El deshielo primaveral en la pintura de Monet

El pintor impresionista Claude Monet dedicó varias series de pinturas al deshielo en el río Sena. Vivió algunos inviernos muy fríos en Francia, coincidiendo con los últimos coletazos de la Pequeña Edad de Hielo.

El deshielo en Vétheuil
El deshielo en Vétheuil (1880) Claude Monet © Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

En épocas más frías que la actual el deshielo que tenía lugar en primavera no se ceñía a las zonas de montaña, sino que muchos inviernos dominaban los paisajes nevados con todo congelado. Dicha circunstancia se dio en Francia en el siglo XIX y los pintores impresionistas, con Claude Monet (1840-1926) a la cabeza, fueron testigos privilegiados de esos rigores invernales, trasladándolo a sus obras.

La pintura al aire libre (plein art) se convirtió en un objetivo en sí mismo gracias al Impresionismo. La principal motivación de los artistas que protagonizaron esta revolución en el mundo pictórico fue captar los momentos únicos que nos brinda la naturaleza. Tanto el cambiante cielo, como las formas del agua, en combinación con la luz, fue lo que llevó a Manet, Monet, Pissarro, Degas, Renoir… a interesarse por capturar en sus obras esa mutabilidad del mundo a nuestro alrededor.

Los cambiantes paisajes congelados

Tanto las nevadas como la congelación de las aguas de ríos, lagos o el mar, transforman profundamente el paisaje, lo que además va evolucionando con el discurrir del tiempo. Dicha circunstancia motivó a Monet a llevar a cabo varias series de pinturas. Los grandes fríos que le tocó vivir (y sufrir) en primera persona los trasladó magistralmente a sus lienzos, donde aparece el río Sena congelado parcial o totalmente como un motivo recurrente.

El invierno de 1879-1880 fue excepcionalmente frío en Francia y en otros países europeos, coincidiendo con uno de los últimos coletazos de la Pequeña Edad de Hielo. El Sena a su paso por la localidad de Vétheuil –situada 60 kilómetros al norte de París– se congeló por completo. Por aquel entonces, Monet vivía allí y pintó una serie de 17 óleos, dedicada al deshielo del río.

Témpanos de hielo en Bennecourt
Témpanos de hielo en Bennecourt (1893) Claude Monet © Museo Barberini, Postdam

El deshielo en Vétheuil (1880) es una de esas pinturas y logra trasladarnos al lugar de los hechos. Transmite con extraordinaria eficacia el silencio –roto únicamente por el murmullo del agua y del hielo quebradizo–, la quietud y el frío que corresponden a un escenario como ese, dominado en la pintura por los tonos grises y azules pálidos.

Es muy meritorio conseguir a base de pinceladas sueltas –jugando con diferentes tipos de trazos y texturas– una composición que capture de forma tan fiel ese “momento hielo” que las primaveras de aquel año y algunos otros tuvo lugar en el Sena y otros ríos europeos.

Témpanos de hielo en el Sena

Impresiona comprobar en algunas de estas series de pinturas de Monet cómo por las aguas del Sena se desplazaban grandes témpanos de hielo. La década anterior a pintar el deshielo en el río a su paso por Vétheuil, tuvo lugar otro invierno helador: el de 1867-1868. Impactado al ver los grandes bloques de hielo sobre las frías aguas de esa arteria fluvial francesa, el por entonces joven Monet representa por primera vez el Sena congelado.

En Témpanos de hielo en el Sena cerca de Bougival (1868) vemos una atmósfera puramente invernal, dominada por un cielo plomizo, con una tenue niebla al fondo (efecto difuminado), la blancura de las placas de hielo flotante y la nieve depositada en ambas orillas del río, y una ausencia casi total de color (salvo los grises) en el conjunto de la composición. Ese monocromatismo es característico de esos días gélidos invernales en los que todo está nevado y congelado.

Témpanos de hielo en el Sena cerca de Bougival
Témpanos de hielo en el Sena cerca de Bougival (1868) Claude Monet © Museo del Louvre, París

No fue esa la única vez que Monet vio témpanos de hielo discurriendo sobre las gélidas aguas del Sena al final del invierno y en primavera. Aunque esta circunstancia no se daba todos los años, sí que se produjo con cierta cadencia a lo largo de su vida.

En 1890 el artista se fue a vivir a Giverny, a poca distancia del río, y allí volvió a ver ese espectáculo de la naturaleza, que inmortalizó en una serie de 12 pinturas, en las que repitió el motivo casi sin variaciones, captado desde un mismo lugar de observación.

Témpanos de hielo al atardecer
Témpanos de hielo al atardecer (1893) Claude Monet © Museo Langmatt, Baden, Suiza

En el cuadro que hemos seleccionado de esta serie (Témpanos de hielo al atardecer [1893]) apreciamos los témpanos de hielo sobre la superficie fluvial. Recuerdan a los bandejones (pancake ice) que se forman en ocasiones en la superficie del mar cuando éste comienza a congelarse. Volviendo al Sena que nos muestra Monet, los témpanos a la deriva con la crecida del río producen grandes daños en la orillas, ya que aparte de inundarlas, el hielo arrasa todo lo que va alcanzando.

Este deshielo es un fenómeno catastrófico, que causa daños; sin embargo, Monet con esta pintura y el resto de las versiones que completan la serie, se aleja del dramatismo. Su interés se limita a captar lo que está viendo. El cuadro transmite paz, quietud, a lo que también contribuye la cálida luz del final del día, reflejada en el agua del río por donde no discurren los bloques de hielo.