Vida y obra de D. Josep M. Jansà Guardiola. Notas biográficas Parte III y final

Jaume Miró-Granada Gelabert, In memoriamAntic cap del Centre Meteorològic a les Balears

Jaume Miró-Granada Gelabert abraza a Josep M. Jansà el día de la entrega de su nombramiento
1980: Jaume Miró-Granada Gelabert abraza a Josep M. Jansà el día de la entrega de su nombramiento de Miembro de Honor de la Asociación Meteorológica Española.

Palabras clave: historia, meteorología, Mediterráneo, estudio, climatología, lluvias intensas, levente, viento, fenómeno adverso.

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RAM. Artículo dividido en tres partes por su extensión.

Mallorca. Meteorología: Estudios sobre fenómenos particulares. Colaboración en revistas y periódicos

En otra vertiente, dentro de la época mallorquina, podemos considerar los estudios de Jansà en los que precisa conceptos físicos, generalmente en relación con la meteorología, unos desde un elevado punto de vista científico, otros más bien en un género de divulgación sin muchas concesiones. Publicados todos en revistas del nivel adecuado. Comentemos algunos y enumeremos los más.

En «La Climatología ¿estadística o física?» (R. de G. n° 13, 1945) parte de que la Climatología clásica se ocupa de la marcha de la componente «normal» de los elementos climatológicos. La ley según la cual se suceden en el transcurso de un año los valores normales de un elemento expresa su régimen, y el clima de un lugar se caracteriza por el régimen de cada uno de los elementos. Pero estos elementos no son independientes entre sí, sino que están relacionados por leyes físicas en muchos casos conocidas. Resulta pues una radical diferencia entre las estadísticas climatológicas y la económica, o la demográfica. En Meteorología existe siempre una dependencia funcional término a término entre dos series estadísticas. Surge un problema, que puede exponerse, en términos generales, así: si se escoge un grupo de elementos meteorológicos como variables independientes, ¿cuál de los dos valores de los demás elementos es más significativo, el que se puede calcular tomando por base las medias aritméticas de los primeros y aplicando las leyes de la Física o bien el que resulta de hallar sencillamente la media aritmética de los datos observados? ¿La Climatología es Física o Estadística? La diferencia entre los resultados es siempre pequeña, pero aunque admisible cualitativamente el procedimiento, cuantitativamente no puede serlo. Por ejemplo, ¿son los vientos dominantes la consecuencia física de las presiones dominantes? No, desde luego. Jansà analiza los dos procedimientos y llega a conclusiones prácticas de interés.

La definición de la «visibilidad» en Meteorología adolece de múltiples imprecisiones. La importancia práctica de esa variable, por ejemplo en Aeronáutica, induce a Jansà en «El problema de la visibilidad» (S.M.N., Serie A, n° 5, 1946) a efectuar un exhaustivo estudio del problema y, apoyándose en Koschmieder, aclara la definición y la teoría de la visibilidad y se extiende a los conceptos de visibilidad vertical y oblicua, la del color, la nocturna y, para la fecha en que fue escrito el artículo, expone fundamentos teóricos para la medida correcta de la variable. Incluso establece precisiones para luchar contra la falta de visibilidad, en la niebla de los aeródromos, y para la reducción de la visibilidad de determinados objetos, como sucede en los casos de enmascaramiento.

En los artículos «Cuestiones de perspectiva atmosférica» (R. de G. n° 23, 1947) y «Corrigiendo la teoría del espejismo» (R. de G. n° 27, 1948) insiste Jansà en la precisión de determinados conceptos. Por ejemplo, en el primero explica como a pesar de considerarse una ilusión óptica lo que entendemos por «bóveda celeste», en meteorología no podemos sustraernos al hecho de su implicación en fenómenos ópticos tan importantes como la percepción del relieve en el seno del aire, el supuesto aplastamiento de la bóveda en el cenit, la deformación por perspectiva esférica de las formas proyectadas sobre ella, por ejemplo las nubes, la trayectoria de los aviones que se presentan a nuestra vista como curvas cóncavas hacia el centro de la tierra, la formación del anthelio o imagen del sol en un punto diametralmente opuesto de donde está, en relación con la bóveda, o «cielo», y otros que afectan a la práctica de la observación meteorológica y aeronáutica, desde el suelo o desde un punto en movimiento, como puede ser una aeronave. En el segundo artículo, pone en evidencia como no es legítimo, en física matemática, considerar el espejismo como un caso de reflexión total de un rayo luminoso en su desplazamiento en el seno de una atmósfera con estratificación inversa, con gradiente de densidad negativo.

