Los otros “cazadores”
Los asteroides, una amenaza continua para la Tierra y hay un grupo de investigadores que va a su estudio y su “caza”
Hace más de sesenta millones de años, un asteroide de 10 kilómetros se estrelló contra nuestro planeta, acabando con los dinosaurios. La hipótesis de que algo así pueda volver a ocurrir, está ahí.
Precisamente para concienciar a la gente de este peligro y de lo que se está haciendo para reducirlo, cada 30 de junio se celebra el Día Internacional de los asteroides, auspiciado por la ONU.Estamos en la Agencia Espacial Europea, con el equipo de cazadores de esteroides. Pero antes vamos a Viena, para una pequeña lección de historia. Hace sesenta millones de años, los dinosaurios reinaban en la Tierra.Hace más de sesenta millones de años, un asteroide de 10 kilómetros se estrelló contra nuestro planeta, acabando con los dinosaurios. La hipótesis de que algo así pueda volver a ocurrir, está ahí. Precisamente para concienciar a la gente de este peligro y de lo que se está haciendo para reducirlo, cada 30 de junio se celebra el Día Internacional de los asteroides, auspiciado por la ONU.Estamos en la Agencia Espacial Europea, con el equipo de cazadores de esteroides. Pero antes vamos a Viena, para una pequeña lección de historia. Hace sesenta millones de años, los dinosaurios reinaban en la Tierra.Ahora sólo nos quedan algunos fósiles expuestos en museos como el de Historia Natural, en Viena. Lo que terminó con los dinosaurios fue un asteroide: un pedazo de roca y metal que data de la formación del sistema solar, tal y como explica Christian Köberl, director del Museo de Historia Natural de Viena. "Hace sesenta y seis millones de años un asteroide estaba a punto de estrellarse con la Tierra. Medía 10 kilómetros, pero el cráter del impacto fue de 200 kilómetros, lo cual dice mucho sobre la enorme cantidad de energía que se genera en estos casos, equivalente a una explosión gigantesca", explica.Después, hubo terremotos y un montón de cosas desagradables, así que se el clima cambió inmediatamente. Casi dos tercios de las especies que vivían en nuestro planeta se extinguieron. Desde entonces no ha vuelto a ocurrir nada comparable. Sin embargo, y tal y como ocurrió en 2013, el riesgo está permanentemente presente. En aquella ocasión otro asteroide de 20 metros explotó en la ciudad rusa de Chelyabinsk, hiriendo a mil quinientas personas.
Su estudio nos permite aprender muchas cosas. Ludovic Ferrière, responsable de las colecciones del Museo de Historia Natural de Viena, analiza uno de los fragmentos expuestos en el museo. "Aquí hay un pedazo del meteorito de Chelyabinsk, con su corteza típica, formada durante su entrada en la atmósfera. Y si lo abrimos, podemos ver la historia de este meteorito. Esta es la parte original, que no ha cambiado mucho desde su formación, y en la que hay información sobre los inicios del sistema solar. Mientras que la parte negra, son una serie de impactos que se han ido produciendo desde su formación, hace 4.560 millones de años, hasta ahora.", explica
El asteroide de Chelyabinsk explotó en la atmósfera, aunque otros llegan a impactar contra la superficie de la Tierra.
En la colección de meteoritos de Viena, la más grande del mundo, se puede ver lo distintos que pueden ser. Pero lo que determina su peligrosidad es sobre todo el lugar del impacto. Un asteroide del tamaño de una casa puede destruir un bosque, provocar un tsunami, o alterar la atmósfera, tal y como explica Lidia Piratello, especialista: "Si el mar es poco profundo y dependiendo del tipo de sedimentos que haya en el fondo, podrían liberarse muchos gases de efecto invernadero, al evaporarse esos materiales. En ese caso el impacto climático puede ser, a largo plazo”.
¿Qué hacen los científicos para proteger nuestro planeta de los asteroides?
Aquí en la Agencia Espacial Europea, en Alemania, los equipos que velan por la seguridad están desarrollando un sistema de alerta temprana para los asteroides más pequeños, que son los más numerosos, como el que cayó en Sudáfrica hace tan solo unas semanas. Rüdiger Jehn, líder del departamento de la ESA especializado en objetos cercanos a la Tierra, comenta que el pasado día 2 de junio "hubo una gran bola de fuego en África. Aquí podemos ver cómo el asteroide, de unos dos o tres metros, entra en la atmósfera, arde y explota. Eso es lo que queremos observar porque si hubiera sido un poco mayor, quizás de 5 metros, el choque podría haber causado un daño significativo en la superficie y lo que queremos es informar a la gente de antemano.”
