Recopliación de caídas de los astronautas en la Luna: la NASA no debe estar orgullosa de esto
Los 12 seres humanos que pisaron la Luna se enfrentaron a grandes retos. Uno de ellos, la poca gravedad que hay en nuestro satélite natural, que hizo que caminar allá arriba fuese un reto.

El pasado 20 de julio se cumplieron 56 años del histórico momento en que el ser humano pisó la Luna por primera vez. Neil Armstrong marcó un antes y un después al dar “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Desde aquella hazaña en 1969, otros 11 astronautas también caminaron sobre la superficie lunar, sumando un total de 12 pioneros que han dejado su huella en nuestro satélite natural.
Detrás de la gloria de llegar a la luna, los astronautas también tropezaron, cayeron e incluso se rieron de sí mismos. En la baja gravedad y con trajes incómodos, cada paso era un desafío. Estas escenas inesperadas nos recuerdan que incluso los héroes pueden perder el equilibrio... ¡y seguir adelante!
Menos gravedad, más dificultad
El desplazamiento por la superficie lunar implica una serie de desafíos físicos y operativos únicos. Las condiciones del entorno exigen una aclimatación constante por parte del cuerpo humano y de los sistemas de soporte vital.
Se han documentado astronautas del programa Apolo tropezando, cayendo y riéndose mientras intentan caminar o trabajar en la superficie lunar. Aunque parecen graciosas, esas escenas son completamente reales y revelan lo difícil que era moverse en la Luna: a menos gravedad, más dificultad.
Bloopers from NASA showing astronauts losing their footing while walking on the moon pic.twitter.com/Dpj4UXYfXT
Latest in space (@latestinspace) July 21, 2025
La gravedad en la luna es 1.6 m/s2, 6 veces menos que en la Tierra por lo que cada paso tiene su complejidad. Los movimientos se vuelven más parecidos a saltos que a pasos, el cuerpo responde con más inercia, los trajes espaciales dificultan la movilidad y el terreno, irregular y cubierto de polvo suelto, incrementa el riesgo de resbalar o perder el equilibrio.
Los astronautas pesaban mucho menos, pero su masa (inercia) seguía siendo la misma. Como consecuencia, tenían más dificultad para detenerse una vez que se movían. También, perdieran el equilibrio fácilmente al cambiar de dirección y sus movimientos fueran más "saltados", y menos precisos.
Otras razones que explican las caídas
La falta de experiencia motriz en ese entorno hizo que las caídas fueran recurrentes, a pesar de los entrenos intensos a los que se sometieron los exploradores espaciales.
No había una forma “correcta” o natural de caminar en la Luna: los astronautas improvisaban entre saltos, pasos largos y técnicas que iban probando sobre la marcha. De hecho, con el tiempo desarrollaron una forma eficiente llamada el “bunny hop” (salto de conejo), que les daba más estabilidad.
La superficie de la Luna está cubierta de regolito, un polvo fino y suelto, muy diferente al de la Tierra. Este polvo no se compacta bien, por lo que resbalar es fácil, sobre todo en zonas con pendientes, cráteres o rocas sueltas.

Los trajes del programa Apolo, diseñados para proteger del vacío, el calor y la radiación, eran pesados y rígidos. Limitaban el movimiento, dificultaban agacharse o girar, y complicaban tareas manuales.
Las actividades extravehiculares (EVAs) eran largas y exigentes, con tareas físicas y técnicas que causaban fatiga, afectando la coordinación y aumentando las caídas.
Unos momentos cómicos para la historia
Aunque parecen vídeos caseros graciosos, estas escenas muestran la humanidad y vulnerabilidad de los astronautas. Destacan la complejidad de trabajar en un entorno alienígena.
Las caídas fueron parte de las expediciones, pero siempre se lo tomaron con humor si caían, se reían, se levantaban y seguían. Las caídas estaban previstas y no prohibidas, pero sí se evitaban golpes que pudieran dañar el traje o la mochila.
Aprendieron a caer con cuidado, usando brazos y rodillas para no comprometer componentes vitales del equipo. Fueron parte de entrenamientos y lecciones para mejorar futuros trajes y vehículos. Algo que se tiene en cuenta de cara a la próxima visita a nuestro satélite: la misión Artemis III, prevista para septiembre de 2026.