Como se sabe, en meteorología representamos el movimiento del aire, en obediencia a las leyes de la Dinámica, sobre una tierra «esférica» mediante mapas o cartas planas usando distintos sistemas de representación. Pero las trayectorias reales de los puntos de la atmósfera al ser imaginados sobre esas cartas planas ya no cumplirán aquéllas leyes, habrán sufrido una deformación, que Jansà precisa magistralmente en su memoria «La Dinámica aparente de la Meteorología Sinóptica» (S M N Serie A, n° 19, 1948). Viene a resultar la cuestión importante de que la «fuerza ficticia engendrada por el artificio de la representación», expresada en la Dinámica aparente por un término inercial, «es del mismo orden de magnitud que las fuerzas reales». Sin embargo, en la práctica sinóptica, los meteorólogos no lo tienen en cuenta. Jansà nos lo precisa porque dice «que el motivo es que miramos la imagen, pero pensamos en el objeto; vemos una curva en la carta y decimos que es una recta aplicamos inconscientemente a la carta un sistema de geometría para el cual el término inercial se anula. En vez de decir que un centro ciclónico se desplaza a 60 km. por hora, realmente decimos que dicho centro sobre nuestra carta se desplaza con una velocidad de 6 mm. hora», de acuerdo con la escala utilizada y prescindiendo de la deformación. Como se ve, Jansà, al tiempo que aplica el rigor a la explicación del fenómeno justifica o aclara la cuestión en la práctica de la profesión meteorológica.

Dentro de esta misma idea, podría citarse la exposición de Jansà sobre los fundamentos del método sinóptico basado en el uso de la coordenada tiempo, junto con las de espacio, en la aplicación a un diagrama mixto espacio-temporal, en «Primeros resultados obtenidos con el Diagrama sinóptico mixto»(R. de G. n° 45, 1953). De este diagrama había dado anteriormente una referencia, «El sondeo horizontal y el Diagrama sinóptico temporal», en la misma revista, y luego insistió con «Los diagramas mixtos en Meteorología» (R. de G. n° 66, 1958).

El método fue ensayado en la oficina meteorológica del aeropuerto de Son Bonet, con resultado convincente, a mi modo de ver, en la predicción a corto plazo, y era una herramienta eficaz para situar en la carta sinóptica los centros de presión y las líneas frontales y extrapolar fácilmente sus futuras posiciones y, por tanto, de gran aplicación en la predicción aeronáutica al uso, de modo que el método llegó a ser utilizado durante bastante tiempo en dicha oficina. Tan solo la propia evolución de los métodos generales de predicción adoptados en el S M N pudo arrinconar un procedimiento útil el cual, ciertamente, ha sido actualizado al usarse métodos análogos ahora posibles por los avances de la informática aplicada a la Meteorología sinóptica.

Otras muchas precisiones de conceptos, relacionados con la atmósfera, fueron dadas por Jansà. Los problemas del desplazamiento de cuerpos rígidos y de esferas infinitamente dilatables en el seno del aire, como el caso de una pompa de aire caldeado, están muy bien explicados en el artículo «El campo arquimediano de la atmósfera» (R. de G. n° 48, 1953). La función térmica de la atmósfera consistente en asegurar la disipación de todo el calor solar absorbido por el suelo, tan relacionada con la corriente general atmosférica y sus consecuencias en la evolución del tiempo, es tratado en «El muro atmosférico» (R. de G. n° 53, 1955), calculando la conductibilidad específica extraordinariamente elevada de una cáscara conductora envolvente de la tierra que cumpliera aquella función.

Aunque los meteorólogos habían especulado ya sobre la posible y necesaria concentración de corrientes aéreas a latitudes medias, de componente oeste, notablemente intensas, y la generalización de los sondeos aerológicos había ido comprobando la realidad de este fenómeno, fue el «descubrimiento» de la «corriente a chorro», «jet stream», que constató la existencia de d i chas corrientes como un elemento permanente de la dinámica atmosférica. Naturalmente, no dejó Jansà de estudiar, precisar y difundir, por su importancia meteorológica, teórica y práctica, este fenómeno: primero en el artículo» La ecuación del viento térmico y la corriente a chorro» (R. de G. n° 50, 1956) y después en «La corriente a chorro mediterránea» (Saitabi, Universidad de Valencia, 1963), que relaciona con las situaciones meteorológicas en nuestro mar.

Otros artículos pueden citarse dentro de esta misma línea de pensamiento. En «La Climatología como ciencia geográfica» (R. de G. n° 1954) admite la separación de la ciencia meteorológica en dos grandes ramas, relativamente independientes, la Meteorología propiamente dicha, más Física que Geografía, y la Climatología, más Geografía que Física, una vez que se ha admitido también que los elementos climatológicos, por ser «permanentes e invariables» son susceptibles de localización geográfica. El problema concreto de la estimación de la extensión real de un meteoro y su duración efectiva, cuando se cuenta solamente con las observaciones de la red sinóptica, en puntos fijos y a horas fijas, constituyendo una red por la que pueden «escapar» a nuestra contemplación un buen número de meteoros que pueden ser de extensión no grande, pero de efectos destructores importantes, y por tanto de difícil predicción, fue tratado por Jansà en el n° 79, de la Revista de Geofísica, en 1961.

