Vida y obra de D. Josep M. Jansà Guardiola. Notas biográficas Parte II

Jaume Miró-Granada Gelabert, In memoriam. Antic cap del Centre Meteorològic a les Balears

Palabras clave: historia, meteorología, Mediterráneo, estudio, climatología, lluvias intensas, levente, viento, fenómeno adverso

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RAM. Artículo dividido en tres partes por su extensión.

La primera parte apareció en:

https://www.tiempo.com/ram/29216/vida-y-obra-de-d-josep-m-jansa-guardiola-notas-biograficas-parte-i/

Menorca. Época 1936-1939

Del período julio 1936-abril 1939 hemos leído, en la revista La Meteorología, publicada por el Instituto Nacional de Meteorología, y transcribimos, lo siguiente: «Al estallar la Guerra Civil el desorden en Menorca, que se mantendrá republicana casi hasta el final, es grande. La venganza y la persecución son implacables. La familia Jansà, profundamente religiosa, pierde a un miembro, Francesc, hermano de Josep María, sacerdote, que es fusilado. Y se dispersa y esconde. Luego vuelve un orden relativo y los ánimos se serenan algo. Por entonces, hacia 1938, surge una necesidad imperiosa, hay que dar apoyo meteorológico a la aviación, no sólo a los aviones militares, sino a los comerciales franceses que cubren la ruta Marsella-Argel, que no puede hacer escala en Palma, zona «nacional», y tienen que tocar Menorca. J. M. Jansà es localizado y requerido para organizar el servicio. Cierra el Observatorio de la Base Naval y establece uno en la ciudad (que funcionará hasta finales de los 60) y puntos de observación en el Aeródromo de Sant Lluís y en el Puerto de Fornells, entre otros. Cuenta con un ayudante, Terrés, y varios informadores. En Palma, se organiza una Jefatura de Meteorología de la Zona Aérea, con meteorólogos italianos y españoles, que va a dirigir Inocencio Font.

Nos han contado: acabada la guerra, una persona se personó en el domicilio de los Jansà, en Maó, con la pretensión de informarles y darles a conocer el nombre del autor de la muerte del hermano sacerdote; D. Josep M., que había perdonado, ni siquiera quiso recibir a esa persona. En esa misma época, falleció D. Josep Jansà Capdevila, el padre de Josep María.

Mallorca. Nombramiento y traslado

Terminada la Guerra Civil, el gobierno reorganizó por decreto el servicio meteorológico español que, como consecuencia de ella, había quedado dividido, constituyéndolo como Servicio Meteorológico Nacional en 1940 adscrito al recién creado Ministerio del Aire y militarizó a los componentes de las escalas Facultativa de Meteorólogos y Técnica de Ayudantes de Meteorología, que junto con la de Administrativo-Calculadores formaban las tres escalas del Servicio, y les asignó la equiparación militar de «asimilados», más adelante reducida a «considerados», con sus empleos y distintivos correlacionados con las categorías existentes en la Administración Civil, que conservaron los funcionarios de las tres escalas.

Previa una denominada depuración efectuada entre el personal al cual le había correspondido realizar sus funciones en la llamada zona republicana, depuración a la que tuvo que someterse Josep M. Jansà, se establecieron unas plantillas para las tres escalas y se procedió a cubrirlas con los respectivos funcionarios. Como queda dicho, Jansà fue nombrado Jefe del Centro Meteorológico de Baleares, cargo que comprendía el de Jefe de Meteorología de la Zona Aérea de Baleares. Las oficinas del Centro estaban instaladas en un ático del edificio que ocupaba la Zona y el Observatorio de Palma de Mallorca en una pequeña habitación situada en las terrazas superiores del mismo edificio, en área urbana. El instrumental de intemperie se repartía entre estas terrazas y el jardín de la casa, no muy amplio, en donde estaba emplazada la garita meteorológica. Este observatorio, constituido como un punto de las redes sinópticas nacional e internacional, y como representativo de la condiciones climáticas de la ciudad de Palma y su entorno, fue desde el año 1936 el continuador del que estuvo funcionando en el Instituto de 2a Enseñanza, en sus dos ubicaciones: la última en Vía Alemania y la inicial, cuando su creación, en la calle de Montesión. Una de las primeras preocupaciones del Sr. Jansà fue la homogeneización de las dos primeras series de observaciones con la que se estaba construyendo en la calle de Enrique Lladó, en la citada Jefatura de la Zona.

