¡Nuevos récords extraordinarios!

A finales de junio de 2018 se daban a conocer dos récords de temperatura extraordinarios: una mínima cercana a los 43 ºC en Omán y otra próxima a los -100 ºC en la Antártida.

Vista de la localidad costera de Quriyat (Omán), en las cercanías de Mascate y a orillas del Golfo de Omán, donde el pasado 26 de junio de 2018 se registró una temperatura mínima de 42,6 ºC.

Todos los días se baten récords meteorológicos en el mundo. No es algo que deba extrañarnos, ya que a medida que van siendo más largas las series de datos de los observatorios, dicha circunstancia es más probable. Hace algunos años, el prestigioso climatólogo Javier Martín Vide formuló matemáticamente esa probabilidad, que es igual a 1-[1-(2/n)]r, donde n es la longitud de la serie (número de años) y r el número de variables.

Lo que sí que debe llamar nuestra atención es cuando la mayoría de los récords son en la misma dirección, que es lo que ocurre en los últimos años en que los récords absolutos de temperaturas altas –tanto máximas como mínimas– se suceden, salpicados con algún registro también extraordinario, pero de signo contrario, algo que encaja bien con el calentamiento global que está en marcha.

A finales del pasado mes de junio fueron noticia dos récords de temperatura extraordinarios de temperatura, que bien merecen unas líneas. Ninguno de ellos tiene, por el momento, el reconocimiento oficial de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), pero ambos han sido registrados con todas las garantías; uno de ellos en una estación meteorológica terrestre y el otro a partir de un análisis fino de una larga serie de datos de satélite. Los lugares de la Tierra donde han tenido lugar ese par de efemérides meteorológicas son muy distintos y distantes: la península Arábiga y la Antártida.

Izquierda: Mapas con las anomalías de temperatura a 850 hPa (mapa superior) y en superficie (mapa inferior) según el GFS para el día 26 de junio de 2018. Derecha: Mapa de localización de la ciudad omaní de Quriyat.

La citada OMM no mantiene un registro oficial de las temperaturas mínimas más altas, y es justamente una de ellas la que saltó a los titulares de prensa hace unos días. La última semana de junio se vivió un episodio de calor extremo que afectó de lleno a la citada península Arábiga y a los vecinos Irán, Egipto y Sudán. Durante varios días seguidos se sucedieron temperaturas máximas cercanas a los 50 ºC en algunas localidades y mínimas nocturnas también extraordinariamente altas.

42,6ºC de temperatura mínima

El 26 de junio, en la ciudad de Quriyat (Omán) la temperatura no bajó en ningún momento de los 42,6 ºC, lo que establece una nueva plusmarca mundial de temperatura mínima más alta. Es difícil de concebir un valor como ese, teniendo en cuenta que no es de máxima, sino ¡de mínima! Durante esa ola de calor, allí, en esa localidad costera omaní próxima a Mascate, la temperatura no bajó de 41,9 ºC durante 51 horas seguidas, desde las 6 UTC del 25 de junio hasta las 9 UTC del día 27, tal y como certifican los datos SYNOP del observatorio local. La temperatura máxima del episodio se alcanzó el día 26 con un valor de 49,8 ºC.

Paralelamente en el tiempo, coincidiendo con la publicación del último número de la revista Geophysical Review Letters, transcendía a la prensa un artículo firmado por el especialista Ted A. Scambos, del Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de los EEUU, y varios colegas, en el que se daban a conocer los resultados de una investigación que ha determinado una temperatura de -98,6 ºC alcanzada el 23 de julio de 2004 en un lugar de la gran meseta de hielo de la Antártida Oriental, cerca del Polo de la Inaccesibilidad. Este valor y varias decenas más de ese mismo orden (~ -98 ºC) medidos en la zona, se han obtenido a partir de una revisión de los datos obtenidos durante años por el satélite polar Landsat 8, lo que certifica por primera vez que hay lugares de la superficie terrestre donde las temperaturas llegan casi a rozar los -100 ºC.

Izquierda: Mapa que muestra la zona de la meseta de la Antártida Oriental donde se han medido temperaturas por debajo de -98 ºC. Crédito: Scambos et al. Derecha: Fotografía de la gran meseta de hielo de la Antártida Oriental. Crédito: Ted Scambos, NSIDC, Universidad de Colorado, Boulder, EEUU.

Esos valores tan extraordinarios no invalidan los -89,2 ºC medidos en la base rusa Vostok el 21 de julio de 1983, que sigue siendo el registro oficial de temperatura más baja medida jamás en la Tierra. A diferencia de la temperatura que se mide en los observatorios terrestres, que ofrece valores de la temperatura del aire a 1,5 m sobre el suelo (altura a la que se sitúan los termómetros dentro de la garita meteorológica), los satélites de observación de la Tierra, como el citado Landsat 8, a través de alguno de sus canales, logran medir la temperatura a ras de suelo, siempre y cuando no haya nubes entre el satélite y la superficie terrestre. No son, por tanto datos comparables, aunque Scambos y sus colegas han estimado que los -98 ºC medidos a través de satélite en esos lugares de la meseta antártica implica un valor equivalente de unos -94 ºC si en esos emplazamientos dispusiéramos de estaciones meteorológicas.

Ya en 2013, el mismo equipo de investigadores había anunciado que habían encontrado temperaturas superficiales de -93 ºC en algunos enclaves situados en la Meseta Antártica. Esa investigación preliminar ha sido ahora revisada con nuevos datos de satélite, lo que ha desvelado la existencia de sitios todavía más fríos. Para que baje tanto la temperatura no solo es necesario que se mantengan los cielos despejados la mayor parte del año y que el aire quede estancado en pequeñas depresiones de aquel terreno helado; también hace falta que el citado aire sea extremadamente seco, ya que la presencia de vapor de agua (un gas de efecto invernadero muy eficaz) retiene parte del calor que escapa de la superficie nevada.