Por aquellos años sesenta, el problema, social y económico, creciente, de la energía estaba a la orden del día. El elemento meteorológico «viento» como portador de energía, la «Energía Eólica», (R. de G. n° 82,1962), necesitaba ser «explicado», expuesto a la consideración de todos; Jansà, con sus precisiones y consejos, basados en la observación y el cálculo, facilitaba las premisas fundamentales para una orientación adecuada del aprovechamiento de esa energía renovable. Asimismo, las preocupaciones en las épocas de sequía, más o menos pertinaz, derivaban hacia el problema de la «lluvia artificial». «Algunas precisiones sobre la teoría de la precipitación», (Las Ciencias, Madrid, 1957) fue un artículo tendente a poner en claro el mecanismo de la lluvia; o como dice Jansà en él, a la revelación de los varios procesos microfísicos, más o menos independientes y no exclusivos, capaces de conducir a la lluvia, de gran importancia en programas de «incremento de la precipitación», o técnicas para la «lluvia artificial».

Como hemos podido ver, muchos de sus artículos científicos fueron colaboraciones en la prestigiosa «Revista de Geofísica» y en las profesionales publicaciones oficiales del Servicio Meteorológico Nacional. Entró a formar parte del Instituto Nacional de Geofísica, Sección de Meteorología, siendo uno de sus miembros más activos. Colaboró en otras revistas importantes; en la revista científica «Iberia», desde los años 1945 al 1951, con artículos diversos sobre conceptos físicos, en una sección que él llamaba «miscelánea» con lo cual mantuvo frecuentes contactos y buena amistad con científicos peninsulares de su ámbito, como los jesuitas de los prestigiosos Observatorios del Ebro y La Cartuja, padres Romañá y Due Rojo; en la revista Las Ciencias, de Madrid, publicó varios trabajos, además del citado solicitaron su colaboración otras tales como Gaceta Matemática, Ejército, Estudios Geográficos solicitado por el geógrafo Dr. López Gómez, en Tempero, de Zaragoza, en el Boletín de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Palma de Mallorca, en donde a petición de su director, Dr. Bartomeu Barceló, dio a conocer su versión del Clima de esta ciudad. Todo ello, en el intervalo de 1945 a 1970.

Pero es que en estos mismos años hay que mencionar los veinticinco artículos que le publicó la Revista de Aeronáutica, después llamada de Aeronáutica y Astronáutica, en donde trató de temas variados, sobre todo los relacionados con la aviación, y consiguió nada menos que diez de los premios que anualmente concedía la dirección de la revista. Por si fuera poco, hay que considerar, también, la colaboración en los periódicos: desde agosto de 1943 a abril de 1952 insertó doce trabajos en el diario «Menorca», de temas varios de divulgación científica, primero con su firma y a partir de 1948 con el seudónimo ALCOR que ya había usado en su etapa menorquina. Por los años 1958 a 1962, tenía una colaboración semanal en el diario Baleares, titulada «El tiempo en Baleares», en la que glosaba las situaciones sinópticas acaecidas y, casi siempre, las acompañaba y ampliaba con la descripción en lenguaje común, pero siempre sin mengua de precisión, de los más importantes fenómenos y conceptos de interés general. Firmaba con el seudónimo ALCOR.

Todo ello no le impedía, de cuando en cuando, escribir y teorizar sobre otras cuestiones no tan relacionadas con la meteorología: en 1949, acudió con un trabajo, que fue premiado, a un certamen literario en Vic con motivo del Centenario del filósofo reusense Balmes; el 24 de febrero de 1964, el Centro de Orientación Didáctico le premió su trabajo, «Física de la Bicicleta», que fue publicado.

No puede negarse la proliferación literario-científica de Josep M. Jansà simplemente con lo ya expuesto pero es que hay más. Por aquellos años posteriores a las guerras civil y mundial, no le era fácil a un autor español, y escribiendo en español, darse a conocer en el extranjero. Durante muchos años, el intercambio de revistas y publicaciones no fue muy fluido. Por ello, y es una lástima, la obra que hasta ahora hemos citado de Jansà no era muy conocida más allá de las fronteras. Jansà, curiosamente, nunca salió de España, ni profesional ni privadamente. De todos modos, se relacionó con algún científico extranjero, como el Dr. Graff. Al respecto, estamos ahora en condiciones de mencionar una anécdota significativa de aquellos tiempos. Sería por los años cuarenta, o los primeros de la década de los cincuenta, que llegó una carta, dirigida a nombre del Dr. Josep M. Jansà al Centro de Baleares, procedente de la Academia de Ciencias Soviética, desde Moscú, en solicitud de datos climatológicos y, según creo, intercambio de boletines, revistas y trabajos meteorológicos. No existiendo relaciones diplomáticas entonces entre España y la URSS, ni comunicación postal regular, la carta produjo, mirado con la óptica del momento, una regular perturbación, tanto por la procedencia, como por el hecho de haber conseguido pasar por no sé qué filtros. Después de un pequeño conciliábulo entre varios, Jansà decidió consultar a la Jefatura de la Zona cual debía ser la actitud a adoptar, y puso la carta a disposición de dicha autoridad. Ignoramos si hubo consultas superiores pero la decisión consistió en que al ser ésta una cuestión «diplomática», la carta tenía que ser enviada al Ministerio de Asuntos Exteriores, para su particular estudio. Lo cual hizo la propia autoridad citada. De la carta y su contenido, nunca más se supo. Con lo cual se frustró lo que hubiera podido ser una importante vía de comunicación científica y, para Jansà, una apertura del conocimiento de sus trabajos a otros ámbitos no nacionales.

