El tiempo se ‘atasca’: olas de calor y lluvias torrenciales más duraderas

Los patrones meteorológicos podrían estar cambiando en verano: las olas de calor, las sequías y las lluvias torrenciales están aumentando su persistencia con efectos catastróficos.

Cambio climático
Inundaciones en Kerala la semana pasada debidas a los monzones. Foto de Hindustantimes (AP).

Los episodios de tiempo extremo en verano se están recrudeciendo debido al calentamiento global, haciéndose más duraderos en América del Norte, Europa y algunas zonas de Asia. Cuando los días soleados, los envites de aire cálido o las tormentas permanecen más tiempo sobre un terreno sus efectos se agravan: las sequías se extienden en el tiempo, las temperaturas aumentan y las lluvias torrenciales dejan inundaciones más catastróficas. Un equipo de científicos de diversos países ha llegado a estas conclusiones, que parecen sacadas de una película de ciencia ficción.

La Tierra está envuelta de grandes corrientes de aire en la troposfera superior, las ondas planetarias, que trasportan las A y B de los mapas, los centros de alta y baja presión. “Aumenta la evidencia de que la humanidad juega con estos vientos enormes. Las emisiones de gases de efecto invernadero están distorsionando los patrones naturales”, explica Hans Joachim Schellnhuber, Director del Instituto de Investigación de Impacto Climático (PIK) de Postdam y coautor del estudio.

“Las lluvias pueden convertirse en inundaciones, los días soleados en olas de calor y los episodios de sequía en incendios forestales”

Según Schellnhuber, estas ondas están disminuyendo su velocidad atascando el tiempo de determinadas regiones. “Las lluvias pueden convertirse en inundaciones, los días soleados en olas de calor y los episodios de sequía en incendios forestales”, argumenta. Uno de sus colegas, Dim Coumou, que se encarga de la revisión del estudio en PIK, avisa: “no suena tan mal tener más días de sol, pero es un riesgo climático importante”. Este verano es un claro ejemplo. Las persistentes condiciones de calor y sequedad en Europa, Rusia y parte de los Estados Unidos están dejando incendios monstruosos y graves daños en la agricultura.

Representación esquemática de los mecanismos dinámicos propuestos en verano: (a) Debilitamiento de las trayectorias en las borrascas, (b) cambio latitudinal en las posiciones de los chorros y (c) amplificación de las ondas cuasi estacionarias.

Y esto, ¿a qué se debe?

La investigación, que fue publicada ayer en Nature Communications, conecta estos efectos con el Ártico. En este marco de calentamiento global, la zona ártica se está calentando más que el resto del hemisferio norte. Esto reduce la diferencia de temperaturas entre el Polo Norte y el Ecuador, un contraste que es la gasolina de las ondas planetarias.

“Hay una serie de factores que podrían contribuir a un mayor estancamiento de las corrientes de aire en las latitudes medias: además del calentamiento del Ártico, existe la posibilidad de que el cambio esté inducido por modificaciones en las zonas de tormenta y en los monzones tropicales”, arguye Simong Wang, revisor de la Universidad de Utah (EEUU). Al parecer las lluvias del monzón estivales en la India se están intensificando y esto también influye en las mencionadas corrientes.

¿Y en invierno?

Muchos de los recientes inviernos se han caracterizado por temperaturas extraordinariamente cálidas en el Ártico y condiciones frías más al sur, especialmente en Eurasia. La pérdida de hielo marino al parecer está debilitando el vórtice polar y esto crea, de vez en cuando, repentinos fenómenos de calentamiento estratosférico. ¿Sus consecuencias? Olas de frío más duraderas en Europa y Siberia.