Bajo la dependencia orgánica de Jansà funcionaban el Observatorio de Maó, que él había trasladado desde la Base Naval a un edificio alquilado de la plaza de la Explanada, los de las Bases Aéreas de Pollença y de la isla de Formentera, estos servidos por personal militar, y el de nueva creación instalado en el aeródromo de es Codolar, en Eivissa. Pronto empezó a funcionar también el observatorio del aeropuerto de Son Bonet, bien dotado de material, que se incorporó a la red sinóptica. Una estación meteorológica de ayuda aeronáutica continuaba operando en la cercana Base Aérea de Son Sant Joan. Con estos «mimbres» inició Jansà la confección y descripción del clima de las Islas Baleares, que fue perfeccionando continuamente.

Mallorca. Servicio Meteorológico Nacional. Organización del Centro Meteorológico de Baleares

Desde el momento de su toma de posesión de la jefatura del Centro, Jansà desarrolló y llevó a cabo de modo inmejorable, una gigantesca tarea. Para su perfecta y completa comprensión hay que estudiar con alguna detención sus diversos aspectos: la organización y la dirección de la actividad meteorológica y funcional del Centro; el estudio casi exhaustivo de la meteorología mediterránea y del clima balear; la dedicación científica, a la que de ningún modo hubiera renunciado; la dedicación a la enseñanza secundaria de física y matemáticas, inevitable entonces por razones económicas, etc. Y en todos estos aspectos importa poner de manifiesto en que consistía la impronta de Jansà en ellos.

Sus dotes para la organización y el mando, con ideas muy claras y una autoridad indiscutida, le permitieron ejercer una dirección muy eficiente. Prácticamente, la totalidad del personal profesional que estábamos a sus órdenes sabíamos que esta autoridad se ejercía siempre sin opresión, sin notarse, sin que mediara una palabra que pudiera sonar como una orden. Cuando tenía que hacer una recomendación, o incluso una reconvención, más o menos seria, la expresaba en el seno de una conversación en términos que podían parecer generales, pero que calaban plácidamente en la persona a la que iba dirigida. En muy pocas veces le vimos modificar esta actitud y adoptar una forma más severa: en tal caso, no nos fallaba la suposición de a quién podía estar dirigida la reconvención o advertencia.

Sobre una base ya establecida por Inocencio Font, anterior Jefe de Meteorología de la Zona Aérea de Baleares, que en realidad funcionaba ya como Centro Meteorológico, Josep M. Jansà procedió a la organización del Centro recién creado. Y lo hizo, al principio al modo de funcionamiento de la Oficina Central del S. M. N., instalada entonces en el edificio del parque del Retiro, en Madrid. Es decir, con su oficina de Predicción que emitía Boletines diarios para el área de Baleares dirigidos a autoridades civiles y militares y medios de comunicación al público en general; de esta oficina se encargó directamente Jansà, con personal auxiliar técnico, de cartografía y de recepción de partes por radio, de lo cual se encargaba personal militar de Aviación. La predicción del tiempo resultaba ser un trabajo muy comprometido pues no hay que olvidar que por aquellas fechas, y durante algunos años, no se disponía de información procedente de los países enzarzados en la segunda guerra mundial. Apenas se podía disponer de los partes de España y Portugal y pocos más, de modo que con la escasez de datos con que se dibujaban los mapas sinópticos tan sólo una persona muy experimentada como Jansà podía sacar provecho de ellos y salir airoso en su cometido. De la climatología balear se encargó personalmente el propio Jansà ayudado por los administrativo-calculadores, consiguiendo un gran aprovechamiento de los datos existentes y elaborando la climatología de la región con la meticulosidad y rigor que tendremos nueva ocasión de comentar.