Mallorca. Meteorología: estudios teóricos, tesis doctoral y oposición a cátedra

Una tercera vertiente en la obra de J. M. Jansà, dentro de la época mallorquina, cabría denominarla académico-teórica. Académica, porque durante ella tuvo que compaginar la dirección del Centro y su dedicación científica, a la que de ningún modo hubiera renunciado, con la enseñanza secundaria de física y matemáticas en el Instituto Joan Alcover desde 1955, inevitable, entonces, por razones económicas. Porque preparó y se examinó de las asignaturas del doctorado, preparó su tesis doctoral y adquirió el título correspondiente y porque realizó su preparación para optar a la cátedra de Física del Aire de la Universidad de Barcelona y se presentó a las pruebas pertinentes. Teórica, porque durante la misma época fue cuando escribió sus trabajos más importantes, de más dedicación científica que vio publicados en once libros.

Puesto que ambas subvertientes están íntimamente enlazados, en el tiempo, en la materia tratada y en el esfuerzo realizado, examinemos en primer lugar su bibliografía. En 1944, la Diputación Provincial de Palma de Mallorca le publica el Manual del Informador de Meteorología, el cual rehecho en 1956 lo editó en Madrid el S.M.N. con el título Manual del Observador de Meteorología, el cual a su vez fue readaptado en 1968 y reeditado ya muy recientemente. Sin lugar a dudas, éste ha sido un libro, en cualquiera de sus versiones según las épocas, que ha constituido el libro de consulta imprescindible de todos cuantos han sido y son profesionales de la meteorología, a cualquier nivel, en España y en muchos países de habla hispánica. En el año 1950, el Instituto de Geofísica, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, le publica El método de amortiguación aplicado a la Meteorología, del cual habremos de tratar en seguida. El mismo año, la Editorial revista Ibérica saca ¿En qué se parece la Atmósfera...?, curioso librillo en el que Jansà analiza diversos aspectos de la atmósfera, de los fenómenos que en ella acaecen, y los compara con otros propios de otros campos de actividades, con lo que logra acercar la Meteorología al gran público e incluso a personas de relieve ajenas a dicha ciencia. En los tres años 1959, 1960 y 1961 el S.M.N. publica los cuatro tomos de la obra magna de D. Josep M. Jansà, Meteorólogo y Doctor en Ciencias Físicas, su Meteorología Teórica. Sus títulos son: «Termodinámica de la Atmósfera», «Estática y Cinemática», «Dinámica» y «Física del Aire». Es un tratado casi exhaustivo de todo cuanto en el plano teórico debe conocer quién tenga que dedicar su atención, profesionalmente o no, a la meteorología. No es extraño, pues, que la Meteorología Teórica de Jansà, el «Jansà» por antonomasia, haya servido y sirve todavía de texto a numerosos meteorólogos de habla española. Es una obra con una tremenda densidad de desarrollos matemáticos, que recorre todos los aspectos de la física atmosférica sin necesidad de recurrir a la bibliografía, reelaborada de memoria. Es una obra de artesanía. Recordemos que cuando fue escrita no podía contarse con procedimientos auxiliares; fue hecha a mano, salvo el paso al mecanografiado del original, en el cual recibió la ayuda necesaria.

En el prólogo del primer tomo, del propio Jansà, se nos advierte modestamente que el propósito «es llenar, en cierto modo, la laguna existente en castellano de una obra de conjunto sobre la Meteorología... No pretendemos hacer una enciclopedia, sino más bien una guía para principiante, algo así como un curso de iniciación. Las ideas básicas están aquí, o, por lo menos, éste ha sido nuestro propósito. Hay de todo un poco, con tal que este poco sea fundamental». Pero hace Jansà una advertencia: «En el fondo de esta Meteorología teórica hay una tesis, que en ningún momento queremos perder de vista, y es ésta: la Meteorología es Física y nada más que Física». Pensamos que la tesis citada está presente en todos los trabajos escritos por J. M. Jansà, Doctor en Ciencia Físicas, tanto antes como después de la consecución de este Titulo Académico.

