Los turistas cambian fechas y destinos a la vista del tiempo extremo

La previsión del tiempo es clave para planificar y escoger el destino de vacaciones en función de nuestras preferencias y gustos. Diferentes expertos apuntan a una prolongación del verano en Europa, que ya está alterando los flujos turísticos y los destinos.

El turismo de sol y playa está en auge ante los episodios recurrentes de calor
Las costas y las islas son destinos cada vez más elegidos por los visitantes

La influencia de la meteorología en las actividades humanas es más que evidente. Las condiciones atmosféricas condicionan la economía, la sociedad, el territorio, los conflictos bélicos e incluso el estado de ánimo de las personas. En este artículo queremos hacer hincapié en la relación entre las olas de calor y el turismo.

La prolongación del verano hacia los extremos implica una difuminación de las estaciones del año y una transición menos evidente entre la época cálida y el invierno. Además, los episodios de calor son cada vez más frecuentes en verano en el centro y norte de Europa. Estas dos circunstancias tienen dos efectos en el turismo: una desestacionalización de los visitantes y un aumento de afluencia de personas hacia estos países que hasta ahora tenían veranos "frescos" o "suaves".

Así pues, el calendario de viajes de verano de Europa se va extendiendo hacia la primavera y el otoño: abril, mayo, septiembre y octubre. A este cambio cronológico hay que añadir una modificación territorial: los turistas empiezan a cambiar itinerarios hacia el norte de Europa y las costas.

Portavoces de agencias de viajes constatan que algunos clientes han querido "esquivar" el calor fuerte de Roma yendo a Ámsterdam, y otros han apostado por Sicilia, dónde a pesar del calor, las brisas marinas apaciguan un poco más el sofoco.

Paris es una de las capitales europeas que han pasado de veranos "frescos" a veranos cada vez más tórridos
Las olas de calor en Francia son cada vez más frecuentes, extensas e intensas

La COVID-19 ha implicado un aumento de ahorro de las familias y un afán enorme de viajar, salir y explorar. Este hecho junto a un verano extremadamente cálido y soleado en Europa están desatando un incremento de los flujos turísticos en buena parte del continente. El aeropuerto de Barcelona iguala prácticamente las operaciones de vuelos respecto al 2019 y varios países de la cuenca mediterránea están llenos de viajeros en búsqueda del sol y la playa. Algunos operadores griegos constatan que Grecia bate un número récord de visitantes y que los turistas modifican o adaptan su planificación teniendo en cuenta las altas temperaturas.

Efectos negativos

A pesar que el turismo es un sector potencialmente beneficiado por los episodios cálidos, no todo es oro lo que reluce. Cabe destacar algunos impactos negativos de esas altas temperaturas que afectan negativamente a los flujos turísticos, como, por ejemplo, los viajes en tren en Reino Unido, que sufrieron cancelaciones o retrasos debido al sobrecalentamiento de las vías. O los incendios forestales, que están azotando Francia, España, Portugal o Grecia e inducen a incertidumbre y miedo de aquellos que han escogido esos destinos turísticos.

Los retrasos o cancelaciones en trenes y los incendios forestales no son los únicos efectos de las altas temperaturas. También se notan, y mucho, en alta montaña. Algunas estaciones de los Alpes han tenido que cerrar puertas en el llamado "esquí de verano" debido al mal estado de los glaciares. Es el caso de Les Deux Alpes, en Francia, o Passo Stelvio, en Italia. Además, las empresas que organizan expediciones a cimas emblemáticas como el Mont Blanc han cancelado temporalmente su actividad a causa del riesgo importante que supone. El calor ha desestabilizado mucho los glaciares alpinos y es muy probable el desencadenamiento de aludes de hielo y rocas.