La ruleta meteorológica de la Semana Santa

El tiempo en primavera es muy cambiante, en particular en Semana Santa, de ahí que habitualmente resulte complicado confeccionar una predicción meteorológica con la suficiente antelación, que se ajuste bien al tiempo que al final acontezca. La predictibilidad es baja en esa época del año.

Ruleta meteorológica
Saber con mucha antelación cómo será el tiempo en Semana Santa es un ejercicio similar a adivinar el número que saldrá en una ruleta.

Identificar con una ruleta el tiempo habitualmente cambiante de la Semana Santa y su difícil predicción, quizás no sea la mejor analogía, pero es válida en primera aproximación. El tiempo meteorológico, como principal manifestación del comportamiento de la atmósfera, no es aleatorio, pero sí caótico, lo que significa que su evolución futura sólo se puede conocer dentro de un rango de incertidumbre y dicho rango es variable, siendo particularmente amplio durante la primera mitad de la primavera, que es cuando cae de lleno la Semana Santa.

Como bien sabemos, las fechas de ese período festivo del año cambian de unos años a otros y vienen dictadas por el calendario lunar. El domingo de Pascua o Resurrección es el primero que sigue al día en que tiene lugar la primera luna llena tras el equinoccio de primavera (boreal), lo que marca sus fechas límite: entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Tanto si un año (como ha ocurrido este 2021) la Semana Santa es tempranera, como si es tardía, acontece en la época del año en la que el tiempo se muestra más cambiante y su predictibilidad es menor, lo que complica la labor de los meteorólogos.

El meteorólogo Ángel Rivera se ha referido en repetidas ocasiones a la “semana de pasión”, en referencia a la semana anterior a la de Pascua, que es cuando se dispara la demanda social de las predicciones meteorológicas. Son habitualmente días estresantes para los profesionales de la Meteorología, tanto por la propia complejidad del pronóstico, como por el hecho de tener que lidiar con unas peticiones a todas luces imposibles. Tanto desde las cofradías como desde el sector hotelero se demandan predicciones locales a 10 o más días vista, no siendo todavía del todo bien entendidos los productos de predicción probabilista, que son los únicos válidos en tales circunstancias.

Actividad pasada por agua
Un repentino chaparrón, típico de la primavera y de la Semana Santa en particular, puede echar al traste con una procesión o cualquier otra actividad al aire libre.

La sociedad, en general, está acostumbrada al pronóstico categórico y local. El presidente de una hermandad, por ejemplo, quiere saber con mucha antelación si lloverá el día en que su cofradía saca el paso, en un intervalo de horas determinado, en su ciudad. Ante una petición de esta naturaleza, la única respuesta que puede ofrecer un predictor es un dato de probabilidad de lluvia sujeto a cambios, según vaya reduciéndose el horizonte de predicción. Hay que aceptar los límites de la capacidad predictiva, particularmente si se trata de una predicción local en Semana Santa.

A finales de marzo y durante el mes de abril, el tiempo invernal todavía no ha dicho su última palabra. Hay una especie de lucha de poder entre las masas de aire subtropical que comienzan a reivindicar su sitio y las de aire polar, que todavía presentan escarceos hacia el sur. Se produce el cóctel perfecto para que se produzcan cambios bruscos de tiempo, y pasemos de unos días de sol y calor primaveral a un panorama muy tormentoso y fresco, o incluso frío (ocasionalmente invernal). Los modelos de predicción tienen todavía serias dificultades para anticipar a medio plazo no tanto los posibles cambios de tiempo sino la magnitud de los mismos.

Tormenta de noche
Las tormentas de primavera no suelen faltar a su cita en Semana Santa. Su rápida génesis y distribución irregular dificultan mucho la predicción meteorológica local, incluso a corto plazo.

El factor insolación, aletargado durante el invierno, empieza a cobrar una gran relevancia en primavera, favoreciendo la convección y el crecimiento de nubes de desarrollo vertical que culminan con las primeras tormentas de la temporada, que son especialistas en echar al traste una predicción local, incluso aunque sea a 24 horas vista. Se puede afirmar que los modelos numéricos juegan todavía a la ruleta con las escurridizas tormentas y los chubascos asociados a ellas, que casi nunca faltan a la cita en Semana Santa, incluso a veces son las que caracterizan el tiempo de los días festivos.

Volviendo a la presión sobre los meteorólogos en su particular “semana de pasión”, lo cierto es que en estos tiempos de pandemia se ha rebajado bastante. Por segundo año consecutivo, no se celebran procesiones de Semana Santa y aunque muchas personas aprovecharán los días festivos para disfrutar de unas pequeñas vacaciones, las restricciones de movilidad impedirán que se produzcan grandes desplazamientos y las habituales escapadas masivas a las playas. Las predicciones meteorológicas, con sus limitaciones por las razones esgrimidas, siguen y seguirán estando disponibles para cualquier persona que las necesite, siendo de gran ayuda para planificar las actividades al aire libre.