La red pluviométrica, que se había montado antes de 1936 y que pertenecía, como se ha dicho, a la Diputación Provincial, pasó a depender del Centro, por un convenio que fue establecido. El Sr. Anckerman que era el coordinador de esta red quedó adscrito al Centro, en calidad de colaborador. A partir de entonces, Jansà organizó una red termopluviométrica de densidad adecuada y buena operatividad para que sus datos, como complementarios de los ya existentes, sirvieran de base para el trazado de mapas pluviométricos e hidrológicos, lo suficientemente representativos de las posibilidades reales de las islas en materia de agua aprovechable para las futuras demandas de ella, que forzosamente habrían de presentarse con un previsto inminente desarrollo industrial, primero, y con un extraordinario crecimiento turístico esperado para pocos años después. Jansà inició una inteligente política de contactos con estamentos agrícolas, industriales, de obras públicas y redes eléctricas, con el magisterio y ayuntamientos, etc., es decir con personas y entidades que accedieran a establecer y mantener puntos estables de la citada red. Tenía también interés en conseguir un fructuoso intercambio de datos con los procedentes de estaciones creadas por otros estamentos, por ejemplo con los que tenían pluviómetros instalados en puntos de la zona montañosa de Mallorca, como contribución al proyecto de construcción de embalses. Paulatinamente se fue pasando de tener una red constituida por no muchas estaciones a la red densa y eficaz que operaba francamente bien en la década de los años sesenta.

El buen éxito de cooperación obtenido se debió en gran parte a la creación, y publicación rigurosamente sistemática, del Boletín Mensual del Centro Meteorológico de Baleares, en 1943. Jansà logró que los datos, cada vez más numerosos y correctos, publicados sin demora, puntualmente todos los meses en el Boletín, remitidos por los colaboradores produjeran en ellos una gran emulación y un fuerte sentido de responsabilidad en las tareas de la observación, del cuidado del instrumental y de la pulcritud en la toma de los datos. Además, sus famosas páginas de divulgación meteorológica expandieron un conocimiento de la ciencia del tiempo francamente apreciable.

En esta primera fase organizativa del Centro, no debió serle fácil a Jansà encauzar las líneas de actuación que se había propuesto. Todo el servicio meteorológico estaba en evolución y los planes de los jefes de Centro venían subordinados a los generales planteados a la Oficina Central: reordenación de redes de observación; sustitución de instrumental inadecuado u obsoleto por otro moderno y eficaz; cooperación internacional en revisión; obras en nuevas o renovadas estructuras; reorganización de las plantillas de personal funcionario y contratado, coordinación con personal militar y colaborador, etc., etc. Pasaron varios meses antes de que los que estábamos a las inmediatas órdenes de Jansà recibiéramos de él mandatos e instrucciones para trabajos específicos, además de los normales para un funcionamiento rutinario del Centro, que permitieran contemplar un efectivo aumento y mejora de las actividades que cabía esperar. En alguna ocasión, el propio Jansà nos manifestó su contrariedad por no tener estructurado todavía por completo el plan que estaba construyendo, pero nos dábamos cuenta que había demasiados condicionantes ajenos a su voluntad que lo retrasaban.

El avance en la organización fue, poco a poco, acelerándose. Se dotó a los observatorios y estaciones complementarias de nuevo y buen material meteorológico, gran parte de la casa Fuess alemana y otra de fabricación nacional. En particular, el montaje del eficiente anemo-cinemógrafo en los observatorios de Palma, Maó, Eivissa, Formentera, Alcúdia/Pollença, Son Sant Joan, Son Bonet, puso a prueba al personal dedicado a ello. La Aeronáutica, al principio la militar e inmediatamente después la comercial, tenía sus exigencias crecientes al compás del desarrollo que experimentaba y, sobre todo, del que se veía venir, ya acabado el conflicto bélico mundial de los años cuarenta. Los observatorios más importantes de la red sinóptica se trasladaron a los aeropuertos: Mallorca/Son Bonet, Menorca/Sant Lluís y Eivissa/es Codolar. Creada la Oficina Meteorológica de Son Bonet, fue designada por Jansà como sección de predicción del Centro de Baleares, al objeto de no duplicar este tipo de información especial y de demanda creciente, por lo que cesó la que venía funcionando en Palma y el personal adscrito pasó a trabajar a Son Bonet. El año 1953 fue creada la Estación de radio-sondeos, en Son Bonet, lo que era una necesidad apremiante en la red aerológica internacional, instalación muy recomendada por la Organización Meteorológica Mundial. De su montaje y funcionamiento como jefe de la misma se encargó Eduardo Jaume, poseedor de un título para ello adquirido en Alemania. Es decir: superada una primera fase inicial de espera, Josep M. Jansà supo y pudo avanzar firmemente en el desarrollo en todo orden de la meteorología balear dentro del marco nacional en la cual se desenvolvía.

