METEOROLOGÍA Y SINDICALISMO

David del Río de MiguelRepresentante sindical de CC.OO.“La Meteorología y el Sindicalismo son dos términos que encierran conceptos sin ningún elemento en común. Es imposible relacionar en un artículo ...

Meteorología Y Sindicalismo

David del Río de Miguel

Representante sindical de CC.OO.

“La Meteorología y el Sindicalismo son dos términos que encierran conceptos sin ningún elemento en común. Es imposible relacionar en un artículo la actividad sindical con los fenómenos meteorológicos” Este pensamiento es el primero que me vino a la mente cuando los amigos de RAM, conocedores de mi responsabilidad en el Sindicato CC.OO., me pidieron que colaborara intentando relacionar en un artículo ambos conceptos. Es más, he de confesar que mi estupefacción llegó al límite máximo.

El Sindicato es una organización formada por los trabajadores y trabajadoras para defender sus legítimos intereses en el ámbito del mundo laboral. La actividad sindical siempre ha estado centrada en el análisis de la situación vivida en la empresa, el debate general, amplio y participativo sobre el entorno laboral y la elaboración de estrategias conjuntas para intentar mejorarlo. Con este fin se elaboran plataformas que contienen objetivos de mejora de las condiciones retributivas, laborales y sociales y se pone el máximo esfuerzo en intentar conseguirlas utilizando la argumentación, habilidad y sentido común en la mesa de negociación; manteniendo informados sobre el estado del proceso a todos los compañeros y compañeras de la empresa y utilizando la fuerza de la movilización, cuando es necesario, para apoyar y conseguir los objetivos económicos, laborales y sociales planteados.

¿Qué tendrá que ver esta actividad legítima, legal, conveniente y saludable, con la meteorología? ¿Querrá la dirección de la revista que hable de los derechos sindicales de los trabajadores y trabajadoras de los Centros e Institutos de Meteorología, mayoritariamente funcionarios y, por lo tanto, sujetos a los recortes y congelaciones salariales dictadas por el Ministerio de Administraciones Públicas?

Una visión más pausada sobre el tema me hizo recordar acontecimientos sindicales desarrollados en distintas condiciones meteorológicas y comprobar la influencia que dichos fenómenos habían tenido sobre ellos. El nacimiento y amplio desarrollo del movimiento sindical a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX han sido muchas veces noveladas, y posteriormente pasadas al celuloide, como avances importantes de la humanidad, a pesar de todas las resistencias de caciques, gobernantes serviles, militares e ignorantes. Todos estos procesos, los protagonizados por el campesinado, por los mineros , por los metalúrgicos o los obreros manufactureros ante el desarrollo del maquinismo, han sido presentados en medio de fuertes lluvias, frío invernal, tormentas lacerantes y barricadas entre el barro.

Posiblemente los autores hayan querido resaltar el aspecto romántico de esta lucha por el trabajo y la seguridad social, y la indiscutible figura de la lluvia como eterna acompañante de todo proceso justo y honesto, pero la ubicación geográfica de dichos acontecimientos en Francia, Inglaterra, Norte de España o Italia donde es habitual el largo invierno, húmedo , lluvioso y frío avalan la realidad de lo novelado por Emilio Zola, Víctor Hugo, o Van del Meersch, por citar solo algunos, que documentara movimientos de reivindicación e historias de huelga en la época aludida o las películas que presentan el nacimiento del sindicalismo organizado (“Novechento”, “El árbol de los zuecos”, “Germinal”, etc..) y donde no falta nunca la lluvia y la niebla junto a la represión y la muerte, aunque al final, la resurrección de un sol triunfante acompaña al restablecimiento y la consolidación de la libertad.

La actualidad sindical desarrollada en nuestro país no deja de contar con los fenómenos meteorológicos como acompañantes eternos. La huelgas durante el periodo dictatorial en la minería asturiana, en la siderurgia vasca o en los astilleros gallegos siempre estaban impregnadas de lluvia y de niebla, junto con el humo de los botes arrojados por los antidisturbios, el plomo de las balas “al aire” y la muerte negra como el humo de las fábricas.

