"Las tormentas secas no existen": la desconcertante reflexión de los meteorólogos

Desmontamos el mito de las "tormentas secas": ¿qué son, cuales son los riesgos asociados a estos fenómenos y por qué es incorrecto este término tan extendido en los últimos años?

Las únicas nubes capaces de producir rayos son los cumulonimbos; nubes de gran desarrollo vertical formadas por millones de gotas de agua y cristales de hielo suspendidas a varios kilómetros de altura.

Existen una serie de conceptos ampliamente utilizados en la jerga meteorológica que están siendo desmentidos en los últimos años por su imprecisión terminológica. Es el caso de las tormentas de verano o las mal llamadas " tormentas de calor". En este foco ponemos el el término "tormentas secas", que incluso ha sido utilizado en previsiones escritas oficiales de la AEMET en alguna ocasión. ¿Es correcto el uso de este término? ¿Cuál podría ser el término más adecuado para sustituirlo?

¿Qué son las tormentas secas y por qué este término NO es correcto?

Se conoce como tormenta seca, la presencia de un cumulonimbo que produce al menos una descarga eléctrica, pero lleva asociada poca precipitación a nivel del suelo. Estos fenómenos suelen ser habituales en zonas áridas, semiáridas y templadas en verano, como el interior peninsular, en situaciones de escasa humedad ambiental. En el Mediterráneo van ligadas a entradas de aire sahariano, con polvo en suspensión y vientos fuertes del suroeste en niveles altos de la troposfera. Estos episodios van a menudo acompañados de rissagas, rápidas variaciones del nivel del mar debido a factores meteorológicos.

El término adecuado en estos casos sería "tormenta con precipitación escasa" ya que, desde el punto de vista físico, ninguna tormenta está "seca". Las únicas nubes capaces de producir rayos son los cumulonimbos; nubes de gran desarrollo vertical formadas por millones de gotas de agua y cristales de hielo suspendidas a varios kilómetros de altura. Cuando alcanzan la fase de madurez, las corrientes ascendentes ya no pueden sostener la precipitación por más tiempo y los hidrometeoros caen hacia la superficie.

En algunos casos, la presencia de un estrato de aire seco puede producir la evaporación de la lluvia y el granizo por debajo de la nube de tormenta. Si la base de la nube está muy alta (nivel de condensación elevado), la evaporación se intensifica, porque la precipitación tiene que recorrer mayor distancia. En estos casos se forman virgas y solo llegan algunas gotas al suelo, o ni eso. Es importante recalcar, que incluso en el caso poco probable de que no llegara nada de precipitación al suelo, la tormenta no está seca, porque a mayor altura siempre está precipitando.

Las tormentas con precipitación escasa suelen dar una señal de reflectividad débil en el radar, haciéndolas más difíciles de esquivar por los pilotos. Aun así, existen otros productos que pueden ayudar a identificarlas, como los mapas de rayos nube-nube, nube-tierra y las imágenes de satélite en el canal infrarrojo.

Riesgos de las tormentas con poca precipitación

Aunque el riesgo de inundaciones queda descartado en esta clase de tormentas, existen otros peligros asociados a su ocurrencia:

  • Incendios: la escasez de humedad del suelo, humedad atmosférica y precipitación generan un entorno de riesgo extremo para incendios. Los rayos pueden prender fuego fácilmente si son nube-tierra.
  • Reventones secos: La evaporación de hidrometeoros en la base de la nube puede generar intensas corrientes descendentes, que al llegar a la superficie desembocan en rachas de viento muy fuertes. Es habitual superar los 70 u 80 km/h en estas situaciones, llegando a los 120 km/h en casos extremos. Las rachas de viento representan un peligro extremo para la aviación, especialmente en las operaciones de despegue aterrizaje.