El árbol de sombra que crece rápido, da fruto y aguanta la sequía

El árbol ideal para climas secos: crece muy rápido, ofrece abundante sombra en verano y deliciosos frutos, siendo una opción perfecta para jardines y huertos con poca disponibilidad de agua.

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La morera, un árbol de larga tradición, y con infinidad de aprovechamientos.

En zonas con veranos intensos, inviernos suaves y lluvias cada vez más escasas, encontrar un árbol que combine buena sombra, un crecimiento rápido y resistencia a la sequía puede parecer un reto. Sin embargo, la morera (Morus spp.) es una opción perfecta para quienes buscan belleza, utilidad y adaptación al cambio climático en un solo ejemplar.

Un aliado para climas cálidos y secos

La morera es un árbol caducifolio (pierde la hoja durante una temporada del año) que se adapta a diversos suelos y condiciones climáticas, aunque destaca en regiones de clima mediterráneo, semiárido o subtropical.

Su resistencia a la sequía la convierte en una especie valiosa para zonas donde el agua es limitada, y su capacidad de crecer rápidamente permite disfrutar de sombra abundante en pocos años.

Existen varias especies de morera, siendo las más comunes la morera blanca (Morus alba) y la morera negra (Morus nigra). Ambas ofrecen un follaje denso y frondoso, perfecto para refrescar patios, jardines y calles durante el verano.

Crecimiento rápido y sombra abundante

Uno de los mayores atractivos de la morera es su velocidad de crecimiento. En condiciones óptimas, puede alcanzar entre 6 y 12 metros de altura en apenas una década, desarrollando una copa amplia y redondeada. Esto convierte a este árbol en una excelente opción para quienes necesitan sombra sin esperar años y años.

En zonas urbanas, es común encontrar moreras podadas en forma de “morera sin fruto” para evitar la caída de bayas en aceras, pero en los jardines privados, dejarla fructificar es una opción ideal para disfrutar del sabor de sus preciadas moras.

Frutos dulces y nutritivos

Las moras, de color blanco, rojo o negro según la especie, son pequeñas drupas alargadas de sabor dulce con un toque ácido. Además de ser deliciosas, son ricas en antioxidantes, vitamina C, hierro y fibra.

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Los frutos de la morera son las moras, y tienen un sabor único difícil de encontrar.

Se pueden consumir frescas, en mermeladas, postres, batidos o incluso secas; en la antigüedad, las moras eran un recurso alimenticio importante en muchas culturas, y hoy en día su consumo vuelve a valorarse gracias a la tendencia hacia alimentos naturales y de proximidad.

Resistencia y fácil mantenimiento

La morera tolera bien suelos pobres, periodos prolongados sin riego y altas temperaturas, siempre que esté bien establecida. Durante los primeros años, es recomendable regarla regularmente para favorecer un enraizamiento profundo, lo que mejorará su resistencia futura.

Su poda es sencilla y se realiza generalmente en invierno, cuando está en reposo vegetativo. Este mantenimiento permite controlar su tamaño, dar forma a la copa y favorecer la producción de frutos en caso de que se quieran obtener y aprovechar.

Beneficios adicionales

Además de su función como árbol de sombra y frutal, la morera contribuye a la biodiversidad, ya que sus flores atraen polinizadores como abejas y mariposas.

Seguro, que al hablar de morera nos viene al recuerdo los gusanos de seda, ya que las hojas y el follaje de esta planta, especialmente en las zonas rurales ha servido históricamente para alimentar al gusano de seda, especialmente en el caso de la morera blanca.

Su madera, resistente y de buena calidad, también se ha utilizado en carpintería, fabricación de instrumentos musicales y trabajos artesanales.

Consejos para plantarla

Aunque se trata de un árbol de extrema resistencia, siempre viene bien conocer algunos consejos o trucos para que su plantación sea exitosa. A continuación os mostramos algunas claves para su correcto establecimiento y desarrollo vegetativo.

  • Ubicación: elegir un lugar soleado, ya que necesita al menos 6 horas de luz directa al día.
  • Suelo: prefiere terrenos bien drenados, aunque se adapta a diferentes tipos de suelo.
  • Riego: abundante en el primer año; después, solo riegos ocasionales en épocas muy secas.
  • Espacio: al ser un árbol de copa ancha, necesita espacio para desarrollarse sin interferencias.