El calor en los refranes: "Los caniculares entran con abad y salen con abad"
Se ofrece una selección de refranes meteorológicos y climáticos que hacen referencia al calor. Abundan los que aluden al santoral para fijar fechas del calendario y también a la canícula.

Las referencias al calor no faltan en el refranero meteorológico y climático. En el presente artículo comentaremos varios de ellos. Los fuertes calores estivales no son algo nuevo de ahora, de estos tiempos de calentamiento global, aunque comprobaremos cómo hay refranes que marcan en el calendario fechas de llegada y final del calor distintas a las que ahora son habituales.
Las referencias al calor se relacionan con frecuencia con la actividad agrícola, ya que era la principal en el pasado. Junio y julio son un par de meses claves para el agricultor. Se recoge el cereal en los campos de secano, engordan las uvas en los viñedos y se cargan de aceitunas los olivos. “Por junio mucho calor, nunca asusta al labrador”, sentencia un refrán, en alusión al efecto beneficioso que tienen las altas temperaturas en ese momento del año agrícola.
Si llueve en la primera parte del verano, no es bueno para las tierras de secano ni tampoco para el viñedo (“El agua por San Juan quita vino y no da pan”, “Agua por San Juan, vinagre a la Navidad”).
El Santoral y las idas y venidas del calor
Es muy común en los refranes citar algún santo para fijar una determinada fecha del calendario en la que, según la meteorología popular, suele acontecer alguna circunstancia que certifica la experiencia. Encontramos referencias al calor (a su entrada en escena o a su despedida) en bastantes dichos, con referencias temporales en casi los doce meses del año.
Uno de ellos nos recuerda que “Por San Alejandro, el calor se va notando”. En el santoral católico encontramos a San Alejandro de Alejandría (26 de febrero) y a San Alejandro de Jerusalén (18 de marzo). Lo más razonable es pensar que el refrán alude a este segundo Alejandro, cuya onomástica situamos a las puertas de la primavera. En la actualidad, no es raro tener días cálidos e incluso relativamente calurosos en el mes de febrero, por lo que podríamos intercambiar el santo.

“Por San Isidro Labrador (15 de mayo) se va el frío y viene el calor”. Confirma esta sentencia otro refrán que afirma que “Por San Urbano (19 de mayo) calor en la mano”, ya cerca del mes de junio, en que “[En junio] si pica el sol, ni mujer ni caracol”. Antiguamente, la piel blanca en las mujeres era un indicador de su clase social; se valoraba esa blancura, algo que no estaba al alcance de las mujeres que trabajaban en el campo, de clase baja.
Fuera de la canícula (a la que dedicaremos la última parte del artículo) y siguiendo con el santoral, encontramos otro refrán que afirma que “Por San Miguel (29 de septiembre) el calor no pide ya parasol”. Encontramos el siguiente contrarrefrán: “En septiembre, a fin de mes, vuelve el calor otra vez”, en referencia al famoso veranillo del membrillo o de San Miguel.
Los fuertes calores caniculares
Uno de los sonidos del largo y cálido verano ibérico es el de las chicharras (“Chicharra que canta, calor adelanta”), que se convierte en la banda sonora de los campos sobre todo en los meses de julio y agosto; los más calurosos del año. La llegada del mes de julio es sinónimo de intenso calor (“Por San Fermín [7 de julio] el calor no tiene fin”, “En julio beber y sudar y el fresco en balde buscar”).
A mediados de julio comienza la canícula. Es el periodo es que habitualmente hace más calor de todo el año y se prolonga hasta mediados de agosto, sin fechas fijas, aunque lo más común es acotarlo entre el 15 de julio y el 15 de agosto (“De Virgen a Virgen, el calor aprieta firme”, siendo la primera la virgen del Carmen [16 de julio] y la segunda la Asunción [15 de agosto]).

El siguiente refrán certifica el baile de fechas: “Los caniculares entran con abad y salen con abad”. En este caso, el primer abad es San Juan Gualberto (12 de julio) y el segundo San Bernardo (20 de agosto). “San Lorenzo (10 de agosto) calura, San Vicente (22 de enero) friura. Ni uno ni otro duran”, sentencia otro refrán, sin olvidarnos del conocido dicho “Agosto fríe el rostro” y su contrarrefrán “Agosto, frío en el rostro”, en alusión este último al declive de las temperaturas que empieza a notarse a finales de ese mes, algo que no siempre se cumple.
Terminamos este recorrido paremiológico por el calor comentando un curioso y divertido refrán, que dice lo siguiente: “Hasta agosto y desde junio, señora no soy suyo”. Se supone que en los meses de verano el calor nos aplatana y altera el estado anímico de mucha gente. Antiguamente, los campesinos que estaban trabajando en el campo de sol a sol en verano, llegaban a sus casas al caer la tarde extenuados y sin ganas de complacer a sus pacientes y sufridas esposas. Éstas no podían esperar los favores sexuales de sus parejas hasta que el ambiente refrescaba un poco.
Hay otro refrán que va en la misma línea. Es ese que dice: “Junio, julio y agosto, ni col, ni mujer, ni mosto”. En este caso, aparte de la mujer aparece la col, que se pone mustia si hace demasiado calor y el mosto que no puede obtenerse hasta finales de mes, una vez que las uvas hayan engordado.