La presión atmosférica y la salud

Se reproduce parte de un trabajo sanitario que relaciona la salud y variables meteorológicas, pero solo desde el punto de vista de la presión. Se reproduce parte de dicho trabajo coincidiendo con un episodio de muy altas presiones durante los día 8-10 de enero de 2015. El día 9 se batieron récords en muchos lugares de la Península alcanzando valores 1040-1050 hPa (reducidos a nivel del mar).

Conceptos básicos

El aire es un gas que pesa. La presión atmosférica no es sino el peso del aire por unidad de superficie. Dicha presión no sólo se ejerce de arriba abajo sino en todas direcciones.

Antiguamente se medía en milímetros de Hg. En la actualidad se prefiere el milibar o el hectopascal, siendo 1 milibar equivalente a 1 hectopascal.

A nivel del mar la presión atmosférica es de 760 mm de Hg =1.013 milibares. A medida que aumenta la altura disminuye la presión atmosférica, aproximadamente 1 mb por cada 9 metros o 110 mb por cada 1.000 metros.

Repercusiones de la presión atmosférica sobre la salud

En los últimos años se han realizado una serie de estudios para valorar la influencia que la presión atmosférica podría ejercer sobre una serie de enfermedades, sobre todo circulatorias y respiratorias.

Hay que tener en cuenta que la presión en ciudades o regiones que se encuentran a mayor altitud siempre es menor que la de aquéllas situadas a nivel del mar. Por ejemplo, en la ciudad francesa de Lille, situada a 44 m de altura sobre el nivel del mar, a lo largo de 10 años (1985-1994) la presión atmosférica máxima registrada fue de 1.044 milibares, la mínima 991 milibares y la media en torno a los 1.017, mientras que en la Comunidad de Madrid, a más de 650 metros sobre el nivel del mar, desde enero de 1990 a diciembre de 1992 la presión atmosférica máxima registrada fue de 959,5 milibares y la mínima de 918,6, con una media de 943,5.

Hemorragia intracerebral

Hay estudios en los que se asocia la hemorragia intracerebral por ruptura de aneurismas con presiones atmosféricas altas. En otros el énfasis se pone en los cambios bruscos de presión atmosférica, sobre todo en el período frío del año (octubre a marzo).

Cardiopatía coronaria

Un estudio prospectivo en el que durante 10 años se siguió a 257.000 hombres entre 25 y 64 años detectó una relación en forma de V entre la presión atmosférica y la tasa de episodios coronarios, con la mínima tasa cuando la presión atmosférica era de 1.016 milibares, aproximadamente el punto de separación entre las altas y bajas presiones. Este estudio se llevó a cabo en la ciudad francesa de Lille donde a lo largo de los 10 años que duró la presión atmosférica máxima registrada fue de 1.044 milibares, la mínima 991 milibares y la media en torno a los 1.017.

En concreto, un aumento de 10 milibares por encima de 1.016 se asociaba a un 11% de incremento en la tasa de episodios coronarios totales, un 18% en las muertes coronarias, un 7% en la incidencia de infarto y un 30% en la tasa de recidivas. Con una disminución de 10 milibares por debajo de los 1.016 estos incrementos eran del 12%, 13%, 8% y 30%, respectivamente.

Otros estudios han relacionado el infarto de miocardio con las bajas presiones. En concreto, el estudio de Sarna S y cols, en Helsinki, mostraba las mayores tasas diarias de infarto de miocardio con presiones atmosféricas por debajo de 1.000 milibares.

En este estudio, las condiciones meteorológicas más desfavorables en cuanto a incidencia de infarto de miocardio combinaban temperaturas relativamente bajas, alta humedad y baja presión atmosférica, situación común en Helsinki a finales del otoño y principios del invierno.

Neumotórax espontáneo

Se ha postulado que los neumotórax espontáneos se desarrollan a causa de la ruptura de bullas subpleurales y que los cambios de presión atmosférica pueden contribuir a ello. En un estudio llevado a cabo en Valencia para verificar dicha hipótesis tal asociación no pudo comprobarse. En cambio, en el análisis retrospectivo de 5 años de ingresos por neumotórax espontáneo Scott GC y cols observaron que hasta el 72% de los casos habían estado expuestos al menos a un cambio inusual de presión atmosférica en los 4 días previos al inicio de los síntomas.

En la Comunidad de Madrid se ha objetivado una asociación entre las altas presiones en invierno y la mortalidad de causa circulatoria y respiratoria. La presencia continuada de una zona de altas presiones (anticiclón) durante el invierno coincide con las temperaturas más bajas. Por otra parte, la estabilidad atmosférica característica de las altas presiones, con ausencia de viento, impide la dispersión de los contaminantes, aumentados por el efecto de las calefacciones. Ambos factores, temperaturas bajas y elevada concentración de contaminantes, están asociados a un aumento de la mortalidad. Por tanto, podrían ser los mecanismos a través de los cuales la presión atmosférica actuara sobre la mortalidad.

Fuente: Comunidad e Madrid “Variables meteorológicas y salud” www.publicaciones-isp.org

Esta entrada se publicó en Actualidad en 09 Ene 2015 por Francisco Martín León