Sobre Climatología escribió Jansà dos libros: Nociones de Climatología General y de Menorca, que se publicó en Maó en 1961, como ya hemos señalado, y el Curso de Climatología, en 1969, por el S.M.N. Este fue su último libro, que salió a luz cuando él ya estaba en Madrid. La obra, que llenaba también un vacío de la bibliografía meteorológica española, esta escrita en la misma línea adoptada en su Meteorología Teórica, a la cual completa dándole un significado de aplicación. En una primera parte trata de los métodos de trabajo propios de la climatología, principalmente métodos estadísticos, abordados desde su base; presenta después los conceptos fundamentales de Climatología General, precisando y delimitando la parte que puede tener de ciencia geográfica; por último, atiende al problema de clasificación de los climas. Añade unos capítulos interesantes: microclimatología, climas de la atmósfera libre, climatología marítima y termina con un repaso a la investigación sobre las variaciones del clima. En este tema, tan de actualidad, y que Jansà trató 25 o 30 años atrás, examina las hipótesis posibles sobre un cambio climático pero hace mención particular de la del contenido de anhídrido carbónico en la atmósfera, y su incidencia sobre el efecto invernadero, sin excluir como una causa del incremento de ese contenido a los incendios forestales y a las consecuencias físicas que de ellos se derivan. En las fechas en que se gestó la obra, no eran conocidas las disminuciones localizadas de la concentración del ozono estratosférico, ni se hablaba, por tanto, de causas antropogénicas y de su repercusión en variaciones climáticas. Para Jansà, «la evolución comprobada del clima no ha sido nunca uniforme ni homogénea... No se reduce a un tipo climático común, sino a un mosaico de tipos climáticos (como ocurre en la actualidad) y los cambios climáticos se reducen en realidad a una reordenación de dicho mosaico». Es decir: Jansà se situaría hoy en día entre el grupo de climatólogos de evolución moderada, normal, lejos de catastrofismos basados en interpretaciones de modelos climáticos quizás no bien ajustados.

Reanuda sus estudios académicos, tan largamente aplazados, en el curso 1945-46 cuando, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid se examina de asignaturas para el doctorado, en enseñanza no oficial. Logra las calificaciones de Sobresaliente en Astronomía Física y las de Sobresaliente con Matrícula de Honor en las de Meteorología y de Física Matemática.

Para su tesis doctoral eligió el tema «El método de amortiguación aplicado a la Meteorología», publicado después como libro, según hemos dicho, tema que con tener una proyección práctica en la previsión del tiempo tenía, como tesis y por ser normal en la obra de Jansà, un perfecto planteamiento físico-matemático. Su entrañable compañero y viejo amigo, el Profesor Dr. Francisco Morán Samaniego, eminente meteorólogo, Jefe de la Sección de Investigación del S.M.N. y catedrático de Física del Aire de la Universidad de Madrid, dirigió la tesis. El Dr. Morán tenía justa fama de ser muy riguroso y exigente con las tesis de sus doctorandos. Su amistad con Jansà no fue causa excluyente de estas condiciones. En junio de 1947 se celebraron los ejercicios para el Grado de Doctor en Ciencias Físicas, que obtuvo con la calificación de aprobado. Años después volvió Jansà al mismo tema, en «Algunos perfeccionamientos en Meteorología Amortiguada» (Las Ciencias, Madrid, 1958) y más tarde aún en «Meteorología Amortiguada y Previsión Numérica» (R. de G., n° 87, 1963), en la que aplica a la fundamental ecuación de Rossby los métodos de la amortiguación en la construcción de mapas sinópticos, por procesos gráficos, con grandes ventajas para la predicción del tiempo a plazos corto y medio. Todo el ímprobo trabajo para el cálculo de coeficientes y demás valores para la aplicación de las ecuaciones a la rutina de la predicción fue hecho a mano, con los métodos de que disponía — tabla de logaritmos, etc.— tan penosos y tan distintos de los informáticos de que pudo disponerse poco después y que permitieron introducir la amortiguación en la predicción numérica.

El Sr. Tirso Pons, Presidente del Consell Insular de Menorca entrega a Josep M. Jansà
1987: El Sr. Tirso Pons, Presidente del Consell Insular de Menorca entrega a Josep M. Jansà el nombramiento de Miembro de Honor del Institut Menorquí d’Estudis.

