La AMOC entra en 'coma', advierte una investigación: ¿por qué prevén tiempo extremo en Europa debido a esto?

El Atlántico Norte se dirige hacia un punto de no retorno cuyas consecuencias climáticas pueden ser muy significativas en Europa. Actualmente se trabaja en encontrar indicadores físicos que muestren cuándo puede suceder.

Colapso AMOC Europa
Islandia y el oeste de Europa serían las zonas donde un colapso en la AMOC tendría mayor impacto climático.

La AMOC o Corriente de Vuelco Meridional del Atlántico Norte es un flujo presente en el Atlántico que forma parte de la circulación termohalina que regula la temperatura del océano y en consecuencia el clima del planeta. Transporta el agua más cálida y con mayor concentración salina hacia el norte, mientras que el agua más fría y menos salada se desplaza de regiones polares hacia el sur.

Por supuesto, esta circulación consta de muchos ramales y regiones y no es fácil simplificarla en una sola célula, pero no es solo su complejidad lo que la ha llevado a ser noticia estos días.

Esta circulación es especialmente sensible a diferencias de densidad asociadas a la temperatura y salinidad del agua y, por tanto, al aporte de agua fría y dulce de regiones polares. Ya en 2023 se sugirió que su posible colapso era más probable de lo que inicialmente se creía, pero recientemente un estudio publicado por la revista Science basado en modelos físicos y matemáticos ha mostrado que efectivamente esta corriente se encuentra cerca de un punto de no retorno.

En principio no era descartable que estos modelos, que se han ejecutado durante meses para llegar a esta conclusión, descartaran un colapso de la AMOC. Sin embargo, los resultados obtenidos no sólo rechazan esta opción sino que refuerzan la hipótesis y muestran que con la evolución actual del clima ese colapso es inminente. El problema, como suele suceder en estos casos, es que estos resultados plantean aún más preguntas de las que resuelven.

¿Cuándo ocurriría?

Aunque los resultados del estudio son muy contundentes, lo cierto es que no son capaces de saber en qué punto de ese potencial colapso nos encontramos, por tanto, no lo sabemos. Una de las principales misiones de este estudio es mostrar puntos de inflexión en las variables estudiadas con el objetivo de encontrar indicadores físicos que nos permitan saber en qué punto estamos y cuándo podría tener comienzo este colapso.

Actualmente se centran en monitorizar el volumen de agua fría y dulce que ingresa en latitudes subtropicales desde el ártico. Un mínimo en la función que representa el caudal de esta corriente podría estar relacionada con un colapso total de la AMOC en décadas posteriores.

Ese punto de inflexión puede encontrarse muy próximo, lo que implicaría que este cambio a gran escala de las corrientes del Atlántico Norte tiene una alta probabilidad de producirse en el presente siglo. Por otra parte, el cambio no sería instantáneo, puesto que este proceso de detención de la AMOC podría llevar décadas, pero las consecuencias serían muy significativas, especialmente en Europa, por lo que es especialmente interesante anticiparse a ellas.

Europa sería el continente más afectado

Un colapso del sistema de corrientes que regula la temperatura del Atlántico Norte traería como consecuencia un incremento del gradiente de temperatura entre regiones polares y tropicales. Con esta situación, el clima en Europa podría no cambiar mucho en verano, bajo la influencia de las dorsales subtropicales, pudiendo incluso calentarse aún más en el sur, pero sería radicalmente distinto en invierno


La superficie cubierta de nieve y el hielo marino aumentaría en el Atlántico norte con respecto al resto del planeta y facilitaría la entrada de masas de aire muy frías en el continente, pudiendo descender la temperatura en los meses invernales entre 5 y 15ºC en algunas zonas del interior de Europa según las proyecciones de los modelos utilizados.

Esto además incrementaría la inestabilidad baroclina del Atlántico en los meses invernales aumentando la velocidad y profundidad de las borrascas asociadas a la corriente en chorro, que desencadenarían temporales más intensos en invierno.

Obviamente, este escenario requerirá de una serie de procesos previos que pueden durar décadas y que muestran la complejidad del comportamiento del sistema climático y la existencia de puntos de inflexión que pueden dar lugar a eventos locales de difícil predicción y consecuencias graves.

De momento, no implicará una ralentización a corto plazo del calentamiento actual que se está experimentando en el continente ni de la dilatación de las dorsales subtropicales, que en los últimos años han afectado con más frecuencia de la habitual al sur del continente.