A las funciones técnicas que implicaba ese desarrollo, había que añadir las más prosaicas, y no menos importantes, de la confección, distribución y regulación del presupuesto económico, siempre más escaso de lo necesario, que tenía que sustentar la marcha del Centro, consignado por la jefatura del S. M. N. En estos trabajos y preocupaciones tuvo Jansà la ayuda eficaz de personas de la Escala de Administrativos Calculadores, con el apoyo reglamentario de interventores y técnicos del Ejército del Aire. Bien seguro que en Menorca tuvo experiencia suficiente para administrar con pocos dineros el observatorio a su cargo: las dependencias oficiales nunca estuvieron dotadas con esplendidez. Don Josep M., una vez, en los comienzos de estar en Palma, consideró que algunos muebles de su despacho no presentaban un aspecto adecuado, digno de una jefatura de Centro; en particular unas vitrinas para libros, pintadas. Sin comentarnos nada, un domingo por la mañana armose con brochas y botes de pintura, se revistió con una bata y suponiendo que estaba sólo en aquellas habitaciones se dedicó a lijar, repasar y repintar la susodichas librerías; con mano muy hábil, ciertamente. Algunos que, por cuestiones de servicio, estábamos en una dependencia cercana, en el observatorio, acudimos al darnos cuenta de su presencia. El no se inmutó, no había motivo alguno: consideraba una cosa normal lo que estaba haciendo, dada la circunstancia de estar la partida del presupuesto agotada. En seguida aprendimos la lección, que no había sido intencionada: nos agenciamos unas brochas y ayudamos a nuestro jefe a remozar los muebles de su despacho. En el transcurso del tiempo fue en aumento la consignación para el mantenimiento del mobiliario, incluso para su renovación, pero de todos modos tuvo siempre Jansà que hacer equilibrios con los dineros del Centro para mantener las dependencias en el tono digno que correspondía.

Del escaso número de personas asignadas al Centro cuando se incorporó a él como jefe Josep M. Jansà, se llegó, año tras año, a constituir una numerosa plantilla. Además del personal civil perteneciente a las Escalas, posteriormente transformadas en Cuerpos del Estado, de Meteorólogos, Ayudantes (o Técnicos) y Administrativo-Calculadores, del creado Cuerpo de Observadores, así como de algunas personas con contrato laboral, hay que hacer buena mención del personal militar que había sido colocado bajo la dependencia funcional del Jefe del Centro, tanto por la aportación muy meritoria de dicho personal en cuanto desarrollaba las misiones meteorológicas propias del Centro y de la Jefatura de Meteorología como por la especial compenetración que se alcanzó con la jefatura de estos organismos, encarnada en Josep M. Jansà, al fin y al cabo un funcionario civil si bien investido de una graduación militar considerada. Nunca la autoridad le fue, a él, discutida. El respectivo tratamiento siempre se manifestó correcto: busquemos, en parte, en su aprendizaje como oficial de complemento de artillería y en los contactos que hubo de tener con la oficialidad de la Base Naval de Maó, su modo de hacer y su modo de estar, de saber estar en un ámbito militar. Digámoslo en el haber de las personas que pertenecientes a la extinta Escala de Especialistas de Meteorología del E. del A. —y de alguna otra Escala, por ejemplo de Radiotelegrafistas que tanto apoyo prestaron en su momento al Centro M.— de todas las graduaciones, que estuvieron destinadas en algún puesto dependiente, repitámoslo, funcionalmente de Jansà. Bastantes de esas personas, pasado el tiempo y fuera ya de situaciones de dependencia, han mantenido con D. Josep M. una relación de buena amistad hasta el último instante.

