El efecto hammam

¿Podrá el cambio climático alterar la evolución caótica de la atmósfera y que las predicciones a largo plazo sean más fiables? Un estudio dice que sí.

El atractor de Lorenz. Esta figura ayuda a entender el comportamiento caótico de la atmósfera y la limitación que tenemos de predecir el tiempo a largo plazo. Todas las evoluciones posibles (soluciones de las ecuaciones de los modelos matemáticos de predicción meteorológica) forman parte del atractor, lo que permite cierto grado de predecibilidad. Crédito: Paul Bourke.

Desde los inicios de la agricultura, hace unos 9.000 años, los seres humanos comenzamos a mostrar interés por anticipar las condiciones meteorológicas venideras, particularmente el tiempo a largo plazo, ya que eso permitía la planificación de las tareas agrícolas. El conocimiento de los ciclos naturales, principalmente astronómicos, empezaron a ser tenidos en cuenta, pero se mostró mucho más esquivo el caprichoso comportamiento atmosférico, mostrándose ineficaces los distintos métodos de predicción que fueron estableciéndose, sin que ninguno de ellos tuviera un fundamento científico que lo apoyara. En la actualidad, seguimos siendo incapaces de disponer de pronósticos meteorológicos fiables a más de diez días vista, aunque ahora sabemos a qué es debida esa limitación de la predecibilidad.

A principios de la década de los 60 del siglo pasado, el meteorólogo Edward Lorenz (1917-2008) descubrió de manera fortuita que el comportamiento atmosférico es caótico, de manera que la evolución futura del fluido aéreo que constituye la atmósfera depende fuertemente de las condiciones iniciales de las que parte el pronóstico, lo que explica por qué a medida que aumenta el horizonte de predicción, es menos predecible el tiempo. Es un límite impuesto por la propia naturaleza de la atmósfera, al comportarse como un sistema dinámico no lineal.

Lorenz pensó inicialmente en el bateo de las alas de una gaviota (metáfora) como el elemento perturbador, que podía modificar significativamente las condiciones atmosféricas a medida que iba transcurriendo el tiempo. Sin embargo, al final su hallazgo quedó plasmado en el famoso “efecto mariposa”; el organizador de un congreso en el participó Lorenz fue el encargado de poner el título de su conferencia y optó por referirse al lepidóptero, posiblemente por la forma similar a una mariposa que tiene el atractor de Lorenz.

Baño turco, conocido también como hammam, de donde han tomado el nombre los investigadores del trabajo dado a conocer en el presente artículo.

¿Podría el cambio climático actual alterar ese límite de la predecibilidad y que los pronósticos del tiempo a largo plazo pudieran ganar en fiabilidad?

Esta es la pregunta que ha intentado responder un equipo europeo de científicos, entre los que se encuentra la investigadora española María del Carmen Álvarez Castro, para lo cual han bautizado como “efecto hammam” a la influencia que los cambios que empiezan a observarse en los océanos –con las aguas cada vez más calientes– pueden inferir en nuestra capacidad de predecir el tiempo a más allá de diez vista. Hammam es el nombre con el que se conoce al baño turco o de vapor y significa literalmente “difusor de calor”, por ser justamente eso lo que ocurre sobre las zonas oceánicas cuyas aguas están a una temperatura particularmente alta, lo que aporta grandes cantidades de vapor de agua al aire y condiciona sobre manera las condiciones meteorológicas reinantes.

El equipo de científicos, liderado por el francés David Faranda, han dado a conocer los resultados de tan original investigación en un artículo publicado recientemente (marzo de 2019) en la revista Nature Communicatons, titulado “The hammam effect or how a warm ocean enhances large scale atmospheric predictability” (El efecto hamman o cómo un océano cálido mejora la predictibilidad a largo plazo).

Regiones oceánicas con importantes anomalías positivas en la SST (temperatura superficial del mar) registradas durante los últimos años. Mapa elaborado con datos de NCAR. Crédito: Nature Communications.

La principal conclusión a la que han llegado, es que una subida de 4 ºC en la temperatura de las aguas superficiales oceánicas (SST) cambiaría significativamente las propiedades caóticas de la atmósfera, y la predicción a largo plazo ganaría en fiabilidad. Para llegar a este resultado, los científicos han trabajado con distintas bases de datos meteorológicos globales, también con los resultados obtenidos por modelos climáticos, y han usado novedosas técnicas matemáticas aplicadas a sistemas dinámicos como el atmosférico, gracias a las cuáles han podido medir, en cada caso de estudio, la predecibilidad.

En principio, dicho así, es una noticia esperanzadora para todo aquel que aspire, por ejemplo, a planificar mejor (con mayor antelación) sus vacaciones de Semana Santa, pero la investigación también arroja un resultado inquietante, y es que los previsibles cambios en los patrones meteorológicos, inducidos por unas aguas oceánicas más cálidas, pueden suponer cambios muy profundos en la circulación atmosférica, de consecuencias imprevisibles. Todo apunta a que el clima se volverá más extremo en ese nuevo escenario climático hacia el que nos dirigimos. Eso sí, seguramente sabremos anticipar mejor la entrada en escena de esos sobresaltos meteorológicos.