Un dipolo térmico en el Mediterráneo alimenta las lluvias torrenciales, Duncan Wingen: "están aumentando"

El Mediterráneo occidental está mucho más caliente de lo que sería esperable para la época del año. Analizamos la pieza clave del engranaje atmosférico que ha desembocado en lluvias torrenciales en las comunidades mediterráneas.

Sin el río atmosférico ni las anomalías positivas de temperatura del agua del mar, probablemente las lluvias hubieran sido menos intensas o incluso ni se habrían producido.

La persistencia del episodio de lluvias torrenciales resulta sorprendente, teniendo en cuenta que en niveles medios y altos de la troposfera las depresiones no han sido muy profundas ni organizadas. Incluso con la dorsal penetrando por el suroeste peninsular, y con apenas aire frío en las capas altas, las lluvias han sido intensas.

En Ibiza, varias estaciones meteorológicas han superado los 400 l/m2 desde finales de septiembre. Esto significa que, en ese punto del Mediterráneo, ha llovido en 14 días lo que suele caer en todo un año. Una de las claves detrás de este tipo de episodios, cada vez más comunes en el contexto del cambio climático, reside en la temperatura del agua del mar y sus anomalías.

El dipolo térmico mediterráneo y su relación con las últimas lluvias torrenciales

Según datos ofrecidos por el SOCIB, el mar Mediterráneo está dividido en dos: la mitad occidental con aguas mucho más cálidas de lo normal y la zona oriental con temperaturas por debajo de la media. En el Golfo de Génova, puntos de la costa catalana y mar de Alborán, las anomalías alcanzan o superan los +2 ºC en la capa superficial. Buena parte de la cuenca occidental (desde Sicilia hasta el Estrecho) tiene ahora mismo anomalías de +0,5 ºC hasta +2,5 ºC.

Es probable que estas anomalías cálidas en el Mediterráneo occidental sean debidas a la ausencia de entradas contundentes de tramontana, siendo sustituidas por vientos de levante y nordeste, mucho más flojos. Por el contrario, las costas del mar Adriático, Grecia y Turquía presentan anomalías entre -0,5 y -1,5 ºC respecto de la media para la época del año.

Los vientos de levante arrastran agua caliente hacia las costas de la Península, y han contribuido en la formación de un río atmosférico mediterráneo a pequeña escala.

Los ríos atmosféricos son cintas transportadoras de vapor de agua que suelen provenir de latitudes subtropicales. El río atmosférico se forma cuando, el viento canalizado entre borrascas y anticiclones, arrastra consigo aire húmedo, que previamente estaba en contacto con una superficie marítima caliente.

Esto último ha sucedido días atrás, cuando el flujo dominante en superficie era de componente marítimo, impulsando aire cálido y húmedo desde el Mediterráneo hacia la orografía costera peninsular.

Sin este mecanismo de río atmosférico, ni las anomalías positivas de temperatura del agua del mar, probablemente las lluvias hubieran sido menos intensas o incluso no se habrían producido más que algunos chubascos moderados. Es probable que un mar cada vez más caliente esté detrás de un aumento en la "torrencialidad" de las precipitaciones en los países bañados por el mar Mediterráneo.

Según el modelo europeo, el dipolo térmico se acentuará en las próximas semanas. La incursión de la dorsal y algunos frentes atlánticos, bloquearán la entrada de la tramontana, provocando a su vez un mantenimiento o incluso ligero ascenso de la temperatura del agua del mar. Por ello, según estimaciones del modelo europeo, las aguas que bañan las costas peninsulares y Baleares podrían cerrar octubre con anomalías superiores a los +2 ºC en amplias zonas.

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