Una nueva misión para interceptar al cometa 3I/ATLAS: los científicos de la NASA revelan las posibilidades reales

Con su velocidad y órbita hiperbólica, el cometa 3I/ATLAS, descubierto el 1 de julio, es el tercer objeto interestelar detectado. Un nuevo análisis revela que podríamos haberlo interceptado lanzando una nave desde Marte.

Analizamos la hipotética misión para interceptar al cometa interestelar 3I-ATLAS. Imagen creada Copilot AI.

Cuando el cometa 3I/ATLAS se encontraba a unas 4,3 Unidades Astronómicas (UA) del Sol se le calculó una excentricidad de 1.004, lo necesario para una trayectoria hiperbólica. Además, su velocidad de entrada de 38 km/s confirmaría su naturaleza interestelar.

Una Unidad Astronómica es la distancia media entre la Tierra y el Sol. Equivale a unos 150 millones de kilómetros.

Durante su aproximación, se calculó que su perihelio —el punto más cercano al Sol— ocurriría el 30 de septiembre de 2025, a una distancia de apenas 0,34 UA. Por otra parte, pasaría a solo 0,18 UA de Marte, generando una oportunidad inusual para intentar alcanzarlo desde ese planeta.

Un nuevo estudio, liderado por investigadores de Michigan State University, calculó si una nave espacial, ya en órbita de Marte o la Tierra, podría haber alcanzado al cometa antes de que escapara. El resultado fue sorprendente, pues desde Marte, la misión era factible con tecnología existente.

Desde la Tierra, el lanzamiento ya era inviable al momento del descubrimiento, pues para alcanzar al cometa, se requeriría una velocidad superior a los 24 km/s. Pero desde Marte, los cálculos muestran que el impulso necesario habría sido mucho menor, dentro del rango de sondas activas.

El mejor momento para lanzar habría sido el 1 de julio, irónicamente, el mismo día de su descubrimiento, si se hubiera aprovechado esa ventana, el encuentro habría sido posible el 3 de octubre, justo cuando el cometa alcanzara su distancia mínima a Marte.

Qué podríamos haber aprendido de cerca

3I/ATLAS es posiblemente un cometa de la nube de Oort de otra estrella, por lo que un sobrevuelo habría permitido analizar la proporción de isótopos en su hielo, medir su actividad cometaria y verificar si su núcleo presentaba características similares a los cometas conocidos o propiedades exóticas.

Una misión equipada con espectrómetros y cámaras nos habría permitido estudiar directamente la estructura del núcleo, los gases liberados por sublimación y su interacción con la radiación solar y si contiene compuestos orgánicos como en los cometas locales, además de buscar firmas moleculares poco comunes.

En los próximos meses alcanzará una magnitud máxima de 10, muy tenue para telescopios domésticos, pero aún observable con instrumentación profesional. Confirmando que se trata de un objeto pequeño, con un núcleo de entre 1 y 2 kilómetros de diámetro, cubierto posiblemente por una tenue coma.

Estudiar objetos interestelares en detalle permite reconstruir su historia dinámica y química, y aprender sobre los procesos de formación planetaria en otras estrellas. 3I/ATLAS nos ofreció esa posibilidad y nos deja una clara lección, necesitamos estar listos antes de que el próximo visitante cruce nuestras puertas.

Desde Marte sí, desde la Tierra no

Según los cálculos, una misión lanzada desde la Tierra tras el descubrimiento ya no era viable. Se requería una delta-v superior al doble de la capacidad de cualquier lanzador actual, sin embargo, desde Marte, una nave en órbita podría haber alcanzado al cometa sin necesidad de tecnologías revolucionarias.

El delta-v (Δv) es la capacidad de una nave espacial para acelerar y desacelerar, es una medida del impulso total que necesita para cambiar su velocidad en maniobras orbitales y cambios de trayectoria.

El delta-v necesario desde Marte era de solo 3.5 km/s en el mejor escenario. Incluso si la nave se lanzaba semanas más tarde, el impulso requerido seguía siendo razonable. Varias sondas en órbita marciana habrían tenido el combustible suficiente para realizar la maniobra si se actuaba con rapidez.

Cálculo de la trayectoria de una misión desde Marte. Crédito: Yaginuma et al.

El sobrevuelo habría ocurrido en octubre, cuando 3I/ATLAS pasara a 27 millones de kilómetros de Marte, una distancia corta en escalas astronómicas, ideal para realizar observaciones cercanas y obtener imágenes detalladas del núcleo en movimiento, una oportunidad extraordinaria con costos mínimos adicionales.

Sin embargo, no se concretó, el tiempo fue insuficiente para redirigir una misión. Esto nos demuestra que tener naves operativas en otros planetas puede ofrecer ventajas estratégicas y Marte puede convertirse en una plataforma avanzada para explorar el sistema solar... y más allá.

El futuro: interceptores en espera

La clave está en la anticipación ya que si se detecta un objeto interestelar y se tienen sondas en espera, el sobrevuelo es posible, pero para ello necesitamos una arquitectura espacial que permita respuestas rápidas. No podemos construir una misión desde cero cada vez que aparece un visitante.

Una propuesta concreta es tener interceptores preposicionados, es decir, naves ubicadas estratégicamente en la órbita de Marte, la Tierra o puntos de Lagrange (como el JWST), que permanezcan inactivas hasta recibir una alerta. Con suficiente combustible y sensores adecuados, podrían lanzarse en días o semanas hacia el objetivo.

El concepto ya está en marcha. La ESA lanzará el Comet Interceptor en 2029, una que sonda esperará en el punto L2 y se activará cuando aparezca un cometa virgen o interestelar, una estrategia que podría cambiar radicalmente nuestra capacidad para estudiar objetos que pasan fugazmente.

Con 3I/ATLAS estuvimos cerca, pero no alcanzamos la meta. Sin embargo, si aprendemos la lección y preparamos nuestras naves con visión de futuro, quizá la próxima vez logremos algo que jamás hemos hecho: estudiar cara a cara un fragmento de otro sistema estelar que no, no es una nave extraterrestre.