Tríos de huracanes

Según las estadísticas, septiembre es el mes con más huracanes en el Atlántico, pero en los últimos años esa actividad parece estar reforzándose, formándose simultáneamente tres o más. ¿Está detrás de esta tendencia el cambio climático?

Imagen del satélite GOES-16, del 4 de septiembre de 2019 donde se aprecia, a la izquierda, en aguas del Pacífico mexicano, al huracán Juliette, en el centro, afectando a la costa mexicana del Golfo, a la tormenta tropical Fernand, y a la derecha, junto a la península de Florida, al huracán Dorian. Crédito: NOAA/GOES-16.

El mes de septiembre tiene una especial significación desde un punto de vista meteorológico. Por un lado, marca el comienzo del otoño, ya que la manera de computar las estaciones en Meteorología y Climatología es distinta a como se hace en Astronomía. Mientras que son las fechas de los solsticios y los equinoccios las que marcan los cambios de las estaciones astronómicas, las meteorológicas o climatológicas vienen determinadas principalmente por los datos estadísticos de la variable temperatura. Por otro lado, septiembre es el mes de huracanes por excelencia en el Atlántico.

Siguiendo con las estadísticas, el momento de mayor actividad ciclónica en la zona tropical del Atlántico se corresponde justamente con estas fechas en las que nos encontramos, ya que es a lo largo del mes de septiembre cuando suelen darse las condiciones más propicias para la formación de los huracanes, tanto en número como en una mayor frecuencia de ciclones tropicales de las categorías superiores (3, 4 y 5), lo que los meteorólogos estadounidenses califican como Majors. Un buen ejemplo reciente ha sido el devastador huracán Dorian; un “monstruo” que alcanzó la categoría 5 arrasando las Bahamas, y que mientras escribo estas líneas discurre por la costa este de los EEUU algo más degradado, pero impactando duramente en algunas zonas.

Imagen del GOES-E tomada el 11 de septiembre de 2018 en la que se observa el huracán Florence, al norte de Puerto Rico, la tormenta tropical Isaac y, en la parte de la derecha, el huracán Helene. Crédito: © NOAA/GOES-East

Si bien cada temporada de huracanes en el Atlántico presenta sus propias características, con más o menos sistemas tropicales a los que se les asigna nombre (cuando alcanzan el status de tormenta tropical o huracán), no deja de ser llamativa la alta actividad observada durante los meses de septiembre de los últimos años, a pesar de ser la época en la que –como antes de ha apuntado– podemos esperar que se formen más huracanes. Las imágenes que ilustran este post nos ayudan a entender la excepcionalidad del comportamiento observado, al formarse simultáneamente tres o más sistemas tropicales con nombre en la cuenca del Atlántico.

En la presente temporada lo estamos viendo estos días. Aparte del huracán Dorian, cuyo poder destructivo lo ha situado entre uno de los más devastadores que se recuerdan, tenemos evolucionando en la parte oriental de la cuenca atlántica a la tormenta tropical Gabrielle, y en aguas del Golfo de México, impactando en la costa mexicana a la tormenta tropical Fernand. A estos tres sistemas, se suma el huracán Juliette, de categoría 3, que discurre en aguas del Pacífico no muy lejos de la península de la Baja California.

Una imagen para la historia. Imagen de satélite GOES-E tomada el 8 de septiembre de 2017, donde se ven, de izquierda a derecha, el huracán Katia, el devastador huracán Irma y el huracán José, los tres en aguas del Atlántico.

El año pasado, también en el mes de septiembre, vimos también un “trío ciclónico tropical” simultáneo en el Atlántico, con el huracán Florence, la tormenta tropical Isaac y el huracán Helene. Y todavía fue más impactante la imagen que nos brindó la temporada de huracanes 2017. El satélite GOES-E de la NOAA capturó espectaculares imágenes donde discurrían alineados el huracán Katia (en aguas del Golfo de México), el mortífero huracán Irma, que devastó Puerto Rico y el huracán José. La vez anterior que se pudo ver una composición parecida fue en la temporada 2010.

Partiendo de la base de que es normal que en septiembre haya huracanes y que alguno de ellos sea noticia por sus impactos en zonas habitadas, no deja de ser significativa esa inusitada actividad que parecen presentar las últimas temporadas, con la formación simultánea de varios de ellos, lo que nos lleva de manera natural a relacionar ese hecho con el cambio climático. La conexión no es sencilla ni inmediata. Las estadísticas de huracanes no parece que indiquen una tendencia a que estén aumentando de número, pero sí que parece que lo están haciendo los procesos de fortalecimiento, tanto en las tormentas tropicales, como en los huracanes, una vez que se han formado. El calentamiento de las aguas superficiales del Atlántico, con presencia cada vez más frecuente de grandes “balsas” de agua cálida, es uno de los factores que podría estar desempeñando un papel clave en el comportamiento observado.