La brecha de género en la sensación térmica: así explica la ciencia por qué las mujeres sienten más frío

Hay días en los que te despiertas después de dormir 8 horas y aun así piensas: “no me ha dado la vida”. Y cuando sales de casa y entras en la oficina empieza el segundo clásico: “¿y este frío?” No eres tú, es la biología.

Mujeres duermen
Las mujeres necesitan dormir más y tienen más frío, no es capricho, es biología.

Puede parecer casualidad, pero la ciencia está empezando a hilar muy fino: muchas mujeres necesitan dormir más… y también necesitan más calor. No es debilidad. No es queja. Es biología. Y también es sociedad.Vamos por partes, que aquí hay chicha científica.

Dormir: el privilegio que nunca lo fue

Estudios globales con decenas de miles de personas muestran que las mujeres duermen, de media, entre 19 y 29 minutos más que los hombres. Visto así parece una ventaja… hasta que lees la letra pequeña: lo hacen porque lo necesitan y, aún durmiendo más, descansan peor.

Durante décadas, la investigación del sueño se centró mayoritariamente en hombres, en gran parte por considerar que sus ritmos biológicos eran “más estables” y fáciles de medir. Como resultado, muchas recomendaciones estándar (las famosas “7 u 8 horas de sueño”) se basaron en cuerpos masculinos.

Sin embargo, estudios recientes con rastreo de sueño a gran escala, análisis de fases REM y sueño profundo, y registros hormonales a lo largo del ciclo menstrual, muestran de forma consistente que las mujeres necesitan dormir más para alcanzar la misma recuperación cognitiva, emocional y física que los hombres.

De la diferencia biológica al impacto social

Esta diferencia biológica, invisible en estudios previos, solo se ha hecho evidente gracias a la tecnología moderna y al enfoque inclusivo de nuevas investigaciones que contemplan la variabilidad hormonal, la arquitectura del sueño y la carga mental femenina.

En otras palabras: no es que las mujeres “quieran dormir más”, es que sus cuerpos realmente lo necesitan, y solo ahora la ciencia lo está reconociendo.

mujer sueño
El ritmo de vida no permite que las mujeres duerman lo que realmente necesitan

Las fluctuaciones hormonales del ciclo menstrual, el embarazo, la lactancia o la menopausia alteran la arquitectura del sueño. Donde debería haber sueño profundo y reparador, aparecen microdespertares, insomnio, inquietud.

Si a eso le sumamos el “trabajo invisible” (carga mental, organización del hogar, cuidados, anticipación constante) es fácil de entender por qué dormir ocho horas no siempre equivale a estar descansada.

La ciencia apunta a diferencias biológicas reales, pero la sociedad añade el ruido: horarios pensados para ritmos masculinos, dobles jornadas, estrés sostenido. ¿Conclusión? Muchas mujeres duermen lo que pueden, no lo que necesitan.

Y como si dormir mal no fuera suficiente… también tienen más frío

Y no queda aquí la cosa: la recién popularizada “demanda térmica femenina”, que explica por qué ellas suelen sentir más frío que ellos incluso en las mismas condiciones, con la misma ropa y la misma temperatura.

La medicina lo explica con claridad meridiana: no es que “se quejen más”, es que su cuerpo produce y conserva menos calor. Vamos a mirar los factores.

1. Factores metabólicos: el motor que va a una marcha menos

El metabolismo femenino es, de media, más lento. Eso implica que quema menos calorías y genera menos calor corporal. Su cuerpo necesita ambientes ligeramente más cálidos para compensarlo.

Mujer fría
El metabolismo de la mujer es más lento, lo que hace que tengamos más frío.

Y cuando lo poco que produce se pierde rápido… llega la sudadera, la manta y, si hace falta, el calefactor secreto bajo la mesa.

2. Factores físicos: músculo vs. grasa (y no gana quien cree)

La composición corporal es distinta.

  • Las mujeres suelen tener menos masa muscular, y el músculo es el mejor “radiador natural” del cuerpo. Produce calor como un campeón, sin esfuerzos.

  • Tienen más grasa corporal, pero gran parte de ella es subcutánea y distribuida de forma que no calienta bien las extremidades. Resultado: manos y pies siempre fríos .

  • Además, como suelen ser de menor tamaño corporal, su superficie pierde calor más rápido.

Vamos: que el cuerpo femenino, por diseño, juega en modo “ahorro energético”

3. Factores hormonales: los estrógenos, manipuladores del termostato

Los estrógenos (benditos y malditos a partes iguales) hacen dos cosas importantes en este cuento.

  1. Reduce la producción de calor muscular

  2. Desvían la sangre hacia el tronco dejando extremidades más frías.

El cerebro interpreta eso como una alerta: “¡Abrígate!". No es imaginación. Es fisiología pura.

Enfermedades que amplifican el frío

Hay quien es friolero profesional incluso en agosto. ¿Motivos? Varias condiciones lo explican.

  • Hipotiroidismo: ralentiza todo, incluida la producción de calor.

  • Anemia: manos y pies fríos, fatiga y palidez.

mujeres frías
Hay enfermedades que también podrían explicar por qué siempre se tiene frío.
  • Enfermedad de Raynaud: espasmos en los vasos de los dedos que dejan las manos como si fueran mármol helado.

  • Tensión arterial baja: mareos y sensación constante de frío.

Biología, otra vez. Sin superstición.

Dormir peor + tener más frío = la tormenta perfecta

Ahora junta todo.

  • Necesidad de dormir más para recuperarse.

  • Sueño de peor calidad por factores hormonales, metabólicos y de carga mental.

  • Mayor sensibilidad al frío por composición corporal, metabolismo y estrógenos.

¿Resultado? Un cuerpo que funciona cada día un poquito por debajo de su punto óptimo, que necesita más recuperación, más temperatura adecuada, más descanso real… pero vive muchas veces en un entorno que ignora esas diferencias.

Y encima, cuando se verbaliza, toca escuchar:
“Uy, qué exagerada”
“Pues yo estoy bien”
“Eso es porque tienes poca tolerancia”.

No, no, no. Es fisiología. Con evidencia. Y con implicaciones reales para la salud.

Lo que esto significa para la salud pública

Reconocer estas diferencias no es hablar de “hombres vs. mujeres”, sino de ajustar el entorno a quienes siempre han tenido que adaptarse a ellas mismas.

  • Oficinas climáticas pensadas en estándares masculinos.

  • Ritmos laborales ajenos a ciclos hormonales o variaciones del sueño.

  • Horas de descanso insuficientes para un cuerpo con mayor demanda de recuperación.

mujer fría
La biología femenina tiene unas necesidades diferentes en cuanto a sueño y frío, no es capricho y así debe entenderse.

Hablar de sueño y de frío en clave de género es hablar de ergonomía, productividad, bienestar, prevención y, sobre todo, equidad. La clave es no olvidar que la biología femenina tiene otras necesidades, reflejadas en el sueño, en la termorregulación y en la respuesta al estrés cotidiano.

Y quizás la pregunta correcta no sea “¿por qué ellas tienen más frío?” o “¿por qué necesito dormir más?”, sino: ¿por qué seguimos esperando que se comporten igual que los hombres cuando su cuerpo funciona distinto?

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