Unos científicos del Instituto Max Planck sugieren que la Luna nació tras un impacto entre vecinos del sistema solar
Un minucioso análisis de muestras lunares y meteoritos reabre el debate sobre el origen de Theia, el misterioso mundo que habría chocado con la Tierra hace 4.500 millones de años.

Hace miles de millones de años, cuando nuestro planeta apenas empezaba a consolidarse, un suceso descomunal habría marcado para siempre su destino. Según un estudio reciente, aquel episodio no fue obra del azar cósmico, sino el resultado del encuentro entre la joven Tierra y un cuerpo vecino que los investigadores identifican como Theia. Aunque este objeto quedó destruido para siempre, su rastro sigue latente en fragmentos que hoy se estudian con tecnología precisa.
La propuesta científica, construida a partir del examen detallado de rocas terrestres, muestras lunares recuperadas por las misiones Apolo y meteoritos dispersos por distintas zonas de nuestro Sistema Solar, apunta hacia una conclusión sugerente: la Luna podría ser el producto directo de la unión de materiales procedentes tanto de nuestro planeta como de este antiguo compañero orbital. Y, lo más importante, dichas pistas permitirían situar el origen de Theia en zonas muy cercanas al Sol.
Una vecindad cósmica que pudo desencadenar la colisión
Un grupo de especialistas de la Universidad de Chicago, el Instituto Max Planck y la Universidad de Hong Kong sostienen en un estudio que el choque se produjo entre dos mundos formados casi en el mismo barrio estelar. Como recordaba Timo Hopp, autor principal del trabajo, “Lo más probable es que la Tierra y Theia fueran vecinas”, una idea que toma fuerza al analizar las señales químicas presentes en el hierro, el cromo, el titanio o el calcio hallados en las muestras estudiadas.
Earth + Theia = MOON
— Black Hole (@konstructivizm) May 1, 2025
Once upon a time about 4.5 billion years ago Earth wasn't alone. A rogue planet, Theia, nearly the size of Mars, smashed into it at full speed.
The result? A fiery collision that could have created the Moon in just a FEW HOURS, not the millennia pic.twitter.com/Le9I4QTBWt
Esas huellas químicas se convierten en una especie de archivo mineral. Y es que no se trata sólo de rastrear los componentes básicos, también hay que descifrar ligeras variaciones atómicas que revelan dónde se gestó cada porción de materia. El equipo ha usado esta información para comparar los patrones isotópicos con los de meteoritos que proceden de zonas interiores del sistema solar, descubriendo coincidencias muy precisas con lo que se espera de Theia.
La interpretación apunta hacia un escenario sorprendente: la Tierra, todavía en su fase inicial, habría recibido el impacto de un mundo creado incluso más cerca del Sol, algo que cambia la perspectiva habitual del origen lunar y abre nuevas líneas de debate sobre la dinámica de los primeros días del Sistema Solar.
El lenguaje secreto de los isótopos y su papel en el estudio
Todo este trabajo tiene un soporte fundamental: la lectura de isótopos, un tipo de firma química casi imperceptible que conserva el rastro del lugar donde cada cuerpo se originó. Tal y como explicaba Nicolas Dauphas, catedrático de geoquímica y cosmoquímica en la Universidad de Hong Kong, estos materiales no se mezclaron de forma uniforme en los inicios del Sistema Solar, mostrando modelos distintos según cada zona. Esa diversidad es lo que permite reconstruir la procedencia de los meteoritos y los planetas.

Los investigadores han combinado datos del hierro y otros metales con el conocimiento de cómo se comportan estos elementos en los procesos planetarios primitivos. Se sabe, por ejemplo, que gran parte del hierro presente en el interior profundo de la Tierra se habría separado antes del impacto, lo que sugiere que el hierro actual del manto podría proceder en buena medida de Theia.
Este conjunto de pistas, sumado a una serie de simulaciones que determinan qué tipo de composición encajaría con los resultados, ha permitido acercarse a un retrato más completo del objeto que dio origen a la Luna. Lejos de ser una visita inesperada del exterior, Theia habría nacido en la misma franja donde se formaron los planetas rocosos.
Un golpe decisivo para la estabilidad y la vida en la Tierra
El estudio también recuerda que aquel choque titánico no sólo creó nuestro satélite, también ayudó a establecer las condiciones que más tarde permitirían la aparición de vida compleja. Como señaló Dauphas, la presencia de la Luna resultó esencial para mantener estable la inclinación de la Tierra. Sin esa estabilidad, el clima habría sido tan cambiante que difícilmente se habrían dado ciclos aptos para ecosistemas complejos.

La Luna, por tanto, no sería simplemente un vestigio ornamental en el cielo nocturno, sino una pieza determinante en nuestra historia planetaria. Su origen compartido con la Tierra refuerza la idea de que ambos cuerpos quedaron unidos para siempre desde aquel choque primigenio.
Aunque aún quedan preguntas abiertas, este análisis de señales isotópicas abre una ventana privilegiada hacia una época remota que no podemos observar directamente. Con cada nueva medición, la imagen de Theia, ese mundo desaparecido, se vuelve cada vez menos esquiva.
Referencia de la noticia
“The Moon-forming impactor Theia originated from the inner Solar System.” Hopp, Dauphas, Boyet, Jacobson, and Kleine, Science, Nov. 20, 2025.
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