De ningún modo puede hablarse de fracaso el hecho de que no consiguiera la Cátedra de Física del Aire de la Universidad de Barcelona, a la que optó en las oposiciones celebradas en Madrid en el año 1953, bajo la presidencia de D. Julio Palacios, y en las cuales Josep M. Jansà obtuvo dos votos del tribunal examinador. A pesar del trabajo agotador, profesional, académico y de investigación que pesaba sobre él, en aquellas fechas, su preparación para su opción a cátedra era óptima con seguridad y su «curriculum» inmejorable. En 1953 había publicado, según hemos visto, magistralmente, casi todo sobre física de la atmósfera; prácticamente tenía escrita casi toda su «Meteorología Teórica», con un programa que previamente había establecido, extenso y muy completo. En la oposición tuvo que luchar, esto sí, con un contrincante joven y preparadísimo: el meteorólogo y Doctor en Físicas Sr. Aspíroz, fallecido, por cierto, pocos años después en plena juventud. El Dr. Jansà cumplía en aquel entonces cincuenta y dos años. A su regreso a Palma, días después de realizadas las oposiciones, me confesó que, en algunos momentos durante su exposición oral, habíale fallado la memoria. Y me dijo: a partir de los cuarenta, no hay que realizar exámenes orales, pues todos estamos expuestos a esos fallos.

Madrid. Cargos, Servicio Meteorológico. Universidad y jubilación

Pero el tiempo pasa y los escalafones se mueven y, aunque no sea más que por motivo de jubilación, los funcionarios de plantilla van colocándose en los primeros puestos. Por Orden Ministerial del 8 de Julio de 1966 se asciende a D. Josep M. Jansà Guardiola, dentro de la Administración Civil del Estado a la categoría de Inspector del S M N, con residencia en Madrid, y se le nombra Subjefe de la Oficina Central y Jefe de la Sección de Climatología. Cesa, por tanto, Jansà en la Jefatura del Centro Meteorológico de Baleares, termina su etapa mallorquina que ha durado 25 años y tiene que trasladarse a Madrid, con su esposa Dª Emilia y sus cuatro hijos que están ya en su edad universitaria. El traslado se demora unos meses por diversos motivos, pero al fin, tras unos actos de adhesión a su persona y de homenaje a su personalidad, hemos de despedirnos de él, todos los que durante más o menos tiempo hemos trabajado a sus órdenes, con sincero sentimiento. Tanto Eduardo Jaume como yo mismo, que de forma sucesiva le reemplazamos en la dirección del Centro, pudimos darnos perfecta cuenta que mantener el prestigio alcanzado por éste tenía que ser una misión prácticamente imposible, en particular a niveles científico y de organización. Sin embargo, a nivel operativo, se pudo mantener el buen funcionamiento del Centro, que era una característica de amplio reconocimiento, por el camino de seguir las directrices que durante años había dictado Jansà, a las que todo el personal estábamos habituados, y dentro de las cuales tuvo este mismo personal la profesionalidad de mantenerse en su trabajo, con comprensión de las pequeñas variaciones que las circunstancias podía imponer, y teniendo la gentileza de facilitar en grado sumo la tarea de quienes tuvimos la responsabilidad de asumir la tarea que tan felizmente había llevado a cabo D. Josep María.

En la Oficina Central, y en todo el Servicio Meteorológico desde luego, era conocido el prestigio de Jansà, y aunque no conocemos los detalles de su actuación en relación con su nuevo ambiente profesional, no sabemos que tuviera dificultades en este sentido. Fue muy apreciado y de forma amable y simpática se han contado algunas anécdotas sobre el modo de comprensión por sus nuevos compañeros, al principio de su conocimiento con él, de su forma de pronunciar en castellano algunas sílabas, debido a conservar un cierto deje balear, menorquín, y a la leve dificultad de dicción que ya mencionamos tenía para algunos sonidos. Para el curso 1967-68, y siguientes, se le nombró Encargado de la cátedra de Climatología de la Universidad Complutense de Madrid que estaba encuadrada en la especialidad de Física de la Tierra y del Cosmos, cuya rama meteorológica dirigía por entonces el Profesor Morán. Su «Curso de Climatología», reeditado hace poco en virtud de su amplia difusión, fue un texto adecuado. Llegado al número uno del escalafón del Cuerpo de Meteorólogos, el 21 de abril de 1970 es nombrado Jefe de la Oficina Central, el cargo más alto alcanzable entonces por un meteorólogo. Poco más de un año ejercería este cargo, puesto que cumplidos setenta años, el día 18 de julio de 1971 se le concede la jubilación. Y la familia Jansà preparará el retorno a Menorca, a su isla.

Menorca. Vida de jubilado y honores

Jansà se instala nuevamente en Maó, en un piso cercano a la plaza de la Explanada en la que estuvo situado el Observatorio que él mismo creó en su anterior etapa menorquina. Al principio, como la mayoría de jubilados, no se resigna a permanecer alejado de temas relacionados con las ciencias físicas y acepta la propuesta de una editorial de Bilbao para la traducción y revisión de importantes obras extranjeras técnicas o científicas, lo que le tendrá ocupada su atención por espacio de varios meses. Pero su estado de salud le va a impedir continuar dedicándose a la ciencia. Desmejora lenta pero ostensiblemente. En este largo ocaso, Emilia refuerza más, si cabe aun más, desde su casamiento, su dedicación y su total apoyo a Josep María. Siempre con la sonrisa en la cara y animándole siempre con la agradable y cantarina voz característica de ella, de Emilia.

