Plantas que no realizan la fotosíntesis: el curioso caso de sus hojas ‘inútiles’ desconciertan a los científicos

Aunque la fotosíntesis es vital para la mayoría de las plantas, existen especies excepcionales que han renunciado a ella. Sus hojas no capturan luz y su forma de vida es fascinante.

Aunque parezca mentira hay plantas que no necesitan la fotosíntesis.


Cuando pensamos en plantas, imaginamos hojas verdes captando la luz solar para producir alimento pero embargo, no todas siguen este patrón.

Algunas especies han desarrollado estrategias únicas que les permiten sobrevivir sin realizar la fotosíntesis, un proceso considerado básico para la vida vegetal.

Estas plantas desconciertan a los científicos por su aparente contradicción biológica: tienen hojas, pero no las usan para captar la energía del sol.

En algunos casos, sus hojas carecen totalmente de clorofila, el pigmento verde esencial para la fotosíntesis o son tan reducidas que parece que no tiene dicha función.

¿Cómo viven las plantas sin fotosíntesis?

Estas especies han encontrado una alternativa para obtener los nutrientes que necesitan: vivir como parásitas o micotróficas y en lugar de producir su propio alimento, lo obtienen de otros organismos.

En el caso de las micotróficas, por ejemplo, se valen de hongos del suelo para acceder a nutrientes de otras plantas fotosintéticas siendo una cadena oculta bajo tierra, donde la planta no fotosintética se conecta a un hongo que, a su vez, está conectado a otras raíces.

Otras, como la conocida Rafflesia arnoldii, viven directamente como parásitas en las raíces o tallos de otras plantas, absorbiendo de ellas todos los nutrientes que necesitan para crecer, florecer y reproducirse.

No tiene hojas, tallo ni raíces visibles, y se alimenta completamente del tejido de su planta hospedadora. Además, emite un olor fétido similar a carne en descomposición para atraer a los insectos que ayudan a su polinización.

Ejemplos de estas plantas misteriosas

Una de las especies más famosas es la Monotropa uniflora, también conocida como “planta fantasma”, no tiene clorofila y es completamente blanca.

Vive en bosques húmedos, donde obtiene nutrientes de hongos micorrícicos asociados a las raíces de árboles cercanos.

Un reto para la ciencia botánica

Estudiar a estas plantas no solo aporta curiosidades, sino que también ayuda a comprender cómo la vida se adapta en condiciones extremas o bajo presiones evolutivas particulares.

En muchos casos, estas especies viven en hábitats muy concretos y dependen de relaciones simbióticas altamente especializadas, lo que también las hace extremadamente vulnerables al cambio climático y la deforestación.