Hasta la última manifestación prohibida, ya por el gobierno de transición y con los sindicatos legalizados, el 1º de mayo de 1977, parecía una batalla en el centro de Londres, por el efecto “smog” de la cantidad de botes de humo que los grises arrojaron sobre los trabajadores, posiblemente conscientes de que aquella podía ser su última oportunidad de enfrentarse al sindicalismo de clase.

Después, con la recién conquistada libertad sindical, producto de muchos años de lucha obrera y de enfrentamiento constante a las órdenes de ese sempiterno ministro de Gobernación, Información, Turismo y otras cuantas responsabilidades más dedicadas a coartar, cercenar, censurar, prohibir y reprimir, a los trabajadores que estrenábamos la libertad y que contagiábamos la calle de alegre libertad no podía extrañarnos que dicho personaje utilizara el único medio legal que le quedaba para impedir las manifestaciones obreras: Cientos de horas de rezos de rosarios para pedir al Cielo que lloviera torrencialmente sobre los trabajadores manifestantes que se empeñaban en luchar por sus derechos en grandes manifestaciones que colmaban las calles, demostrando que su inapelable axioma de “La calle es mía” se caía como una frágil torrecilla de arena al igual que el atadísimo régimen que hasta ese momento le había sustentado.

Lo curioso del caso es que en muchas ocasiones caían auténticos aguaceros sobre los nutridos grupos de trabajadores que marchaban en manifestación, o se agrupaban en concentraciones para conseguir mejoras en la negociación de sus convenios, pero aún así, con las banderas empapadas, el pelo chorreando y las voces trémulas por el frío y el agua, se hizo grande aquél grito unánime que recorría todas las manifestaciones de España cada vez que llovía: “La lluvia de Fraga no nos apaga”.

Meteorología Y Sindicalismo

La lucha obrera para conseguir la libertad sindical, la política y la de la conciencia y expresión se había conseguido a base de gritos, consignas y canciones en las que siempre estaban presentes los elementos meteorológicos como símbolos de luz y de limpieza: “Tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover a cántaros” cantaba Pablo Guerrero, tenía que llover tanta agua que arrastrara la amenaza, la represión y la dictadura hasta el fondo de los barrancos y germinara una nueva tierra verde donde naciera la Libertad. También Labordeta, espíritu libre y luchador donde los haya, utiliza un fenómeno meteorológico para simbolizar poéticamente la limpieza del nuevo amanecer de la Libertad “... que sea como un viento que arranque los matojos, surgiendo la verdad y limpie los caminos de siglos de destrozos contra la libertad...”

Desde entonces, y ya van 25 años de Sindicalismo en plena libertad, todas las manifestaciones sindicales han estado acompañadas de los fenómenos atmosféricos más diversos: Manifestaciones del 1º de Mayo que han comenzado bajo los auspicios de un cálido sol primaveral y han terminado inundadas por una intempestiva e imprevista tormenta; marchas de mineros recorriendo a pié la geografía española y soportando todas las inclemencias hasta llegar a Madrid; marchas por la reforma agraria integral cruzando las provincias andaluzas bajo temperaturas superiores a los 40º C o acampadas de trabajadores despedidos ante las sedes de las fábricas o de los ministerios con la constante compañía del agua, el frío, la nieve y las altas temperaturas de los veranos madrileños.

En todos los casos, las quejas constantes de las conversaciones y los debates oscilaba en torno a la dureza de las posiciones patronales o ministeriales. La meteorología, ya fuera agradable o desagradable se ha convertido en eterna compañera de los sindicalistas. Nos acompaña allá donde vamos como si quisiera transmitirnos la plena solidaridad de la Naturaleza.

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Esta entrada se publicó en Reportajes en 19 Nov 2002 por Francisco Martín León