Víctimas silenciosas del cambio climático: el calor extremo pone en riesgo a miles de especies animales en todo el mundo

Olas de calor, sequías y temperaturas récord están alterando ecosistemas y empujando a miles de especies animales al límite de su supervivencia. Desde corales hasta aves migratorias, la biodiversidad enfrenta un futuro incierto bajo los efectos del cambio climático.

El oso polar es una de las especies más conocidas en peligro por el calentamiento global, pero hay miles igualmente amenazadas.

Las imágenes de osos polares varados en el hielo derretido se han convertido en símbolo del cambio climático. También los insectos polinizadores, esenciales para la agricultura, que están desapareciendo por la combinación de calor extremo y pérdida de hábitat.

Un desastre que podría desatar un efecto dominó y poner en riesgo la seguridad alimentaria humana.Sin embargo, la crisis es mucho más amplia y silenciosa. En los bosques, selvas y océanos de todo el mundo, otras miles de especies ya se enfrentan un destino igual de incierto.

El primer mamífero extinguido por el cambio climático

La especie Melomys rubicola, un pequeño roedor nocturno que habitaba en Bramble Cay, un cayo situado en las aguas del estrecho de Torres que separa Australia de la isla de Nueva Guinea, fue el primer mamífero en desaparecer de la faz de la Tierra a consecuencia del cambio climático.

Ejemplar de Melomys rubicola, la primera especie de mamífero extinguida por los efectos del cambio climático.

El aumento del nivel del mar —resultado del calentamiento global— inundó su hábitat y eliminó la vegetación. Desde 2009 no se ha vuelto a observar ningún ejemplar. En 2016, se consideró oficialmente extinguido.

Un informe conjunto de la ONU y el Centro Nacional de Mitigación de Sequías (2023–2025) señala que los elefantes en Hwange (Zimbabue) murieron en masa por inanición y deshidratación durante sequías extremas.

El estudio destaca casos similares de hipopótamos atrapados en ríos secos en Botsuana, y muertes de delfines del Amazonas por altas temperaturas y bajos niveles de agua.

Una amenaza global más extendida de lo que parece

Las olas de calor, cada vez más intensas y prolongadas, están causando estragos en ecosistemas enteros, alterando los patrones de comportamiento animal y llevando a muchas especies al borde del colapso.

De acuerdo con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el planeta ha experimentado un incremento promedio de la temperatura de entre 1,2 °C y 1,6 °C desde la era preindustrial.

Aunque esta cifra pueda parecer pequeña, sus consecuencias son terribles para la fauna.

De hecho, un informe reciente de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) advierte que más del 40% de las especies analizadas muestran signos de estrés térmico o cambios en su hábitat natural debido a las temperaturas extremas.

Ecosistemas al límite: del océano a los desiertos

Los océanos, que absorben gran parte del calor acumulado en la atmósfera, están alcanzando temperaturas récord. Este fenómeno ha provocado episodios masivos de blanqueamiento, y posterior muerte, de corales, como ocurrió en la Gran Barrera de Coral en Australia.

Se trata de ecosistemas submarinos que dependen de un rango térmico estable, y sostienen hasta un 25% de la biodiversidad marina.

Las sequías extremas están provocando muertes masivas de elefantes africanos.

En tierra firme, las consecuencias son igual de alarmantes. En África, el calor extremo está afectando la migración de elefantes y antílopes, que ya recorren largas distancias en busca de agua.

Pero, paralelamente, las sequías prolongadas están reduciendo los puntos de hidratación, lo que está provocando muertes masivas. En América Latina, especies como el jaguar, el mono aullador de manto, el oso hormiguero o el perezoso, enfrentan cambios drásticos en la disponibilidad de alimento por la disminución de bosques húmedos y sabanas.

Aves y anfibios: entre la desorientación y la extinción

Las aves migratorias son otro grupo particularmente vulnerable. Muchas de ellas sincronizan sus desplazamientos con las estaciones, basándose en señales climáticas.

Sin embargo, el adelanto de la primavera y las olas de calor intermitentes están desajustando sus rutas y, cuando llegan a sus destinos tradicionales, el alimento escasea o las condiciones son hostiles.

Los anfibios también se encuentran en una situación límite. Dependientes de la humedad, son extremadamente sensibles a la pérdida de agua en su entorno.

Y las temperaturas elevadas no solo están secando las masas de agua donde se reproducen, sino que también están favoreciendo la propagación de patógenos letales, como el hongo quítrido, que ha diezmado poblaciones enteras.

¿Qué se puede hacer?

Los expertos insisten en que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es la medida más urgente.

Sin embargo, también se requieren estrategias de adaptación, como la creación de corredores biológicos para permitir que las especies se desplacen hacia zonas más frescas, y la restauración de ecosistemas para mejorar su resiliencia.


Los gobiernos, organizaciones ambientales y comunidades locales deben trabajar de manera conjunta para mitigar los impactos. Porque, cada décima de grado que se logre evitar, marcará la diferencia entre la supervivencia o la extinción de miles de especies.