Cosas asombrosas que pasan en otoño y su explicación

Con el equinoccio de otoño, ha empezado una nueva estación que traerá multitud de cambios a la meteorología y la naturaleza. Muchos nos acompañarán hasta el invierno. Aquí hablamos de algunos de ellos.

Las hojas de un árbol caen en otoño con la función de permitirle ahorrar agua y nutrientes durante el invierno. El cambio de color previo se produce por un fenómeno conocido como "clorosis".

En el ámbito de la climatología y la meteorología no solemos nunca referirnos a un momento concreto para el inicio de las estaciones, ya que tienen un comienzo progresivo. Es más, la fecha de inicio del otoño climatológico se establece en el día 1 de septiembre, por lo que ya lleva con nosotros unos días. Ayer sucedió, eso sí, un evento especial y único: el equinoccio de otoño. El Sol se situó justo encima del plano del ecuador y, por tanto, ambos hemisferios recibieron la misma radiación solar, coincidiendo la duración del día y la noche.

A partir de ahora será el hemisferio sur el que empiece a recibir más radiación solar y el norte cada vez menos, prolongándose la duración de las noches y acortándose el día en nuestra región, circunstancias que se acentúan conforme ascendemos de latitud. Esto provoca un progresivo descenso térmico en todo el hemisferio, pero ese descenso no es igual en todas partes y eso es, básicamente, lo que condiciona la inestabilidad propia del otoño.

El chorro polar se reforzará

La temperatura en zonas tropicales descenderá muy levemente y, además, lo hará más tarde que en las regiones polares. Esto incrementará las diferencias de temperatura entre el polo y el ecuador reactivando la circulación atmosférica en latitudes medias, y el chorro polar que durante los meses de verano permanece bastante debilitado. Durante los próximos meses, estas corrientes de la alta troposfera irán ganando velocidad hasta superar los 300 km/h en los sectores más activos a unos 10 kilómetros sobre la superficie.

La diferencia de temperaturas entre el polo y el ecuador se irá incrementando, así el chorro polar se reactivará, acercando las borrascas y sus frentes.

Al reactivarse la circulación de latitudes medias también se desarrollan mucho más significativamente las borrascas, alimentadas por los fuertes gradientes de temperatura que se producen justo donde el aire polar y el tropical convergen. Los trenes de borrascas, cada vez más activos e intensos, favorecerán que poco a poco algunos frentes se descuelguen por nuestras latitudes. Las ondulaciones del chorro permitirán que se alternen periodos de tiempo anticiclónico con otros más inestables que caracterizan el tiempo otoñal.

La temperatura del mar seguirá alta

Aunque la atmósfera en nuestra región ya da claros síntomas de enfriamiento, esa pérdida de temperatura no es igual en todas partes, ni siquiera en puntos a la misma latitud. Los mares son unos acumuladores térmicos excepcionales, con mucha inercia, y precisamente es al final del verano cuando alcanzan su máxima temperatura. En esta época apenas han comenzado a enfriarse. Los mares cálidos contrastan con una atmósfera cada vez más fría y son auténticos depósitos de energía que puede ser liberada en cualquier momento.

Una DANA, una borrasca o un simple frente pueden provocar que el mar libere parte de esa energía, generando grandes estructuras convectivas que dan lugar a los conocidos episodios de tormentas que se desarrollan en el Mediterráneo. Eventos recientes, como la formación del medicane Ianos o la tormenta subtropical Alpha, dan idea del potencial del mar en esta época del año. Especial atención hay que prestar a las anomalías de temperatura del mar, superiores a los 2 ºC con respecto a las habituales en esta época del año, que pueden estar detrás de algunos de estos fenómenos extremos.

La vegetación, como cada año, se adaptará

Algunas de las estampas que nos deja el otoño son especialmente llamativas: la aparición de las primeras nevadas consistentes en la alta montaña, el retorno del color verde a las zonas que durante el verano son castigadas por la sequía o el progresivo cambio de color que experimentan las hojas de los árboles. Este último proceso no es más que una adaptación de algunas especies vegetales como respuesta a la disminución de las horas de luz y la temperatura.

Es frecuente ver amarillear primero la vegetación en las cotas altas de las sierras, para después descender a los valles con el paso de las semanas. El contraste de colores es espectacular.

Los árboles de hoja caduca cierran el paso a la circulación de sus fluidos en cada hoja impidiendo que esta se alimente y realice correctamente la fotosíntesis. Se produce un fenómeno conocido como "clorosis". La clorofila que proporciona el color verde desparece y revela el auténtico color del resto de tejidos y pigmentos que contiene la hoja, que suelen ser amarillos o rojizos. Al desprenderse la hoja, el árbol preserva mejor el agua y los nutrientes durante el invierno, cuando su rendimiento es mucho menor, que de otra forma irían a parar a la hoja. Como este proceso se acelera con las bajas temperaturas y menor insolación, es frecuente verlo empezar en cotas altas de las sierras e ir descendiendo con el paso de las semanas, dando lugar a un contraste de colores muy espectacular.