Con el fin de estar mejor preparados, la Agencia Espacial Europea esta construyendo un telescopio bautizado Flyeye (vista de pájaro, ndrl) que escaneará desde Sicilia los objetos espaciales pequeños y en movimiento. De hecho, la agencia vigila alrededor de 740 asteroides actualmente. Rüdiger Jehn precisa que la "tasa de detección de asteroides es de unos 200 por mes, y quizás, entre ellos, 3, 4 o 5 podrían golpear la Tierra. No hay ninguno que represente realmente una amenaza seria entre los que vigilamos. Hay muchas cosas que están en el espacio y que aún no hemos detectado, estamos buscándolas, pero de momento no hay nada por lo que tengamos que preocuparnos”.
Tanto la NASA como la agencia espacial japonesa JAXA tienen misiones para explorar asteroides, este año. La nave espacial japonesa Hayabusa 2 estudiará el asteroide Ryugu este verano. Empleará un módulo de aterrizaje alemán llamado Mascot.
Ralf Jaumann, científico planetario del centro aeroespacial alemán, DLR, explica el procedimiento: "Localizaremos el lugar para el aterrizaje y luego, el 3 de octubre, liberaremos a Mascot para que aterrice en la superficie y tome muestras de la misma. El segundo paso después de recabar esta información es dirigir la nave espacial japonesa hasta la superficie, tomar de nuevo muestras de la misma y regresar con ellas a la Tierra”.La misión permitirá afinar cómo desviar un asteroide que representa una amenaza potencial, alejándolo de la Tierra. Jaumman asegura que "no es fácil. No se pueden destruir asteroides con armas atómicas o con armas nucleares. Esto hay que saberlo. Estudiar su composición es importante para entender cómo podemos desviarlo, detener su rotación, y lograr más radiación en uno de sus lados para alejarlo la Tierra. Por lo tanto, conocer su composición y sus propiedades físicas será muy útil en la investigación de las estrategias para mitigar sus efectos”.
Así pues, se están realizando esfuerzos para evitar que la especie humana termine en un museo. Actualmente no hay ninguna amenaza inminente, pero es importante subrayar que un asteroide relativamente pequeño puede tener un efecto catastrófico.
Basta con ver el simulacro de un asteroide de cien metros que alcanza Viena y borra la ciudad del mapa. Christian Köberl, director del Museo de Historia Natual de Viena pone como ejemplo la Luna: "Sólo tenemos que observar la Luna, el objeto espacial más próximo a la Tierra. Vemos que está totalmente cubierta por cráteres, debidos a impactos. En la Tierra esto no se aprecia tan bien porque tiene una superficie geológica activa. Pero estamos siendo bombardeados por objetos del espacio, todo el tiempo. Grandes y pequeños. Los más grandes no son muy frecuentes. Pero los choques suceden, ocurrieron en el pasado y por supuesto seguirán ocurriendo en el futuro".
Se estima que el 90% de los grandes asteroides que podrían acabar con la civilización han sido localizados y rastreados. Sin embargo, entre los de 5 a 500 metros sólo se ha encontrado un pequeño porcentaje. Los científicos concentran sus esfuerzos, en ellos.
Ahora sólo nos quedan algunos fósiles expuestos en museos como el de Historia Natural, en Viena. Lo que terminó con los dinosaurios fue un asteroide: un pedazo de roca y metal que data de la formación del sistema solar, tal y como explica Christian Köberl, director del Museo de Historia Natural de Viena. "Hace sesenta y seis millones de años un asteroide estaba a punto de estrellarse con la Tierra. Medía 10 kilómetros, pero el cráter del impacto fue de 200 kilómetros, lo cual dice mucho sobre la enorme cantidad de energía que se genera en estos casos, equivalente a una explosión gigantesca", explica.Después, hubo terremotos y un montón de cosas desagradables, así que se el clima cambió inmediatamente. Casi dos tercios de las especies que vivían en nuestro planeta se extinguieron. Desde entonces no ha vuelto a ocurrir nada comparable. Sin embargo, y tal y como ocurrió en 2013, el riesgo está permanentemente presente. En aquella ocasión otro asteroide de 20 metros explotó en la ciudad rusa de Chelyabinsk, hiriendo a mil quinientas personas.
Su estudio nos permite aprender muchas cosas. Ludovic Ferrière, responsable de las colecciones del Museo de Historia Natural de Viena, analiza uno de los fragmentos expuestos en el museo. "Aquí hay un pedazo del meteorito de Chelyabinsk, con su corteza típica, formada durante su entrada en la atmósfera. Y si lo abrimos, podemos ver la historia de este meteorito. Esta es la parte original, que no ha cambiado mucho desde su formación, y en la que hay información sobre los inicios del sistema solar. Mientras que la parte negra, son una serie de impactos que se han ido produciendo desde su formación, hace 4.560 millones de años, hasta ahora.", explica
El asteroide de Chelyabinsk explotó en la atmósfera, aunque otros llegan a impactar contra la superficie de la Tierra.
