Más de seis por hora, ciento cincuenta en un día, hasta 60.000 en un año: a este ritmo es la sexta extinción masiva
Estamos inmersos en la mayor ola de pérdida biológica desde que desaparecieron los dinosaurios. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad, las dos caras de la misma moneda.

Una extinción masiva es un breve período de tiempo geológico en el que se desarrolla una extinción terminal, lo que significa que todos los miembros de una o más especies mueren sin dejar ninguna descendencia.
Estas alteraciones muy considerables en la evolución de la vida son eventos muy raros, y es por ello por lo que son utilizadas por los paleontólogos para marcar el principio y el fin de distintas eras geológicas.
Nuestro planeta ha experimentado cinco eventos de extinción masiva: el último ocurrió hace 65.5 millones de años y acabó con la existencia de los dinosaurios. Las señales de alarma de la conservación están prendidas y el reconocimiento de esta situación es fundamental: muchos expertos afirman que estamos atravesando la sexta extinción masiva.
Antropoceno
El neerlandés Paul J. Crutzen, ganador del Premio Nobel de química de 1995, en el año 2000 acuñó un término que, con el tiempo, sería adoptado por buena parte de la comunidad científica: antropoceno. Este concepto, pretende designar una nueva época geológica en donde la influencia del ser humano sobre la tierra y el resto de seres que la habitan es tan grande, que se puede diferenciar del Holoceno, era geológica en la que nos encontramos.
Sin embargo, aún se discute si el antropoceno se puede considerar una unidad geológica (al mismo nivel que el Holoceno) o si más bien sería un nivel jerárquico inferior.

Más allá de estas discusiones, lo que no se puede negar es que estamos frente a un par de crisis: la climática y la de biodiversidad, ambas causadas por la influencia de las actividades humanas en el medio ambiente y sobre la superficie terrestre, y para revertirlas tenemos un margen de acción que algunos especialistas calculan de hasta 20 años como máximo.
Cortando ramas del árbol de la vida
Los biólogos Gerardo Ceballos, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Paul Ehrlich, de la Universidad Stanford, analizaron el estado de conservación de más de 34.000 especies extintas de vertebrados terrestres y en peligro de extinción que abarcan 5.400 géneros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y Birdlife International entre el año 1500 y 2022. Hallaron que la acción humana contribuyó a extinguir en esos cinco siglos, 73 géneros completos, 10 familias y 2 órdenes de vertebrados, una tasa de extinción 35 veces mayor que la tasa de extinción promedio en el millón de años anterior.

Los investigadores afirman que “Nos encontramos ante la sexta extinción masiva. A diferencia de las cinco anteriores, esta se debe al crecimiento excesivo de una sola especie: el Homo sapiens. Si bien este episodio suele considerarse una pérdida de especies inusualmente rápida (en términos evolutivos), es mucho más amenazante, ya que, además de esa pérdida, está causando una rápida mutilación del árbol de la vida, donde se pierden ramas enteras (conjuntos de especies, géneros, familias, etc.) y las funciones que desempeñan. Está alterando la trayectoria de la evolución a nivel mundial y destruyendo las condiciones que hacen posible la vida humana”.
¿Futuro sin futuro?
Los autores calcularon que los géneros perdidos en los últimos 500 años, sin la presión humana hubiesen tardado 18.000 años en extinguirse, lo que le da una dimensión mayor al término antropoceno. Las aves fueron quienes sufrieron las mayores pérdidas, seguidas por los mamíferos, anfibios y reptiles.

En lo que se refiere al futuro, Ceballos y Ehrlich señalan su preocupación al estimar que las actuales tasas de extinción genéricas probablemente se aceleren en las próximas décadas, especialmente por los factores que acompañan el crecimiento y consumo humanos, como la destrucción de hábitats, el comercio ilegal y el cambio climático.
Y agregan que, si todos los géneros que están en peligro actualmente desaparecieran para el año 2100, las tasas de extinción serían 354 veces más altas en promedio que las tasas anteriores, y hasta 511 veces más veloz para los mamíferos. Esto significa que los géneros perdidos en tres siglos habrían necesitado 106.000 y 153.000 años para convertirse en extinguidos en la ausencia de humanos.

El reconocido naturalista inglés Sir David Attenborough dijo una vez: “El hecho es que ninguna especie ha tenido jamás un control tan absoluto sobre todo lo que hay en la Tierra, vivo o muerto, como el que tenemos ahora. Esto nos impone, nos guste o no, una enorme responsabilidad. Ahora está en nuestras manos no solo nuestro propio futuro, sino el de todos los demás seres vivos con los que compartimos la Tierra”.
Aún tenemos margen para tomar el rumbo adecuado y poder preservar la biodiversidad que sustenta la vida y revertir las pérdidas en menos tiempo del esperado. Esto resultará en un planeta con capacidad para hacer un futuro próspero y sostenible para las generaciones presentes y futuras.
Referencia de la noticia:
G. Ceballos, & P.R. Ehrlich - Mutilation of the tree of life via mass extinction of animal genera, Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 120 (39) e2306987120, (2023).