La joya mejor guardada del Algarve: una isla de arena blanca a la que solo puedes acceder en barco a 1 hora de España

Acompáñanos a este viaje a un rincón a tan solo una hora de España, donde la arena blanca y las aguas cristalinas te esperan al otro lado del barco.

Fuseta
A pesar de su cercanía a núcleos turísticos, Fuseta ha sabido conservar su esencia auténtica, ajena aún al bullicio del turismo masivo.

Se estima que cada año, alrededor de siete millones de españoles cruzan la frontera hacia Portugal. Lisboa, Oporto, el Alentejo o el sur del Algarve figuran entre los destinos más populares. Sus azulejos, sus tranvías, sus fados y sus playas atlánticas despiertan pasiones desde Galicia hasta Andalucía.

Sin embargo, más allá de los lugares conocidos, nuestro vecino país luso guarda otros lugares secretos, alejados del bullicio, donde aún se puede experimentar la autenticidad de su vida marinera y la belleza intacta de su naturaleza. Uno de esos rincones permanece, hasta ahora, fuera del radar de muchos turistas españoles.

Isla, marismas y arena blanca, el Algarve más desconocido

Nos referimos a Fuseta, un pequeño pueblo pesquero enclavado en pleno corazón del Parque Natural de la Ría Formosa, a solo 10 kilómetros de Olhão y unos 25 kilómetros de Faro, la capital del Algarve.

Para quienes viajan desde España, la localidad más próxima es Huelva, situada a apenas una hora en coche cruzando la frontera por Ayamonte.

Justo frente a su puerto, donde los pescadores siguen remendando redes como se ha hecho durante generaciones, se despliega un verdadero paraíso natural: la Isla de Fuseta, una isla barrera de arena blanca y aguas cristalinas, accesible únicamente en ferry o en taxi acuático desde el propio muelle del pueblo.

Vista aérea de la Playa de la Fuseta en Algarve, Portugal.

La travesía dura apenas cinco minutos, pero basta para dejar atrás el continente y sumergirse en un entorno virgen, donde la laguna y el océano se encuentran en perfecta armonía bajo un cielo abierto y sin una sola construcción a la vista.

La otra cara del Algarve, naturaleza intacta y vida marina

Lo que hace tan especial a esta isla no es solo su belleza, sino su pertenencia a uno de los ecosistemas más valiosos del sur de Europa: el Parque Natural da Ria Formosa, una red de canales, marismas, bancos de arena y lagunas que se extiende a lo largo de 60 kilómetros de litoral. Es un santuario para aves migratorias, camaleones y caballitos de mar, así como un lugar excepcional para el cultivo de ostras y almejas, una actividad que da vida y sabor a esta región.

En Fuseta, el cultivo de ostras es parte del paisaje. Con la marea baja, se descubren alineaciones de criaderos que se extienden hasta el horizonte. Algunos productores locales ofrecen paseos en barco y catas al aire libre, donde el visitante puede degustarlas frescas, abiertas en el momento y aderezadas solo con un toque de limón. Una experiencia marina y gastronómica difícil de olvidar.

Laguna o mar abierto: elige tu forma de disfrutar Fuseta

La playa principal de Fuseta, situada dentro de la laguna, es ideal para familias con niños. Sus aguas son tranquilas, poco profundas y sin corrientes, lo que la convierte en un refugio seguro incluso para los más pequeños.

Por el contrario, quienes buscan mar abierto, olas suaves y arena dorada que se pierde en el horizonte, encontrarán su lugar en la Isla de Fuseta, donde no hay chiringuitos ni sombrillas, solo el rumor del Atlántico y una naturaleza que aún conserva su carácter salvaje.

Donde el tiempo sigue el ritmo de las mareas

Lo cierto es que en este lugar, la vida se mide en función de las mareas, no del reloj. Y es que Fuseta invita a desconectar, ya sea remando en kayak por los canales de la ría, u observando aves en sus migraciones o a saboreando pescado a la brasa frente al mar. No hay grandes hoteles ni carreteras saturadas. Solo un pueblo auténtico, una isla escondida y una forma de entender el turismo como celebración de lo simple.