Una borrasca "Filomena" en pleno mes de marzo

Espesores de 30 centímetros, temperaturas bajo cero y nevando unas 30 horas podría ser, perfectamente, el resumen de la borrasca de gran impacto Filomena que nos afectó en enero de 2021. Pero no, se trata de la histórica nevada que se produjo en Madrid del 7 al 9 de marzo de 1971.

Parque de El Retiro, Madrid, operarios de limpieza quitando la nieve en los días posteriores a la gran nevada del 8 de marzo de 1971.
Parque de El Retiro, Madrid, operarios de limpieza quitando la nieve en los días posteriores a la gran nevada del 8 de marzo de 1971. Fuente: Internet.

Hoy hace 51 años la ciudad de Madrid vivió una de sus mayores nevadas. Todos los que residimos en esta ciudad hemos notado la disminución de los días de nieve y de suelo cubierto por ella. No voy a entrar en las causas, aunque está claro el ascenso general de la temperatura y más localmente el auge urbanístico, tanto en su centro, como en los alrededores, que beneficia el fenómeno de isla térmica.

Mucho hablamos de la nevada provocada por la borrasca de gran impacto Filomena, en enero de 2021, es decir, en pleno invierno y el momento de mayor frío, con pocas horas de sol y época propicia para estas situaciones. En cambio, la situación que vivió Madrid en 1971 sucedió en marzo, mes que, aún siendo invernal, nada tiene que ver con enero y las posibilidades de una gran nevada en la capital se reducen notablemente.

A marzo alabo, si no vuelve el rabo

Las primeras jornadas de ese mes fueron anticiclónicas, con máximas ligeramente más elevadas que la media y mínimas, por el contrario, más bajas. Los valores diurnos en la Península, superaron claramente los 20 ºC en todo el oeste peninsular y hubo mínimas, en capitales de provincia, de entre -5 a -7 ºC.

Pero entre los días 3 y 4 cruzó un frente frío asociado a una depresión situada en superficie sobre los Países Bajos, que, con trayectoria sureste, quedó centrada entre Córcega y la península Itálica. En niveles bajos atmosféricos se estableció un flujo de viento del nordeste, directo de Centroeuropa, estando en altura una situación del norte bastante fría, con núcleo de -24 ºC a 500 Hpa sobre el nordeste peninsular.

Entre los días 5 y 6, la borrasca de altura también bajó en latitud, aproximándose al norte de Italia y dejando valores de -28 ºC en el nordeste peninsular a 500 hPa; lo que provocó un descenso de las temperaturas, con mínimas esos días de -10 a -12 ºC en Teruel, midiéndose en el observatorio de La Molina, Pirineo oriental, a 1.700 metros de altitud, -17 ºC. Además, por el suroeste de la Península empezó la aproximación de otra borrasca, en este caso atlántica.

Mapa de 500 Hpa y de superficie, a la izquierda y la derecha respectivamente, del 8 de marzo de 1971 a las 00 Z, del Boletín Meteorológico diario de ese día, editado por el Servicio Meteorológico Nacional dependiente del Ministerio del Aire.
Mapa de 500 Hpa y de superficie, a la izquierda y la derecha respectivamente, del 8 de marzo de 1971 a las 00 Z, del Boletín Meteorológico diario de ese día, editado por el Servicio Meteorológico Nacional dependiente del Ministerio del Aire. Fuente: AEMET.

Conjunción de ambas masas sobre el centro peninsular

El día 7 a unos 5.000 m de altitud y a las 12 z la masa fría en la zona de Madrid era de -28 ºC; mientras, en superficie, la borrasca atlántica se profundizó a la vez que cruzó rápidamente por el Estrecho de Gibraltar hacia el Mediterráneo, estableciendo un flujo del este muy marcado en la mayoría de las regiones peninsulares y en Baleares.

Todo apuntaba a que se iba a producir un gran enfrentamiento de dos masas de aire, una cálida de procedencia atlántica subtropical, con entrada por el sur y relativamente inestable; y otra muy fría, de origen polar continental, más bien seca, pero que en la parte final de su recorrido llegó por el Mediterráneo recargándose de humedad y volviéndose algo más inestable.

El domingo 7 en Madrid, se mantuvo el cielo poco nuboso durante la mayor parte del día, pero la máxima fue tan solo de 0,8 ºC, lo que nos indica que la masa fría se encontraba sobre la capital a todos los niveles atmosféricos. Con el paso de la tarde la nubosidad avanzó desde el sur y se iniciaron las primeras precipitaciones en forma de nieve, que al finalizar la jornada se habían convertido en una copiosa nevada, que por el frío reinante, rápidamente cuajó en toda la ciudad.

Meteograma de la Ciudad Universitaria, Madrid, desde las 18 Z del domingo 7 hasta las 18 Z del lunes 8 de marzo de 1971, publicado en el Boletín Meteorológico diario de ese día, editado por el Servicio Meteorológico Nacional dependiente del Ministerio del Aire.
Meteograma de la Ciudad Universitaria, Madrid, desde las 18 Z del domingo 7 hasta las 18 Z del lunes 8 de marzo de 1971, publicado en el Boletín Meteorológico diario de ese día, editado por el Servicio Meteorológico Nacional dependiente del Ministerio del Aire. Fuente: AEMET.

Con los datos de precipitación recogidos hasta las 7 horas del lunes 8 podemos darnos cuenta de los límites de ambas masas de aire. Mientras la masa cálida afectó principalmente a Andalucía oriental, donde se recogieron entre 20 y 60 l/m2, cuanto más al norte y al nordeste de la Península, el dominio fue del aire frío más seco. Por ejemplo, en el sistema Central, el observatorio de Navacerrada, apenas recogió 3 l/m2 y hacia el este de la capital, Barajas se quedó en 2 l/m2.

Nieve en marzo, vale un dinerazo

Otro punto que hace excepcional a esta nevada, además de producirse en el mes de marzo, fue su duración. El lunes 8 en Madrid se mantuvo con cielo cubierto y siguieron las precipitaciones en forma de nieve. La máxima apenas fue de 3,8 ºC a las 16 Z y la mínima de -2,6 ºC a las 4 Z, recogiéndose otros 8 l/m2 en forma de nieve, principalmente durante el día. Al final de la jornada la cantidad acumulada en muchas zonas alcanzó los 20 cm. Aún siguió nevando, de forma más débil, durante la madrugada del martes 9, recogiéndose 1 l/m2.

Esta situación fue debida a que la masa fría a 500 Hpa el día 8 alcanzó la vertical del centro peninsular con -32 ºC, mientras que en superficie, la borrasca situada en el norte de África siguió enviando frentes nubosos hacia la mitad sur de la Península y mantuvo un flujo de moderado a fuerte de viento del este sobre la zona de confluencia de ambas masas, aportando más humedad a las capas medias y altas de la atmósfera.

Se calcula que pudo estar nevando en la capital aproximadamente unas 30 horas y que los espesores finales alcanzaron, en algunas zonas, los 30 cm. Como curiosidad del límite tan marcado entre ambas masas de aire que afectaron esos días a la zona centro peninsular, está que en el aeropuerto de Barajas, a unos 15 kilómetros del centro de Madrid, la nieve apenas tuvo un espesor de 5 cm.