¿Hay relación entre la propagación del coronavirus y la contaminación?

Tras muchos estudios, los investigadores están comenzando a comprender el proceso que hace que el COVID-19 llegue al cuerpo humano. ¿Acaso la contaminación ayuda a que se desarrolle más rápido?

Coronavirus
La pandemia generada por el COVID-19 ha llevado a la humanidad a una situación que hace más de un siglo no vivía.

Hace años que la Organización Mundial de la Salud viene alertando sobre la relación entre la contaminación del aire y el estado general de salud de la población. Ya en 2019 se suponía que la contaminación era responsable directa o indirectamente de al menos 8,8 millones de muertes en todo el mundo. Solo en Europa ese número rozaría las 800.000 muertes.

Pero ahora, con la pandemia de coronavirus avanzando sobre todo el planeta, las dudas sobre si hay alguna relación con el cambio climático y la contaminación se acentúan. Hoy sabemos que el 92% de la población del planeta vive en sitios donde los niveles de contaminación supera los valores tolerables, según datos de la Organización Meteorológica Mundial. Los países de África, Europa del Este, Asia y Estados Unidos aportan el 95 % de los fallecimiento relacionados con la contaminación.

Singapur encabeza una campaña especial para reducir la contaminación de su país, para mejorar las condiciones del aire. Otras amenazas tiene hoy nuestro planeta. En años recientes, a medida que se descongela el permafrost y el hielo tibetano, se han descubierto virus que se mantenían congelados y que podrían liberarse al mundo. La humanidad nunca se ha enfrentado a ese tipo de amenazas.

La lección que dejará el coronavirus

Más allá de que todo indica que el COVID-19 se originó en animales salvajes y de allí saltó a los humanos, un dato no menor es que ello ocurrió en China, uno de los países más contaminados del mundo. Ese país no controla cientos de mercados que comercian especies salvajes, por lo que la amenaza de nuevos patógenos como el COVID-19 seguirá latente hasta que se tomen cartas en el asunto.

Si bien el enlace entre la contaminación y la facilitación de la propagación de enfermedades como el nuevo coronavirus no la conocemos, reducir los niveles de polución en el aire es una necesidad urgente. Buena parte del planeta vive sumida literalmente con sus narices en un “contenedor”. Las lecciones que queden de esta pandemia deberían ser muchas, y muy profundas. La única forma de luchar contra problemas como el cambio climático, al igual que con las enfermedades, es entre todos unidos.

En el brote del SARS de 2003 se observó que los pacientes que vivían en regiones con niveles moderados de contaminación del aire tenían un 84% más de posibilidades de morir. Con el COVID-19 aún no existe vínculo probado.

Los niveles de concentración de dióxido de carbono siguen aumentando y alcanzan valores récord desde la revolución industrial. Según lo indicado por Meteored México, el país de Georgia encabeza la clasificación de los países con mayor mortalidad asociada a la contaminación ambiental, con 300 muertes por cada 100,000 habitantes. Estos datos fueron relevados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE, por sus siglas en inglés).

Notoria disminución de la contaminación en el norte de Italia

A medida que el norte de Italia se fue paralizando por el bloqueo y la cuarentena de la población, los satélites comenzaron a mostrar cómo los niveles de contaminación iban disminuyendo. El tweet adjunto debajo nos muestra una animación lograda con imágenes del satélite Sentinel-5P del proyecto Copernicus. Allí se puede observar la fluctuación de la concentración de dióxido de nitrógeno, un importante contaminante atmosférico generada por las actividades humanas.

La animación corresponde al período que va desde el 1 de enero hasta el 11 de marzo de 2020. También en menor medida se observa como la contaminación se apaga en la zona de Madrid, sobre todo en los últimos días del período cuando la población también comenzaba a restringir sus movimientos.

La principal actividad generadora de dióxido de nitrógeno es la combustión de los automóviles. Claus Zehner, responsable de la misión Sentinel-5P de Copernicus para la ESA, comentó a la agencia de noticias Sinc que la disminución de las emisiones de dióxido de nitrógeno sobre el valle del Po, en el norte de Italia, "es especialmente llamativa”.