aparentemente fiable de esta previsión, lo que no va a ser fácil en absoluto, el menos por ahora, es anticiparse a las consecuencias de este evento, si es que las tiene. Lo primero que hay que realizar es un seguimiento de esta alteración del vórtice polar estratosférico y a continuación monitorizar su propagación a niveles más bajos, observando por último cómo puede comportarse la circulación troposférica y el chorro polar.

La evolución del viento zonal prevista por ECMWF muestra un mínimo a finales de noviembre que podría incluso alcanzar valores negativos, invirtiéndose en ese caso la circulación brevemente.

Estas consecuencias, de tenerlas, se percibirían ya entrado el mes de diciembre y podrían extenderse hasta la Navidad, por lo que la situación meteorológica que tenemos actualmente no guarda relación con este evento.

En la Península Ibérica, un chorro polar debilitado suele facilitar la llegada de borrascas y masas de aire de temperaturas muy variables. De hecho, en Europa y América del Norte estas situaciones se siguen con mucha atención por la relación que han guardado algunos eventos con la llegada de grandes olas de frío. Sin embargo, es aún pronto para anticiparse, por lo que quedan varias semanas por delante de seguimiento y aprendizaje.

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