No debe ser siempre fácil para un jefe o director formado en un ámbito científico y académico adoptar las dotes de mando convenientes para el «manejo» de un personal tan complejo y variado en una función técnico-administrativa. La atención a los deseos propios de cada persona a sus órdenes, de tipo orgánico, están demasiadas veces muy alejadas de las conveniencias del mando para conseguir la perfecta coordinación de todos los elementos necesarios para el buen funcionamiento del organismo a su cargo. Jansà tuvo esas dotes de mando y, salvo algún caso aislado, pudo casar con satisfacción el deseo con la necesidad. Lo prueba el que sería muy difícil encontrar entre las personas que trabajaron con Jansà, tanto en las oficinas del propio Centro como en las dependencias alejadas de éste, como observatorios, aeropuertos, estaciones meteorológicas, etc., alguna que discrepara del concepto que teníamos, que tenemos, de él y que se puede expresar sin reparos. Jansà fue un buen jefe, muy buen jefe, en toda la acepción del término.

Hay que considerar, además, el medio, el entorno en que tuvo que desenvolverse. Recordemos que en esta época de su vida, desde que se hizo cargo del Centro hasta que lo dejó para trasladarse a Madrid, en esos 25 años, su despacho, su observatorio, todas las oficinas, etc. estaban situadas en el edificio de la Jefatura de la Zona Aérea, y dependían de sus autoridades. Como Jefe del C. M. de Baleares estaba orgánicamente supeditado a la Oficina Central de Madrid; como Jefe de Meteorología de la Z. A. dependía del General Jefe de la misma, a través de la jefatura de Estado Mayor. Para un hombre de su formación, insistamos en ello, no siempre su concepción del deber tenía por qué estar en sintonía con la concepción militar del mismo, a pesar de la graduación castrense considerada que le fue asignada. Sin embargo, no sé que tuviera en ningún momento dificultad alguna en estas especiales relaciones con las autoridades militares. Es más, se puede asegurar que si bien al principio de su mandato, iniciado en tiempos de la postguerra civil, hubiera podido tener el mando militar inmediato un cierto recelo debido al espacio geográfico en que Jansà tuvo que desenvolverse en el transcurso de la contienda, muy pronto tuvo que desaparecer en reconocimiento de la hombría de bien de Don Josep M., de su prudencia, de su capacidad de trabajo y de sus amplios conocimientos en muchos campos de la ciencia y, desde luego, en el de la meteorología.

Sabía, de todos modos, hacer reconocer su autoridad cuando las circunstancias lo requerían, ante quien fuere, bien fuera directamente o por un procedimiento envolvente. Cierta anécdota podría ilustrar este punto.

A finales de los años cincuenta, el Ministerio del Aire creó la Dirección General de Protección de Vuelo, al objeto de coordinar la Aeronáutica Civil, y la militar, con los organismos internacionales competentes, nombrando como Director General al entonces coronel Sr. Azcárraga, que era a su vez Jefe del Servicio Meteorológico, sin perjuicio de este cargo, y que ostentaba una Vicepresidencia de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Se nombraron a su vez jefes de Protección de Vuelo en las distintas Regiones y Zonas Aéreas, y en la de Baleares ocupó en su momento ese cargo un determinado coronel de la Escala del Aire, cuya oficina estaba situada en una dependencia del aeropuerto de Son Bonet, a distancia relativamente próxima de la Oficina Meteorológica del mismo aeropuerto. A este señor coronel se le ocurrió la idea de que el Jefe de Meteorología de la Zona, que dependía del Jefe del Servicio Meteorológico y Director General de Protección de Vuelo, debía estar subordinado al Jefe de Protección de Vuelo de la Zona, en las cuestiones relacionadas con la Aeronáutica. Creo que no había orden alguna procedente de una autoridad superior: no había nada escrito. A Jansà no le satisfizo esa pretensión. Ignoro si se asesoró, pero decidió obrar en consecuencia.


