¿Qué pasaría si un agujero negro atravesara tu cuerpo? La teoría de un físico de la Universidad de Vanderbilt
Un estudio reciente revisa un escenario que parece sacado de una película de ciencia ficción, concluyendo que un agujero negro microscópico no provocaría la destrucción total que siempre imaginamos.

Durante años, imaginar un agujero negro atravesando el cuerpo humano condujo a visiones extremas: cuerpos estirados como hilos, desapariciones instantáneas y paisajes de gravedad desatada. Ese imaginario, alimentado por novelas y películas, daba por sentado que un encuentro así sólo podía tener un desenlace fatal. Pero un análisis reciente desmonta buena parte de esa narrativa y coloca el tema en un terreno mucho más extraño y menos cinematográfico.
Es un objeto teórico que habría surgido cuando el universo apenas comenzaba, creado por variaciones extremas en la densidad del cosmos temprano y no por la muerte de una estrella.
Se plantea que podrían abarcar un rango enorme de masas, desde valores minúsculos hasta cifras descomunales, y algunos modelos los han propuesto como posibles candidatos para explicar parte de la materia oscura.
El trabajo, firmado por el físico teórico Robert Scherrer, de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, no parte de un afán por dramatizar, sino de una duda que arrastraba desde su juventud. El investigador decidió convertir esa curiosidad en un cálculo formal.
Sus conclusiones modifican una creencia muy extendida: un agujero negro microscópico, lejos de provocar un desastre orgánico fulminante, generaría un daño relativamente moderado salvo que superara un umbral de masa específico.
Estudios e intereses sobre el agujero negro
Scherrer colocó la pregunta en el contexto de los agujeros negros primordiales, aquellos posibles remanentes del universo más inicial, surgidos de fluctuaciones extremas tras el Big Bang. Son objetos hipotéticos, diminutos y, de existir, extremadamente raros. Su relevancia científica reapareció en los últimos años gracias a la detección de ondas gravitacionales y a las primeras imágenes directas de horizontes de sucesos.
Physicist Robert Scherrer explores what would happen if a tiny primordial black hole, one formed early in the universe, is to pass through the human body.
— Erika (@ExploreCosmos_) November 22, 2025
He uses the thoughtexperiment to place limits on how massive such black holes (which remain a candidate for dark matter) pic.twitter.com/ZXkonVm2LI
El estudio se centró en dos efectos: la onda de choque generada por el paso veloz del objeto y las fuerzas de marea que estiran la materia. La primera resultó ser la responsable de la mayor parte del daño, mucho más que la gravedad extrema que solemos asociar a estos cuerpos. El análisis estableció, además, un límite de masa a partir del cual el impacto sí sería crítico.
La pregunta clave era si un cuerpo humano podría advertir el paso de un objeto así. Y el resultado contradice buena parte de lo imaginado durante décadas: un agujero negro de cien mil millones de toneladas dejaría heridas menores que las provocadas por una bala pequeña. Esa comparación sacude cualquier expectativa previa.
Los mecanismos físicos tras el paso imposible de un agujero negro
Para hacer el cálculo, Scherrer tomó masas comparables a las de los asteroides más pequeños. En esas escalas, el radio del agujero negro es ínfimo, incluso menor que el tamaño de muchas células. El objeto avanzaría a velocidades cercanas a los doscientos kilómetros por segundo, generando una onda de presión interna que se propagaría por los tejidos como un estallido minúsculo pero extremadamente rápido.

Ese efecto balístico domina sobre cualquier otro. La fuerza gravitatoria en estas dimensiones es demasiado débil para competir con las fuerzas que mantienen unidas las moléculas. Para que la gravedad indujera un daño severo, la masa del agujero negro debería ser enorme. El umbral, según el cálculo, ronda los siete billones de toneladas métricas, una cifra colosal que apenas tendría sentido en la escala microscópica planteada.
Por debajo de ese límite, la onde de choque es el único factor relevante. Y según el estudio técnico, el punto en el que podría resultar letal se sitúa alrededor de 1,4 × 10¹⁷ gramos. Incluso así, los autores remarcan que la probabilidad de toparse con un objeto así es tan baja que, en términos prácticos, es inexistente.
Menos letal que una bala pero imposible de encontrar
La rareza del agujero negro juega un papel decisivo. Si tiene una masa superior al umbral calculado, su presencia sería tan escasa que el riesgo para cualquier organismo viviente es básicamente nulo. Las cifras son tajantes: la probabilidad de que una persona sea atravesada por un objeto así es de una vez cada quintillones de años. Es decir, ni la especie humana ni el propio Universo durarán lo suficiente como para registrar un caso.

Aun así, el ejercicio teórico no es irrelevante. La idea inicial, casi humorística, se convirtió en una herramienta para examinar cómo interactúan tejidos y fenómenos cósmicos extremos a escalas diminutas. El resultado desmonta varias suposiciones culturales y muestra que incluso las preguntas más improbables pueden desvelar nuevos límites naturales.
La conclusión es una ironía científica: un fenómeno que siempre asociamos con la destrucción absoluta resulta, en su versión microscópica, menos dañino que un proyectil ligero. El misterio de los agujeros negros no desaparece con este cálculo, pero se vuelve más preciso. Y esa precisión, inesperada y un poco contradictoria, es quizá lo más interesante de todo este asunto.
Referencia de la noticia
Gravitational effects of a small primordial black hole passing through the human body. Robert J. Scherrer, (1Department of Physics and Astronomy, Vanderbilt University Nashville, Tennessee 37235, USA). International Journal of Modern Physics D 0 0:0
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