Nota sobre la evaluación de la situación de sequía en España (sept. 2004 - mayo 2005)

La presente nota ha sido elaborada por el GAMA del Departamento de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Barcelona a raíz de la alarma que se suscitó durante la primera semana del mes de mayo de 2005 a consecuencia de la situación de sequía que está padeciendo gran parte de España desde el mes de septiembre de 2004.

Tabla 1. Precipitación acumulada de 1 de septiembre de 2004 a 31 de mayo de 2005.
Tabla 1. Precipitación acumulada de 1 de septiembre de 2004 a 31 de mayo de 2005.
*Entre paréntesis porcentaje respecto al valor medio de cada una de las series para el periodo 1972-2000. Fuente: INM.

Antonio Barrera y María del Carmen Llasat
GAMA (Grupo de Análisis de situaciones Meteorológicas Adversas).
Departamento de Astronomía y Meteorología.
Facultad de Física. Universidad de Barcelona.
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Resumen

La presente nota ha sido elaborada por el Grupo de Análisis de situaciones Meteorológicas Adversas (GAMA) del Departamento de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Barcelona a raíz de la alarma que se suscitó durante la primera semana del mes de mayo de 2005 a consecuencia de la situación de sequía que está padeciendo gran parte de España desde el mes de septiembre de 2004. En ella se pretende dar una visión general de cual era la situación a finales del mes de mayo de 2005 y estimar la magnitud de la actual sequía en relación a eventos similares anteriores. Para ello se utilizará la serie de precipitación mensual de Barcelona, que es la serie más antigua de precipitación que se conserva en España, abarcando el periodo 1786-2005. Si se considera en primera aproximación, como periodos de sequía, aquellos en los que ha llovido menos del 75% del valor medio entre septiembre y el mes en cuestión, se observa que en los últimos 220 años han habido 36 episodios de sequía, de los cuales, 13 eran menos importantes que el actual (porcentajes de precipitación superiores) y 23 eran más importantes que el actual (porcentajes de precipitación inferiores). Así pues, desde un punto de vista pluviométrico, se concluye que aunque la presente sequía se puede calificar de extrema, no ha sido ni la única, ni la peor y que, por lo tanto, es posible que sea consecuencia directa de la propia variabilidad natural.

1. Introducción

La preocupación por la presente sequía, aunque ya se inició en algunas cuencas durante el pasado otoño, se agravó con la ausencia de lluvias en numerosas regiones de España durante el invierno y la primavera. En muchos medios de comunicación se comentó que era la sequía más grave de los últimos 60 años, en base a una nota informativa del Instituto Nacional de Meteorología (INM) publicada el 1 de Abril de 2005 (http://www.inm.es/web/izq/noticias/meteonoti/20050401.html).

Lo más preocupante de la situación actual es que se ha llegado justo antes de que empiece el verano, época muy seca y calurosa en gran parte de la Península Ibérica, lo que comporta que no haya perspectivas de que la situación mejore considerablemente hasta que no llegue el otoño. Esta situación comporta que el riesgo de incendios sea extremo durante este verano y que se puedan producir grandes incendios forestales (más de 600 ha quemadas por incendio), si las condiciones meteorológicas son favorables para ello. Así, el fin de semana del 18 y 19 de junio de 2005 ya se produjeron unos cuantos incendios de importancia que quemaron casi 1000 ha en Cataluña (zona del Bages) y otras 1000 ha en la provincia de Salamanca. Es de destacar también el hecho de que en Cataluña hasta principios de mayo de 2005 ya se había quemado una superficie cuatro veces superior a la media para el periodo enero-mayo, de los últimos años.

