La medida del azul celeste

El padre del alpinismo, Horace Bénédict de Saussure, aprovechó sus ascensiones al Mont Blanc para medir el color azul del cielo con ayuda de un instrumento de su invención llamado cianómetro.

Réplica del cianómetro de Saussure. Un instrumento diseñado para medir el color azul del cielo.

La faceta más conocida del naturalista y geólogo suizo Horace Bénédict de Saussure (1740-1799) es la de ser el fundador del alpinismo, convirtiendo el ascenso y descenso de montañas en una actividad que practican en la actualidad millones de personas en todo el mundo. Es menos conocido el interés que mostró por la Meteorología, en particular por la medida de variables como la presión atmosférica o la humedad del aire, y la relación de esta última con el color azul del cielo. En su afán por mejorar la calidad de sus observaciones, perfeccionó algunos instrumentos meteorológicos de la época e inventó otros, muy originales e ingeniosos, que probó en sus escaladas alpinas.

A Saussure le gustaba comprobar cuál era el punto de ebullición del agua en las cimas de las montañas que alcanzaba o cómo actuaba la radiación solar. También mostró interés por conocer cuál era la composición del aire, en particular su contenido de humedad, lo que está íntimamente relacionado con su grado de transparencia y el color del mismo que observamos.

Dibujo del descenso tras la primera ascensión del Mont Blanc, por parte de Saussure y el resto de expedicionarios, en 1787.

Antes de que empezaran a coronarse las cumbres del planeta, la gente que vivía en zonas de montaña había comprobado que a medida que se ascendía, el color azul del cielo se veía más oscuro. En los Alpes circulaba la leyenda de que si se subía lo suficiente en la atmósfera, el cielo se volvía completamente negro, lo que haría caerse al vacío a quien osara adentrarse en aquellos dominios. Estos miedos hicieron que durante mucho tiempo nadie se atreviera a subir más de la cuenta por las montañas.

A Saussure le picó la curiosidad y quiso comprobar por sí mismo cómo cambiaba el azul celeste con la altura, para lo cual diseñó un original artilugio, que llamó cianómetro, lo que le permitió cuantificar el tono azulado del cielo. En sus ascensiones al Mont Blanc, comprobó con su cianómetro que el azul se oscurecía al ir ganando metros, lo que también coincidía con una disminución gradual de la humedad del aire. El científico suizo, gracias a sus medidas, concluyó que el color del cielo era un fiel indicador del contenido de vapor de agua del aire.

En los valles, donde la humedad es alta, el azul celeste se degrada y el cielo se torna blanquecino, particularmente en la franja del mismo más próxima al horizonte. Este efecto es muy marcado sobre el mar, particularmente sobre aguas cálidas, lo que carga mucho de humedad el aire que discurre por encima de ellas.

Izquierda: Grabado de Horace Bénédict de Saussure pintado por C. Pradier hacia 1760. Derecha: Lámina con una representación del cianómetro de Saussare, publicada en 1790. Fuente: Biodiversity Library.

Sobre un simple trozo de cartulina de forma circular, Saussure dispuso en forma de abanico un total de 53 secciones, en cada una de las cuáles pegó un papel teñido con una determinada proporción del conocido pigmento azul Prusia. El conjunto formaba una escala de azules que iba desde el blanco hasta el negro, teniendo cada uno de ellos asignado un número. La manera de proceder con el cianómetro consistía en alzarlo hacia el cielo con ayuda del brazo, situándolo siempre a una distancia estándar del ojo, de manera que bastaba entonces con comparar el color del cielo con el de alguno de los colores dispuestos en el artilugio, asignándole el número que correspondiera.

Según las observaciones que dejó anotadas el propio Saussure, el azul más oscuro que llegó a registrar fue un número 39, medido en la cima del Mont Blanc (4.810 m de elevación). Por su parte, el naturalista alemán Alexandre von Humboldt (1769-1859), que utilizó con asiduidad un cianómetro de Saussure en sus expediciones por el continente americano, llegó a registrar un azul del número 46 en la cima del Chimborazo, en los Andes, a casi 6.300 m sobre el nivel del mar.