La fabricación de las tormentas: CAPE, vorticidad y cizalladura

La temperatura del agua del mar, la temperatura del aire, la humedad o la presencia de aire frío en altura tienen un papel importante en la formación y desarrollo de tormentas. Vendrían a ser como el "combustible" que las hace funcionar y las mantiene "vivas".

Tormenta con gran desarrollo vertical
La formación de tormentas es compleja y depende de múltiples factores.

Vamos a hablar de los distintos mecanismos que actúan como desencadenantes de los núcleos convectivos: el índice de inestabilidad CAPE, la vorticidad y la cizalladura. Sin estas tres condiciones, pese a tener aire frío, calor en superficie o mucha humedad, no hay mecanismo de "disparo" de las tormentas.

Estos tres elementos de "disparo" también son herramientas muy útiles para los meteorólogos, pues sirven para afinar y aproximar más la posibilidad, la magnitud y la distribución de las tormentas.

CAPE

En primer lugar, el (índice) CAPE es un acrónimo de "Convective Available Potencial Energy" y nos marca la energía potencial que tiene una masa de aire para provocar movimientos ascendentes y formar nubosidad. La unidad de medida es julios por kilógramo (J/kg). Si los valores superan los 2500 a 3500 J/kg, estamos hablando de un índice CAPE muy elevado y en efecto, de mucha energía potencial disponible para la generación de tormentas.

El CAPE es uno de los índices de inestabilidad más útiles para pronosticar las tormentas. Estos días, el Mediterráneo es un verdadero caldo de cultivo, con niveles que alcanzan los 3000 J/kg.

Este índice depende de otros parámetros como la temperatura del aire, la temperatura del agua del mar, la humedad relativa y el aire frío en altura.

Índice de inestabilidad del modelo centro europeo prevista para la madrugada del martes
El mediterráneo a esta época del año es un mar muy potente para hacer disparar estos índices de inestabilidad.

Vorticidad

En segundo lugar, os presentamos la vorticidad. Es un parámetro que marca la rotación de las masas de aire. Una vorticidad positiva indica una región de la atmosfera muy dinámica, con capacidad de generar nubosidad, por tanto. Sin embargo, una vorticidad negativa expresa una masa de aire más estable y, en consecuencia, tiempo seco.

La vorticidad negativa produce divergencia del aire y movimientos descendentes, con lo cual, va ligada a situaciones de estabilidad atmosférica.

Cizalladura

Finalmente encontramos la cizalladura. Se trata del "choque" de vientos procedentes de direcciones diferentes en distintas capas atmosféricas. Por ejemplo, cuando en altura tenemos un flujo del oeste y en superficie una corriente de levante, se produce esta conjunción de aire que induce a convección y formación de nubosidad. Sin embargo, si en todas las capas atmosféricas el flujo viene de una misma dirección, hay una imposibilidad de esta conjunción de vientos y, por tanto, una masa de aire menos inestable.

La cizalladura y la convergencia tienen la misma esencia, aunque hablamos de cizalladura cuando este choque se produce con vientos opuestos en distintas alturas, mientras que la convergencia se suele da en superficie.

    Así pues, estos tres parámetros van a ser vitales para hacer seguimiento de las tormentas durante los próximos días y para definir su severidad, magnitud e intensidad.