Otra de las consecuencias nefastas de la presente sequía son las pérdidas producidas en la agricultura, ya muy dañada por los fríos extremos de enero y febrero pasados. Aunque, a nadie le tiene que extrañar el hecho de que haya sequía. La sequía forma parte de los climas de latitudes medias, en las que se encuentra España. La característica principal de estos tipos de climas es su gran variabilidad e irregularidad, en el que es habitual pasar de un extremo (inundaciones o periodos muy lluviosos) a otro (sequías o periodos secos) en poco tiempo. De hecho la primera mitad del año 2004 fue muy lluviosa en gran parte de España y fue a partir del verano de ese año que se inició el presente periodo de sequía. Por lo tanto, sequías ha habido, y continuarán habiéndolas más adelante. Pero la sequía no está sólo vinculada a una precipitación anómala considerablemente inferior a la normal. Usualmente va a ir relacionada con el consumo de agua, ya sea para uso agrícola, industrial o consumo humano. En función de las necesidades de los recursos hídricos, las consecuencias de un déficit de precipitación podrán ser unas u otras. Este hecho tiene que hacer reflexionar a todos sobre la importancia del ahorro de agua y un uso sostenible de la misma en un país donde los recursos hídricos son limitados. El Gobierno de la Generalitat de Cataluña puso en vigor el pasado 17 de mayo de 2005 un decreto para luchar contra los efectos de la sequía y para garantizar el suministro de agua a la población hasta que llegue el otoño.

Aun así, la gran complejidad orográfica de la Península Ibérica hace que no sea del mismo grado la sequía en todas partes. Donde más problemática hay es en el sur y centro de la Península, donde durante el invierno (DEF), estación del máximo pluviométrico en esas zonas, ha llovido muy poco. La otra zona problemática es el NE de la Península, donde tanto en otoño (SON, estación del máximo pluviométrico) como en primavera (MAM, segundo máximo pluviométrico) ha llovido, también, poco. A 30 de abril de 2005 se daba la situación de que en la ciudad de Lleida, había llovido menos desde el septiembre anterior (90 mm) que en la ciudad de Almería (159 mm). En la siguiente tabla aparecen los valores de precipitación acumulados desde el 1 de septiembre de 2004 al 31 de mayo de 2005, así como el porcentaje de tal precipitación respecto al valor medio de ese intervalo para el periodo 1972-2000; y para diferentes observatorios del INM.

En la Figura 1, se puede observar de manera gráfica cuál era la situación a 31 de marzo de 2005 en la Península y Baleares. Ahí se puede observar que las únicas zonas en las que la situación de sequía es muy poco importante o inexistente (ya que ha llovido más del 75% de lo que es habitual) son: las Baleares, la costa murciana, las costas de Cantabria, Este de Asturias, la parte oriental de las provincias de Huesca y Zaragoza, el Norte de la provincia de Alicante, gran parte de las provincias de Valencia, Logroño, Vizcaya y Guipúzcoa, Suroeste de la provincia de Orense y las provincias de Almería, Álava y Navarra.

Figura 1. Mapa del porcentaje de precipitación acumulada respecto al valor medio desde el 01/09/2004 al 31/03/2005
Figura 1. Mapa del porcentaje de precipitación acumulada respecto al valor medio desde el 01/09/2004 al 31/03/2005. Fuente: INM.

A continuación se muestra de manera breve, pero concisa la respuesta a dos preguntas básicas que uno se puede plantear ante la presente situación de sequía: ¿Por qué se ha producido la sequía? y ¿Es excepcional la presente sequía?

2. ¿Por qué se ha producido la sequía?

Durante el periodo de septiembre de 2004 a abril de 2005 la presencia continuada de anticiclones entre el SW de las Islas Británicas y el W de la Península Ibérica ha ido provocando muchas situaciones de entrada de aire frío y seco del norte y noreste en gran parte de la Península (Figura 2). Precisamente una de las grandes preocupaciones del pasado invierno fue la ola de aire frío que se cernió sobre algunas regiones. Sólo en algunas zonas, como las Islas Baleares, el norte de la provincia de Alicante y las costas almerienses y murcianas, estos vientos del norte aportaron humedad y precipitaciones. En el mes de mayo se produjo una ligera modificación de tal configuración, volviéndose a una situación promedio de circulación del oeste, con el paso de alguna borrasca, como la que hubo en la primera quincena del mes de mayo y que ha paliado un poco la situación en comparación con la que había a finales de abril, sobre todo en la mitad norte de la península.