En la colección de meteoritos de Viena, la más grande del mundo, se puede ver lo distintos que pueden ser. Pero lo que determina su peligrosidad es sobre todo el lugar del impacto. Un asteroide del tamaño de una casa puede destruir un bosque, provocar un tsunami, o alterar la atmósfera, tal y como explica Lidia Piratello, especialista: "Si el mar es poco profundo y dependiendo del tipo de sedimentos que haya en el fondo, podrían liberarse muchos gases de efecto invernadero, al evaporarse esos materiales. En ese caso el impacto climático puede ser, a largo plazo”.
¿Qué hacen los científicos para proteger nuestro planeta de los asteroides?
Aquí en la Agencia Espacial Europea, en Alemania, los equipos que velan por la seguridad están desarrollando un sistema de alerta temprana para los asteroides más pequeños, que son los más numerosos, como el que cayó en Sudáfrica hace tan solo unas semanas. Rüdiger Jehn, líder del departamento de la ESA especializado en objetos cercanos a la Tierra, comenta que el pasado día 2 de junio "hubo una gran bola de fuego en África. Aquí podemos ver cómo el asteroide, de unos dos o tres metros, entra en la atmósfera, arde y explota. Eso es lo que queremos observar porque si hubiera sido un poco mayor, quizás de 5 metros, el choque podría haber causado un daño significativo en la superficie y lo que queremos es informar a la gente de antemano.”
Con el fin de estar mejor preparados, la Agencia Espacial Europea esta construyendo un telescopio bautizado Flyeye (vista de pájaro, ndrl) que escaneará desde Sicilia los objetos espaciales pequeños y en movimiento. De hecho, la agencia vigila alrededor de 740 asteroides actualmente. Rüdiger Jehn precisa que la "tasa de detección de asteroides es de unos 200 por mes, y quizás, entre ellos, 3, 4 o 5 podrían golpear la Tierra. No hay ninguno que represente realmente una amenaza seria entre los que vigilamos. Hay muchas cosas que están en el espacio y que aún no hemos detectado, estamos buscándolas, pero de momento no hay nada por lo que tengamos que preocuparnos ".
Tanto la NASA como la agencia espacial japonesa JAXA tienen misiones para explorar asteroides, este año. La nave espacial japonesa Hayabusa 2 estudiará el asteroide Ryugu este verano. Empleará un módulo de aterrizaje alemán llamado Mascot.
Ralf Jaumann, científico planetario del centro aeroespacial alemán, DLR, explica el procedimiento: "Localizaremos el lugar para el aterrizaje y luego, el 3 de octubre, liberaremos a Mascot para que aterrice en la superficie y tome muestras de la misma. El segundo paso después de recabar esta información es dirigir la nave espacial japonesa hasta la superficie, tomar de nuevo muestras de la misma y regresar con ellas a la Tierra”.
La misión permitirá afinar cómo desviar un asteroide que representa una amenaza potencial, alejándolo de la Tierra. Jaumman asegura que "no es fácil. No se pueden destruir asteroides con armas atómicas o con armas nucleares. Esto hay que saberlo. Estudiar su composición es importante para entender cómo podemos desviarlo, detener su rotación, y lograr más radiación en uno de sus lados para alejarlo la Tierra. Por lo tanto, conocer su composición y sus propiedades físicas será muy útil en la investigación de las estrategias para mitigar sus efectos”.
Así pues, se están realizando esfuerzos para evitar que la especie humana termine en un museo. Actualmente no hay ninguna amenaza inminente, pero es importante subrayar que un asteroide relativamente pequeño puede tener un efecto catastrófico.
Basta con ver el simulacro de un asteroide de cien metros que alcanza Viena y borra la ciudad del mapa. Christian Köberl, director del Museo de Historia Natual de Viena pone como ejemplo la Luna: "Sólo tenemos que observar la Luna, el objeto espacial más próximo a la Tierra. Vemos que está totalmente cubierta por cráteres, debidos a impactos. En la Tierra esto no se aprecia tan bien porque tiene una superficie geológica activa. Pero estamos siendo bombardeados por objetos del espacio, todo el tiempo. Grandes y pequeños. Los más grandes no son muy frecuentes. Pero los choques suceden, ocurrieron en el pasado y por supuesto seguirán ocurriendo en el futuro".
Se estima que el 90% de los grandes asteroides que podrían acabar con la civilización han sido localizados y rastreados. Sin embargo, entre los de 5 a 500 metros sólo se ha encontrado un pequeño porcentaje. Los científicos concentran sus esfuerzos, en ellos.
ESA www.esa.int