Las cabañuelas o el calendario de la cebolla: dos métodos tradicionales para predecir el tiempo sin fundamento alguno

En pleno siglo XXI, con grandes avances en ciencia y tecnología que permiten realizar previsiones meteorológicas precisas, recurrir a estas prácticas ancestrales para anticipar el tiempo es casi un ejercicio de romanticismo.

Cabañuelas
Con el avance la ciencia meteorológica, tratar de predecir el tiempo en base a métodos populares ancestrales no tiene sentido ya que además carecen de base científica.

La de anticipar el tiempo venidero fue una necesidad compartida por las culturas antiguas, dependientes de la climatología para planificar las actividades agrícolas y lograr buenas cosechas.

Una necesidad de la que surgieron prácticas tradicionales, transmitidas de padres a hijos durante generaciones, para prever patrones climáticos, y que estaban basadas en los cuidadosa observación empírica de los cambios en el cielo, el comportamiento de los animales, la dirección del viento, la forma de las nubes y otros fenómenos naturales.

Eran tiempos en los que el pronóstico meteorológico tenía mucho de artesanal y poco de científico. En pleno siglo XXI, el espectacular desarrollo de la Meteorología, una ciencia interdisciplinar fundamentada en la física y las matemáticas, se ha configurado como una herramienta precisa y eficaz para la predicción del tiempo.

Así que estas prácticas, que en algunos lugares continúan muy arraigadas a la cultura local, han quedado relegadas ante el avance de la ciencia para anticipar los fenómenos meteorológicos y comprender las leyes que los rigen.

Cabañuelas o el pronóstico popular del tiempo

Durante siglos, los primeros doce días de cada mes de enero servían a los campesinos para calcular el tiempo atmosférico el resto del año. La tradición se conoce como “cabañuelas”. A grandes rasgos, funcionaba así: si el día 3 de enero era soleado, marzo sería templado. Si el 4 llovía, abril estaría pasado por agua… y así hasta completar los meses del año.

En el norte de España existe una tradición similar denominada témporas. En Extremadura se le llama canícula. También existen variaciones más complejas. En la Región de Murcia, por ejemplo, las cabañuelas de agosto duran 24 días. Los primeros doce (de ida) sirven para hacer una primera observación y los doce siguientes, denominados “de retorno” o “retornás”, para ratificar que los pronósticos iniciales coinciden.

Además, el orden se altera en cada ronda. Así, en la primera, el día 1 de agosto corresponde con el mes agosto, el día 2 con septiembre, el día 3 con octubre... y así sucesivamente. En la segunda ronda el orden es descendente: el día 13 corresponde a julio, el 14 a junio… hasta llegar al 24, que volvería a representar agosto.

A pesar de su valor cultural, las cabañuelas son tan científicas como el horóscopo. Al final, por estadística, alguna vez se acaba acertando. No tienen ninguna base científica.

Durante todo el proceso, es importante que el o la cabañuelista anote con todo detalle los cambios que se van produciendo en el tiempo a lo largo de cada día para poder hacer luego la interpretación correspondiente. Todo un arte.

Una tradición modificada según las culturas

Para algunos historiadores, las cabañuelas tienen su origen en tradiciones agrícolas y en calendarios lunares utilizados por antiguas civilizaciones para predecir el clima y determinar el momento adecuado para sembrar y cosechar cultivos.

Con el tiempo, estas tradiciones se fueron adaptando y modificadas según las culturas y regiones específicas, dando lugar a diferentes métodos y prácticas de cabañuelas en todo el mundo.

En España, por ejemplo, se cree que surgen a raíz de la “Fiesta de los Tabernáculos”, una celebración en la que los judíos rememoraban el éxodo de su pueblo por el desierto del Sinaí en busca de la Tierra Prometida, época en la que ya se utilizaban ritos para predecir el tiempo.

En México, las cabañuelas son una herencia cultural de los aztecas, quienes, a su vez, adoptaron este método de los mayas. Para ambos pueblos, el calendario constaba de 18 meses de 20 días cada uno.

Los primeros 18 días del mes de enero, servían para predecir el tiempo de cada uno de los meses del nuevo año. Los dos días restantes, para anticipar otros fenómenos.

La cebolla meteoróloga

Otra técnica empleada para adivinar el clima a lo largo del año en algunas regiones españolas, especialmente en Cataluña y Aragón, es el llamado calendario de la cebolla.

El método es sencillo. La noche de Fin de Año, antes de las uvas, se corta una cebolla blanca por la mitad y se separan doce capas por orden. Cada una corresponde a un mes del año.

Se dejan toda la noche a la intemperie con una pequeña cantidad de sal en cada capa. En la mañana de Año Nuevo, al observarlas, las que sean más gruesas porque hayan acumulado más agua, indicarán cuáles serán los meses más lluviosos y fríos. Las menos gruesas, se corresponderán con los más secos y cálidos.

Predicciones fallidas

¿La realidad? Ninguna evidencia mínimamente científica en ninguno de los casos mencionados, aunque estén realizados con las mejores intenciones para ofrecer (supuestas) certezas a quienes viven expuestos a los caprichos e inclemencias del tiempo. No se puede prever una situación concreta con semanas o meses de antelación.

La Meteorología, una ciencia interdisciplinar fundada en la física y las matemáticas, es una herramienta precisa y eficaz para la predicción del tiempo.

Baste un ejemplo: algún conocido cabañuelista auguraba varias DANAS para el pasado otoño y una estación especialmente fría. También borrascas, grandes temporales de nieve e inestabilidad en diciembre y enero.

Finalmente, las temperaturas han sido inusualmente altas en esos meses, e incluso el pasado enero fue el más cálido desde que hay registros. En ciudades como Málaga se alcanzaron los 29,9 ºC de temperatura máxima en los últimos días del 2023, lo que supuso un nuevo récord de calor en la España peninsular desde que hay registros. Y la sequía tampoco ha dado tregua en algunas regiones.

La supuesta previsión de Filomena con las cabañuelas es un bulo que se ha extendido, pero realmente nunca existió: nadie ha sido capaz de encontrarla. En definitiva, fue algo inventado.

Los tiempos, afortunadamente, han cambiado. Así que nosotros seguimos invitándote a que consultes los pronósticos del tiempo en nuestra web y en la app. Aquí estaremos cada vez que lo necesites.