Entre sus amigos, y en medios científicos y culturales, le tuvimos muy presente. No podía ser de otra manera; su obra, como hemos visto, era tan extensa, que en la solución de problemas de orden profesional, en la interpretación de conceptos de índole variada en el campo de la ciencia, la referencia a Jansà era obligada. ¿Cómo se ha expresado Jansà en tal o cuál asunto?. Como cita curiosa, casi de actualidad: tengo ante mi vista un recorte de periódico. Es del periódico Menorca; inserta una colaboración especial, firmada por ALCOR y fechada en San Luis Agosto 1951. Se titula «Un remolino» y describe «un meteoro de cierta violencia,... que ocasionó el derrumbamiento de los últimos molinos de viento que quedaban en Maó y San Luis y tronchó y descuajó buen número de árboles...». Unas pocas semanas hace, la prensa de Mallorca ha dado la noticia de un meteoro violentísimo acaecido en la isla, de efectos parecidos al citado y explicado por Jansà. Aquí se ha hablado de vórtices, huracanes, «caps de fibló», etc., correctamente. Se han usado en su descripción «imágenes satelitarias», «de radar meteorológico», de «sistemas convectivos mesoescalares», muy correctamente también, meteorológicamente hablando. Pero Jansà, utilizando los escasos medios sinópticos propios de aquellos días, proporcionó una descripción y una explicación inmejorables del meteoro, de «su remolino» de las causas físicas de su génesis y de su desarrollo, de su energía y de sus efectos violentos, aplicables con pocos ajustes al fenómeno que asoló recientemente una parte de nuestras tierras de «llevant».

No se le olvidaba. En 1980, la Asociación Meteorológica Española (A M E) celebró sus XI Jornadas en Menorca y Mallorca. A mí me cupo la satisfacción, como Presidente de la AME en aquella ocasión, de entregar emocionadamente a D. Josep M. Jansà una placa con el nombramiento de Socio de Honor de dicha Asociación. En 1978, el Presidente del Consell Insular de Menorca y del Institut d’Estudis, Sr. Tirso Pons, le hizo entrega de un pergamino como Miembro de Honor de esta última entidad.

Josep M. Jansà: el hombre. Fallecimiento

Ya he citado al principio, que estuve 25 años con Jansà, profesionalmente hablando, en su época mallorquina. Mis primeros años, cinco o seis, en las propias oficinas del Centro, en la Jefatura de Aviación. Los otros, trabajando en la Oficina Meteorológica del Aeropuerto, en Son Bonet y después en Son Sant Joan. Es decir, no en contacto inmediato; pero mis visitas a su despacho eran bastante frecuentes: por motivos profesionales pero también por motivos de amistad y, también, por otros que podríamos llamar didácticos, por mi afán de aprender meteorología. Está claro que no podía tener mejor maestro, que colmara las deficiencias de mi preparación en la materia y en muchas otras del campo científico y cultural. En mi deseo de dar explicación a fenómenos que contemplaba o intuía y de los cuales no tenía clara comprensión, le preguntaba directamente a Jansà sobre mis dudas. Sus explicaciones eran siempre convincentes, pero a menudo se suscitaba cierta controversia que a veces condujo a Jansà a escribir alguno de sus magistrales artículos. Cierta vez le expresé, ingenuamente, mi queja por haber basado él, en nuestra conversación y mi pregunta, la elaboración y publicación del asunto debatido. Su contestación fue rápida y contundente: ¿por qué no lo ha escrito usted?. Fue una lección para mí magnífica, nunca olvidada y siempre agradecida.

En el transcurso de estas páginas, seguramente deslavazadas, he contado reacciones personales de Jansà en relación con asuntos acaecidos durante la dirección del Centro. No sé si con ello he podido mostrar la faceta humana de Jansà de forma acertada. Muchos sucedidos, muchas anécdotas podríamos contar al respecto los que tuvimos la suerte de trabajar con él. Jansà poseía un gran sentido del humor. No es raro que a veces, cuando ahora nos reunimos los que fuimos amigos suyos, sonriamos y hasta nos riamos francamente al recordar algunos de los múltiples chistes con que casi siempre amenizaba su conversación. Chistes que nunca, nunca, rozaban la inconveniencia. Eran de buena clase. De los que el mismo se reía cuando opinaba que podían afectarle propiamente. Por ejemplo, ya en su edad avanzada, con ocasión del nombramiento de Socio de Honor de la A. M. E., que he citado, en Maó. En la entrega, debió ser dicho, por alguien. «...como reconocimiento a su alta personalidad...». Su respuesta fue por este estilo: «ya sé que no soy de gran estatura, pero considerada con relación al nivel del mar esto carece de importancia». Y añadió: «además, cuando estoy sentado no se nota», y se puso a reír a carcajadas. Esto, además de ser una prueba de que conservaba, entonces, su viveza habitual mostraba además la inteligencia de su ser.

