Gemma del Caño, farmacéutica: "Nunca pensé que tendría que desmentir estos 5 bulos"
En verano hay cosas que nunca fallan: el calor, la arena hasta en los calcetines... y los bulos. Aparecen en conversaciones de chiringuito, en la playa o en la voz de esa tía que lo sabe todo porque lo ha visto en TikTok.

Cada verano lo mismo: unos vuelven y otros llegan. Los bulos ocupan muchas conversaciones de playa. Vamos a repasar cinco de los más absurdos y, por supuesto, explicar con evidencia científica por qué son mentira. La verdad es que no puedo imaginar la cara de los científicos de hace 30 años viendo cómo explicamos que no hay relación entre las gafas y el ponerte moreno.
“Las gafas de sol impiden que te pongas moreno”
Este bulo probablemente nace de una confusión bastante común entre melanina y melatonina. La melanina es el pigmento que produce el bronceado al exponerse la piel a los rayos UV. La melatonina, en cambio, es una hormona relacionada con el sueño, cuya producción sí depende de la luz que entra por los ojos, pero no tiene absolutamente nada que ver con el bronceado.

A veces se cita que, en ciertos animales, la luz percibida por los ojos puede influir en la pigmentación de la piel a través de vías hormonales. En humanos la producción de melanina depende casi por completo de la exposición directa de la piel al sol. Y punto.
Así que no, llevar gafas de sol no impide que te pongas moreno. Y si no las llevas, no es que te pongas más moreno… es que te estás friendo las retinas. El daño ocular por exposición prolongada a radiación UV puede causar desde fotofobia y cataratas hasta lesiones irreversibles en la córnea.
Así que, por favor, por salud y por estilo: gafas siempre.
“No hay que ponerse crema solar, hay que hacer callo”
El famoso “callo solar”. Qué bonito suena. Como si la piel se entrenara como un pie con ampollas y al final resistiera. Melanoma da "fav" a esto.
La piel no hace “callo solar”. Lo que hace es acumular daño, mutaciones, envejecimiento prematuro y riesgo de cáncer de piel. Cada exposición sin protección suma. No hay un momento en el que la piel diga: “¡Ah, ya me acostumbré al sol! Ahora no me pasa nada”. No, cada rayo UV cuenta.
Y si hablamos de las primeras exposiciones del verano, mucho peor. La piel lleva meses sin sol y está más vulnerable. Y no, el bronceado no protege del daño solar, es solo un síntoma del daño ya producido.
Crema solar siempre. Y reaplicada cada dos horas.
“Si te pica una medusa, orínate encima”
Esta escena está grabada en nuestra memoria gracias a películas, series y algún amigo valiente. Pero no. Mear en una picadura de medusa no solo no ayuda, puede empeorarla.
La mayoría de medusas tienen en sus tentáculos unas células llamadas cnidocitos, que contienen las toxinas. Cuando te rozan, liberan ese veneno. Pero ojo: algunos cnidocitos quedan activos en la piel y se pueden activar si los estimulas.

¿Y qué estimula esas células? El cambio de pH, la presión, el calor… justo lo que tiene la orina. Así que, mejor no jugar a médicos improvisados.
Lo correcto es:
- Lavar con agua salada (nunca dulce).
- Retirar tentáculos con pinzas, nunca a mano.
- Aplicar frío, pero no hielo directo.
- Y acudir al puesto de socorro si el dolor es fuerte o hay reacción.
“Hay que esperar dos horas después de comer o se corta la digestión”
Este bulo viene del miedo a lo que se conoce como hidrocución. ¿Existe? Sí. ¿Tiene que ver con la digestión? No del todo.
La hidrocución es un reflejo del cuerpo cuando hay un cambio brusco de temperatura, especialmente si vienes de estar al sol o haciendo ejercicio. Si justo has comido, tu sistema digestivo está usando parte de la sangre, y ese cambio repentino puede generar mareos, bajadas de tensión o incluso pérdida de conocimiento. Pero no porque estés digiriendo, sino por el conjunto de factores.

Entonces, ¿esperamos dos horas? No necesariamente. La clave está en:
- Entrar poco a poco al agua, para que el cuerpo se adapte.
- Evitar tirarse de golpe si estás muy acalorado o cansado.
- Y escuchar al cuerpo: si te sientes mal, mejor esperar un poco más
“Beber agua fría es malo en verano”
Beber agua fría no corta la digestión, ni en verano ni en invierno. El estómago regula la temperatura de lo que entra bastante rápido, y no hay evidencia de que esto afecte al proceso digestivo de forma significativa.
Tampoco te va a “resfriar”. El resfriado es una infección vírica, y no se produce por beber algo frío, sino por contacto con virus. Puede que sientas molestias si eres muy sensible o si la temperatura del agua es extremadamente baja, pero eso es otra cosa.

En resumen: si tienes calor, hidrátate como quieras. De hecho, el agua fresca se absorbe mejor que la templada, y puede ayudarte a bajar la temperatura corporal más eficientemente.
En fin, Los bulos de verano son como las croquetas del chiringuito: aparecen sin que los pidas y te los comes sin pensar. Pero la diferencia es que estos no te hacen gracia ni con caña en mano. En serio, no te cortes, diles que le vayan con el cuento a otro.