Lo que nunca te dijeron sobre el aire acondicionado: la ciencia explica por qué deberías evitar sentarte frente a él

Más allá de su eficacia para combatir el calor, exponerte directamente al aire acondicionado o a corrientes de aire forzado puede dañar tu salud. Estudios revelan su impacto, que no se limita únicamente a problemas en las vías respiratorias.

Los peligros de un mal uso del aire acondicionado van más allá del simple dolor de garganta.

Cuando el tórrido verano hace que las temperaturas se disparen, uno de los placeres más reconfortantes es sentir el refrescante soplo frío del aire acondicionado directamente sobre la piel.

Sin embargo, ese alivio inmediato puede tener un coste indeseado para tu salud. Y es que los especialistas en neumología advierten que colocarte justo frente al flujo de aire puede ser mucho más perjudicial de lo que imaginas.

No solo sufre tu sistema respiratorio

Según un estudio publicado en el International Journal of Epidemiology, las personas expuestas continuamente a corrientes frías presentan mayor incidencia de problemas respiratorios, desde simples irritaciones en la garganta hasta faringitis y bronquitis.

El aire acondicionado reseca el ambiente, reduciendo la humedad que protege las mucosas y facilitando que virus y bacterias encuentren un terreno fértil para infectar nuestro organismo. En personas asmáticas, los cambios fuertes de temperatura entre el exterior y el interior también pueden desencadenar una crisis.

Pero el riesgo no está únicamente relacionado con el sistema respiratorio. Los cambios bruscos de temperatura generan una contracción repentina de los vasos sanguíneos, lo que puede derivar en contracturas musculares.

“Es frecuente ver pacientes con tortícolis o lumbalgias provocadas por la exposición directa al aire acondicionado”, explica el doctor Luis Manuel Entrenas, jefe del servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba. Esta reacción se intensifica si hay sudoración previa, pues el cuerpo pasa de un estado cálido a uno frío sin tiempo suficiente para adaptarse.

Y ¡ojo! Porque el uso excesivo del aire acondicionado también se ha relacionado con la piel irritada y síntomas constitucionales y neurológicos como dolor de cabeza y fatiga.

Un riesgo invisible: partículas en suspensión

Otro aspecto menos conocido de hacer un uso incorrecto y poco racional del aire acondicionado tiene que ver con las partículas que flotan en el aire.

Estudios recientes apoyados en simulaciones por dinámica de fluidos computacional (CFD, por sus siglas en inglés) muestran cómo el aire acondicionado —así como los ventiladores y secadores de manos— puede transportar gotas microscópicas cargadas de bacterias, virus o incluso polvo y alérgenos a mayores distancias de lo que se pensaba.

Mediante CFD, los investigadores son capaces de “visualizar” el trayecto del aire y su carga de partículas en un espacio cerrado.

Esto ha permitido demostrar que, cuando el flujo se dirige directamente hacia una persona o se genera una corriente fuerte en una sala, pequeñas gotas emitidas al hablar o toser no caen al suelo de inmediato, sino que quedan suspendidas y viajan, aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades respiratorias.

Estudios realizados tras la pandemia de COVID-19 fueron claves para comprobar que ciertas configuraciones de aire acondicionado contribuían a propagar el virus en restaurantes y oficinas.

Por eso, la orientación de las rejillas, la ventilación cruzada natural y el filtrado adecuado son claves en la prevención de enfermedades que se contagian por vía respiratoria.

¿Qué ocurre con los secadores de manos?

Los problemas asociados con el aire generado artificialmente no terminan ahí. Investigaciones de la Universidad de Leeds, en Reino Unido, demostraron que los populares secadores de manos a chorro pueden dispersar hasta 1.300 veces más bacterias que secarse con toallas de papel.

Los secadores de manos pueden hacer que los agentes patógenos permanezcan hasta 15 minutos en el aire.

El potente flujo no solo seca la piel, sino que arrastra microorganismos presentes en el ambiente y en la superficie del dispositivo, depositándolos sobre tus manos recién lavadas y en el aire circundante.

De hecho, al utilizar un secador de aire a chorro, la contaminación viral se dispersó más y durante un período más prolongado (hasta 15 minutos después del secado de manos). Esta propagación aérea de patógenos microbianos, incluidos virus respiratorios, aumenta el riesgo de exposición e infección para otros usuarios del baño.

Cómo protegerte sin renunciar al confort

Para disfrutar del aire acondicionado sin sacrificar la salud, los especialistas recomiendan mantener una diferencia máxima de siete grados entre el exterior y el interior.

Otras estrategias simples y efectivas son orientar las rejillas hacia el techo o las paredes (nunca hacia las personas) y ventilar periódicamente abriendo ventanas para renovar el aire.

Respecto a la higiene de manos, cuando tengas la opción, elige secarte con toallas de papel en lugar de secadores. Aunque menos ecológicas, son considerablemente más seguras en ambientes con alta carga microbiana.

Referencias de la noticia

Mark J Mendell, Comentario: El aire acondicionado como riesgo para el aumento del uso de los servicios de salud, Revista Internacional de Epidemiología, Volumen 33, Número 5, octubre de 2004, páginas 1123–1126, https://doi.org/10.1093/ije/dyh264

Moura IB, Bentley K y Wilcox MH (2022) Evaluación del potencial de contaminación viral del usuario y el entorno a través de aerosoles generados durante el secado de manos: Un estudio piloto. Front. Salud Pública 10:1010802. doi: 10.3389/fpubh.2022.1010802