Todos los años, por San Josep, solíamos acudir a su domicilio, en Palma, por la tarde, a felicitarle. Ya conocíamos el mobiliario de la casa, diseñado por el propio Jansà, y quizás construido en parte por él mismo en magnífica madera noble: era de un estilo cubista puro. Nos obsequiaba Doña Emilia con «pastissets», al gusto menorquín, hechos mismamente caseros, que estaban riquísimos y que hacían las delicias de D. Josep María, el cual, ya lo sabíamos, era goloso, laminero. Se acompañaban con clásicos vinos o licores dulces; pero servidos siempre en copas muy pequeñas. Se podía repetir, desde luego, pero la cantidad a tomar no podía, por ello, ser grande. Laminero sí, pero muy austero para el alcohol, también.

¿Cómo era Jansà, el hombre?

Introduzcamos alguna anécdota más, personal. Estando yo en mi destino, en la Oficina Meteorológica de Son Bonet, recibí el encargo de Jansà de realizar un determinado trabajo, sobre un asunto cuyo tema no recuerdo, quizás algo relacionado con la meteorología de los aeropuertos en general, no específico de Son Bonet, trabajo ordenado posiblemente por la Dirección del S M N. Abrumado como estaba yo, en aquella época, por el trabajo propio de la oficina, puede que fuera en temporada alta de turismo y, por tanto, de tránsito aéreo, y por mis compromisos por clases en colegios y particulares, cosa que teníamos que hacer los funcionarios en tiempos en que había que complementar nuestra escasa paga mensual, con esos u otros menesteres, para poder satisfacer un modesto presupuesto económico, me quejé a él directamente y le insinué que posiblemente alguna otra persona podría cumplimentar mejor su encargo. La respuesta, por teléfono, de Jansà fue la que sigue. «Ya sé que usted está muy ocupado, pero la experiencia me dice que aquellas personas que tienen mucho trabajo son las que son capaces de encontrar el tiempo suficiente para encargarse de trabajar todavía más». No había réplica posible. Creo recordar que, lamentablemente, no debí estar entonces a la altura de las circunstancias, pues me parece que no pude acabar el trabajo que me había encargado en el plazo señalado. Jansà nunca me reconvino por esto. Siempre se lo he agradecido.

Don Josep María siempre me trató con el apelativo de usted. Recuerdo que en una ocasión, cuando ya llevaba años con él, le insinué que, por favor, me tuteara. Estuvo conforme, con una condición: que yo le tuteara también. Me negué, no me consideraba capaz de hacerlo. Continuamos con el tratamiento de usted toda la vida.

Un año, poco más o menos, antes de su muerte, algunos realizamos un viaje rápido a Maó, al objeto único de visitarle. Apenas pudo reconocernos, tan sólo cuando, como ráfagas, brillaba en su mirada una chispa de memoria. Pero, enseguida, le preguntaba a Emilia: ¿quiénes son éstos? Emilia, como siempre a su lado; ahora más que nunca, si es posible este más, su apoyo firme.

Josep M. Jansà era una persona sencilla, en sus costumbres y en su vida, pero dotada de una gran personalidad, nunca impuesta sino reconocida al poco tiempo de tratarlo. Era un creyente fervoroso, mejor dicho, un científico cristiano. Preguntado en alguna ocasión cómo podía compaginarse el ejercicio de la ciencia con la fe religiosa, su respuesta era contundente. «Esto siempre lo he tenido muy claro: en la búsqueda de la verdad de las cosas hay que seguir el rigor científico; en la búsqueda de la Verdad, hay que apoyarse en el Dogma». Pero esta idea ya la había expresado muchos años antes: la había escrito en su articulo «Sobre el materialismo científico», publicado en El bien público, diario de Maó, en diciembre de 1929.

Falleció en Julio de 1994, a los 93 años de edad, en la compañía de Emilia y de sus hijos. Ya dijimos entonces: Todos los que han sido sus subordinados le reconocen como maestro, consejero... Todos están de acuerdo en la afirmación de que el eminente científico Josep M. Jansà Guardiola era un «hombre bueno», un «hombre muy bueno».

Viene de:

Parte I https://www.tiempo.com/ram/29216/vida-y-obra-de-d-josep-m-jansa-guardiola-notas-biograficas-parte-i/

Parte II https://www.tiempo.com/ram/29316/vida-y-obra-de-d-josep-m-jansa-guardiola-notas-biograficas-parte-ii/

Esta entrada se publicó en Reportajes en 06 Ene 2013 por Francisco Martín León