A tal fin, delegó en el Jefe de la Oficina de Meteorológica de Son Bonet las funciones de Jefe de Meteorología de Zona y por tanto recayeron en mí como jefe de tal oficina esas atribuciones. Me presenté al citado Sr. Coronel, con el cual tenía relaciones de vecindad cercana y que me merecía, y siguió mereciéndome, consideración de persona inteligente, el cual aceptó esta vía de subordinación propuesta por Jansà. Fue habilitado un nuevo despacho, próximo al del coronel, para la tramitación de los asuntos que hubiera que resolver, nuevo mobiliario y el material conveniente y en estos trámites se pasaron varias semanas. Realizaba yo, cuando mis trabajos en el aeropuerto me lo permitían, desplazamientos a la nueva dependencia, en donde realmente brillaban los asuntos por su ausencia, pero conversaba con el coronel, ciertamente muy poco sobre estos asuntos inexistentes pero sí de materias que eran del agrado del jefe, como literatura, música, ciencias en general, etc., o de algunas otras en las que él se mostraba realmente conocedor. A causa de mis trabajos, por motivo de vacaciones, por viajes del coronel, etc., mis visitas a la oficina de marras fueron espaciándose en el tiempo, tanto que llegaron a disolverse en el olvido. Bastante tiempo después, mi vecino el Sr. Coronel me comentó, usando una frase muy gráfica, y con buen humor el resultado a que había conducido el procedimiento que había ideado Jansà, con cierta colaboración por mi parte, para obviar su inicial pretensión. Ya se ha dicho que mi vecino era realmente inteligente.

Mallorca. Meteorología: trabajos sobre el clima y tiempo en las Baleares

Don Josep M. ha sido sin duda el más prolífico y polifacético de los meteorólogos científicos españoles. En 1984 la Bibliografía Meteorológica reseñaba 107 títulos suyos, entre libros y artículos, aunque en realidad su obra es más extensa, como veremos. Mientras estaba comprometido, en su época mallorquina, en la organización y funcionamiento de su Centro producía sin cesar enseñanza meteorológica, teórica o de investigación, de aplicación y descriptiva de fenómenos atmosféricos, a alto nivel científico o bien de divulgación seria y precisa. Tal como había empezado en Menorca, realizaba sus estudios en forma autodidacta: a base de libros y concentración. En muchos de sus artículos, va más allá de los libros magistrales, en el sentido que desmenuza las teorías, colma lagunas y explica con precisión los detalles que en aquéllos suelen pasarse por alto. Varias vertientes pueden ser consideradas en su obra. Examinemos en primer lugar sus trabajos sobre clima y tiempo en Baleares, dentro del contexto geográfico del Mediterráneo Occidental.

En su afán por colmar las lagunas existentes en la comprensión total del clima de las Baleares, Jansà no dejaba de analizar, comentar y publicar cualquier fenómeno interesante que acaeciera en el Mediterráneo. Muchos «casos de estudio» presentados en forma de artículos, pueden citarse. Sus propios títulos pueden servirnos de guía en su motivación. Por ejemplo: en «Un frente tormentoso notable», (24-XI-42), (Revista de Geofísica, n° 17, 1946) nos describe una de tantas irrupciones del Norte, desde el golfo de León hasta Baleares, como una característica de este área marítima. Habida cuenta de la base informativa con que entonces se contaba, puede decirse que el estudio de este fenómeno es casi exhaustivo y que los numerosos casos posteriores estudiados han confirmado, y en todo caso han completado, su comprensión y explicación.

El problema del régimen de brisas en una isla de extensión moderada, pero suficiente como Mallorca, no había sido abordado hasta el momento, pese a que a muchos nos interesaba conocer la génesis y el proceso de estos vientos en la isla. En particular su aspecto práctico, como energía eólica que suministran, como patentizan los numerosos molinos utilizados para extracción de agua, y también para la industria de harinas ú otras, para la navegación a vela, en la actualidad sólo la deportiva. No hay que olvidar que desde remota antigüedad y hasta los días de la época que nos ocupa, el aventado de los cereales sobre las eras se realizaba aprovechando la coincidencia de la época de la trilla y aventado con la época de mayor regularidad en la formación y desarrollo de la brisa marina, conocida en Mallorca como «l’embat». En «El régimen de brisas en la isla de Mallorca» (R. de G., n° 19, 1946), J. M. Jansà en colaboración con Eduardo Jaume, efectuaron un excelente trabajo que en la actualidad se mantiene perfectamente válido, como reconocen los «usuarios» de la brisa de mar, desde el sector turístico hasta el de regatas a vela que tan numerosas son a lo largo de nuestras costas. El buen conocimiento de las características de «l’embat» es primordial, tanto para la estrategia como para la táctica a adoptar por el perfecto regatista.

