¿Por qué sentimos más frío cuando hace viento?

En cuanto empieza a hacer frío, las bufandas y los abrigos se quedan cortos en los días ventosos. Esto tiene una explicación científica: la sensación térmica o wind-chill. Te contamos las causas.

Cuando sopla el viento todo abrigo parece poco para caminar por la intemperie.

Los días ventosos normalmente son los más recordados cuando el frío aprieta. Esto no se debe sólo al incordio que supone mantener el pañuelo en el cuello, tiene una explicación más científica. Cuando sopla el mistral o la tramontana los termómetros no son de fiar a la hora de elegir la ropa del armario. Además de la temperatura del aire exterior, hay otros parámetros meteorológicos que influyen en nuestra “sensación de frío” como el viento, la radiación y la humedad relativa.

El concepto de sensación térmica se acuñó en meteorología para expresar de manera más fidedigna la temperatura que sentimos, que en muchos casos dista de lo que marca el termómetro de turno. Ésta va unida a la capacidad de pérdida o ganancia de calor del cuerpo humano, y ahí en verano influye, especialmente, la humedad y en invierno el viento.

Cuando llegan estas fechas en los ascensores se prodigan frases como “este frío no es normal” o “antes nevaba más”. Entre los grandes tópicos, hay uno que tiene su apartado en la ciencia: “lo malo no es el frío, es el viento”, y se recoge con el nombre de wind-chill.

El índice de enfriamiento por viento, o wind-chill, se implantó en 2001 en América del Norte. La escala salió de unas concienzudas pruebas hechas en un túnel de viento y, desde entonces, los servicios meteorológicos utilizan este baremo para hablar de la sensación de frío. Antes se basaban en una tabla que fue diseñada en 1939 en plena Antártida. Allí una expedición conformó una lista con la temperatura que sentían en la piel de la cara en función del viento.

Sensación de frío o wind-chill
Tabla de la sensación de frío según la intensidad del viento. Fuerza aérea argentina.


La pérdida de calor del organismo es mayor, cuanto mayor es la diferencia entre la temperatura de la piel (32ºC) y la del ambiente. El contraste más notorio se genera en una capa de aire que rodea todo el cuerpo de unos pocos milímetros, llamada capa límite. El espesor de esta capa varía según la intensidad del viento: cuanto más intenso sopla, menor es su grosor y la pérdida de calor aumenta.

Por ejemplo, un viento de 24km/h con una temperatura de 0ºC, dejaría una sensación de -10ºC. En cambio, con ráfagas de 64km/h nuestro cuerpo notaría -20ºC. En casos más extremos, con -10ºC en el termómetro y rachas de 40km/h el riesgo de congelación sería muy elevado en las zonas del cuerpo expuestas en tan solo 1 minuto. ¡Equivaldría a -30ºC!

En Canadá se estima que en invierno algo más del 80% de la población utiliza estos índices para saber cómo vestirse antes de salir al exterior, e incluso se emiten alertas cuando la sensación desciende de los -45ºC.