3. ¿Es excepcional la presente sequía?

Ante una situación extrema como la actual, siempre aparecen comentarios sobre la excepcionalidad del evento o su directa relación con el cambio climático. Para poder evaluar la excepcionalidad de un evento se debe recurrir primero al análisis de datos y, a poder ser, datos que abarquen un periodo temporal lo más largo posible. La ciudad de Barcelona cuenta con una de las series de registros meteorológicos más antiguas de España, iniciándose éstos en 1780 por el Dr. Francesc Salvà Campillo. La serie de precipitación mensual que se conserva hasta hoy en día empieza en 1786. Gracias al trabajo desempañado por el Dr. Salvà y sus discípulos la serie tuvo continuidad hasta que se estableció el observatorio oficial de la Universidad de Barcelona y posteriormente el del INM.

Figura 2. Mapas mensuales medios del geopotencial a 1000 hPa del NNRP de septiembre de 2004 a mayo de 2005
Figura 2. Mapas mensuales medios del geopotencial a 1000 hPa del NNRP ((NCAR-NCEP Reanalysis Project) de septiembre de 2004 a mayo de 2005.
Disponibles en https://www.cdc.noaa.gov/cdc/data.ncep.reanalysis.derived.html

Si se toma la precipitación recogida en un cierto periodo se puede considerar, en una primera aproximación, como periodo de sequía, si el porcentaje de precipitación respecto a la media del periodo es igual o inferior al 75%. Analizando los datos de precipitación de septiembre a mayo se obtiene que han habido 23 casos más secos que el actual (porcentajes de precipitación inferiores al actual) y 12 casos menos secos que el actual (porcentajes superiores). En la Tabla 2 se muestran desglosados cada uno de los episodios anteriores de sequía en la ciudad de Barcelona.

En la Figura 3 se muestra la evolución de la anomalía de la precipitación (valor medido menos valor medio) de septiembre a abril desde 1786 a 2005 en Barcelona, en la cual se puede observar la gran variabilidad interanual (de un año a otro) que presenta la precipitación, característica típica de los climas de latitudes medias y sobre todo del clima mediterráneo en el caso de la ciudad de Barcelona.

Todos los datos anteriores, relativos a la ciudad de Barcelona, muestran que el actual periodo de sequía no es excepcional ni único, ni ha llegado a valores extremos como el caso de 1816/17 en que sólo había llovido de septiembre a mayo el 22% del valor medio. Durante el año 1817 sólo se registraron 196,3 mm, año que se conoce como “Lo any de la fam” (El año de la hambruna). Por lo tanto, del análisis anterior, en un principio no se puede afirmar que la presente sequía sea consecuencia directa del cambio climático, sino de la propia variabilidad natural del clima.

Tabla 2. Precipitación acumulada de septiembre a mayo.
Tabla 2. Precipitación acumulada de septiembre a mayo.
*Entre paréntesis el porcentaje de precipitación respecto a la media del periodo de septiembre a mayo (1786-2005) que es de 465,7 mm. En rojo el caso más seco, en azul el caso menos seco y en negrita el periodo actual. Elaboración propia.
Figura 3. Evolución de la anomalía de precipitación de septiembre a abril de la ciudad de Barcelona
Figura 3. Evolución de la anomalía de precipitación (valor medido menos el valor medio) de septiembre a abril de la ciudad de Barcelona (1786/87-2004/05). Valores negativos indican periodos por debajo de la media (periodo seco), valores positivos indican periodos por encima de la media (periodo húmedo). Elaboración propia.

Agradecimientos

Los autores quieren expresar su agradecimiento al Dr. Mariano Barriendos Vallvé por los datos históricos de precipitación de la ciudad de Barcelona.

Artículo de septiembre de 2005. Recuperado en febrero de 2012

Esta entrada se publicó en Reportajes en 26 Feb 2012 por Francisco Martín León