Los autores, al realizar su trabajo de investigación, a falta de una red de estaciones de observación de vientos, distribuida por la isla, procedieron a efectuar una encuesta entre campesinos, repartiendo muy ampliamente los cuestionarios por medio de la guardia civil rural. Las preguntas se referían a la dirección y otras circunstancias del viento que ellos consideraban más utilizable, en las eras de su finca, para la operación de aventado, para la separación del grano de la paja, en los trabajos de la trilla. Se consideraron válidas 720 papeletas, casi la totalidad de las repartidas. Unas pocas no fueron contestadas, ya que los suspicaces receptores de las mismas pensaron que las respuestas iban a servir de base para crear un impuesto por utilización del viento. Tanto el estudio teórico como el práctico dan explicación perfecta del problema de la brisa, y de la contrabrisa, no para una costa rectilínea, sino para el caso más complicado de una isla de forma casi rectangular y, además, con una pared montañosa a lo largo de uno de sus lados. Uno de los mapas conseguidos, el de líneas de corriente del régimen de brisas, puede servir de referencia y de indicador de la gran calidad del trabajo.

Análogamente, artículos tales como «Chubascos de primavera en Baleares» (R. de G. n° 32, 1949), «Lluvias de barro» (R. de G. n° 26), «Choques de presión en las irrupciones frías» (R. de G. n° 75, 1960), «La masa de aire mediterránea» (R. de G. n° 69, 1959), «El frente mediterráneo» (R. de G. n° 83, 1962) y varios otros como «Previsión del tiempo en el Mediterráneo Occidental» (1951), «La corriente en chorro mediterránea» (1963), etc. contribuyeron de forma decisiva a la comprensión de muchas particularidades del clima mediterráneo y sirvieron de base al texto de la conferencia magistral que Josep M. Jansà pronunció en Madrid, en 1964 en el Instituto de Meteorología, titulada así «Meteorología del Mediterráneo Occidental», publicada posteriormente (S.M.N. Serie A, n° 43, Madrid, 1966). Para Jansà, de quién ha podido decirse que fue el «profeta de la Meteorología Mediterránea» cuando pocos hablaban de este tema, hoy de moda y prioritario, es, la meteorología Mediterránea peculiar, autárquica y caprichosa. En los trabajos citados, él dio las bases para desentrañarla y sus estudios e ideas son el fundamento de sus seguidores en este campo.

La obra de Jansà, dentro del contexto de temas referidos a Baleares y su entorno, es mucho más extensa de lo que hemos citado hasta ahora: ya hemos dicho que en 1943 crea y edita el primer número del Boletín Mensual Climatológico del Centro M. de Baleares, que continúa publicándose en la actualidad, en cuyas páginas mes a mes, además de los datos climatológicos, aparecían comentarios y artículos, la mayoría de la mano de Jansà, aunque sin firma. Todo cuanto, meteorológicamente hablando, pueda tener relación con Baleares está tratado, a uno u otro nivel de comprensión, en el Boletín. Sobre «vientos» o «calmas nocturnas», sobre «persistentes sequías», «lluvias de barro» o «chubascos por la noche», sobre la «insolación» o «la luna y el tiempo», la «relación de la meteorología con el turismo», con «la higiene», con el «folklore» y hasta con el «refranero» y, desde luego, sobre el «clima balear» en general, y el «clima ideal» de Mallorca.

Bueno es que digamos ahora que, en el ámbito de la literatura científica española se reconoce que en todos sus escritos, a la claridad meridiana de los conceptos expuestos va unido un estilo literario perfecto para desvelar maravillosamente la dificultad de la materia tratada. Una serie de sus trabajos le había valido ya el premio Ciudad de Palma, en 1957, y un reconocimiento general de su importancia como científico y escritor.

Viene de:

Parte I http://www.tiempo.com/ram/29216/vida-y-obra-de-d-josep-m-jansa-guardiola-notas-biograficas-parte-i/

Continua en:

Parte III http://www.tiempo.com/ram/29440/vida-y-obra-de-d-josep-m-jansa-guardiola-notas-biograficas-parte-iii-y-final/

Esta entrada se publicó en Reportajes en 01 Ene 2013 por Francisco Martín León