Una obra maestra de ingeniería: el puente sumergible de 7.845 metros que une Suecia con Dinamarca

Una estructura que arranca como túnel submarino y emerge como puente: así es el Øresund, que conecta dos países y parece salido de una película de ciencia ficción.

Puente Øresund
El puente Øresund emerge del mar conectando Dinamarca y Suecia en una asombrosa fusión de túnel y estructura aérea.

Viajar por carretera de la Copenhague, la capital de Dinamarca, a la ciudad de Malmö, en Suecia, no es un trayecto cualquiera. Se trata de cruzar una de las infraestructuras más impresionantes de Europa, una mezcla entre túnel y puente que rompe esquemas. Este paso fronterizo no se limita a unir dos ciudades, también son dos formas de ingeniería.

Lo que empieza siendo un trayecto subterráneo termina al aire libre, flotando sobre el mar Báltico. Se trata del puente Øresund, una experiencia que va más allá del transporte: se convierte en una especie de viaje sensorial por una de las construcciones más innovadoras de las últimas décadas.

Øresund, el puente que se sumerge y reaparece

Lo que hace tan especial al puente Øresund no es solamente su tamaño ni su función, sino la forma en la que está diseñado. Desde la costa danesa, el trayecto comienza bajo el nivel del mar a través de un túnel que recorre más de cuatro kilómetros. Este túnel emerge en una isla artificial construida especialmente para la obra.

Allí, el asfalto se eleva y da paso a un espectacular puente que se extiende hacia Suecia. En total, son 7.845 metros de estructura elevada que se sostienen por un sistema de cables y pilares de altísima resistencia. Y no se limita a ser un camino para coches, ya que por sus entrañas también pasan trenes.

La combinación de túnel, isla y puente no fue aleatoria. Un puente completo habría complicado la navegación marítima, y un túnel entero habría encarecido mucho el proyecto. La solución fue una mezcla que hoy asombra a toco el mundo. Además, el diseño permite que la estructura se adapte a diferentes condiciones meteorológicas. En lugar de enfrentarse a las limitaciones, los ingenieros aprovecharon los desafíos para crear algo realmente único.

Peberholm: la isla que no aparece en los mapas turísticos

La parte intermedia de esta estructura híbrida es quizás la más curiosa. Hablamos de Peberholm, una isla artificial que no está pensada para turistas, sino para la ciencia. Su nombre significa “isla de pimienta”, y se sitúa justo después del túnel y antes del tramo aéreo.

El puente Øresund
Vista panorámica del puente Øresund, donde la ingeniería transforma el paisaje al unir Copenhague y Malmö con un paso que comienza bajo el mar.

Con una extensión de 4,5 kilómetros, Peberholm se ha convertido en un pequeño laboratorio natural. Aunque no vive nadie allí, los biólogos la visitan frecuentemente para estudiar cómo la fauna y la flora colonizan terrenos creados por el ser humano.

Peberholm es una isla artificial que no está pensada para turistas, sino para la ciencia. Su nombre significa “isla de pimienta”, y se sitúa justo después del túnel y antes del tramo aéreo.

Hasta ahora, se han documentado más de 500 especies vegetales y una veintena de aves. Sin haberlo previsto del todo, la ingeniería ha regalado un nuevo ecosistema a esta zona de Europa. Este tramo también actúa como zona de transición para vehículos y trenes, sirviendo de nexo entre el mundo submarino y la imponente estructura aérea.

Los datos técnicos que impresionan del puente Øresund

Más allá de su estética y funcionalidad, las cifras detrás del puente Øresund son verdaderamente impresionantes. El puente por sí solo pesa más de 80.000 toneladas. Su tramo atirantado tiene uno de los vanos más largos de su tipo en el mundo: 490 metros sostenidos por cables que resisten el viento y las vibraciones con tecnología de última generación.

La altura de su pilar central supera los 200 metros, y no es una exageración decir que se trata de una de las obras más ambiciosas jamás construidas en el norte de Europa. Y todo esto se levantó en apenas cinco años, desde 1995 hasta su apertura oficial en julio del 2000.

La obra tuvo un coste de aproximadamente 1.500 millones de dólares, y el resultado es un acceso directo entre dos ciudades que, antes, requerían largos rodeos por ferry o un viaje en avión. Además, su diseño mixto lo convierte en el puente más largo de Europa para vehículos y ferrocarriles al mismo tiempo. Un dato que, por sí solo, ya lo sitúa en los rankings de la ingeniería mundial.

De la pantalla a la realidad: un símbolo cultural

El puente Øresund, además de por su estructura, también es famoso por otro motivo. Y es que ha sido el escenario de una de las series de televisión más emblemáticas del género nórdico: Bron, conocida como "The Bridge" o "El Puente" en España.

La combinación de puente, isla artificial y túnel no fue una decisión aleatoria. Se optó por este diseño para evitar conflictos con las rutas aéreas del aeropuerto de Copenhague y minimizar la huella ecológica en el entorno.

Esta producción sueco-danesa utilizó la conexión entre ambos países como metáfora para las relaciones entre culturas, lenguas y formas de pensar distintas. La historia de detectives de ambos lados del estrecho captó la atención internacional, y convirtió al puente en algo más que una obra de infraestructura: lo transformó en un ícono cultural.

Gracias a la serie, muchas personas alrededor del mundo conocieron la existencia de esta maravilla técnica. Actualmente, no son pocas las personas que deciden cruzarlo sólo por vivir en primera persona lo que vieron en pantalla.

Más que una conexión, una experiencia

El Øresund representa mucho más que la unión física entre Dinamarca y Suecia. Es un símbolo de cooperación, innovación y respeto por el entorno. Además de facilitar el comercio y la movilidad, también ha redefinido cómo pueden convivir la ingeniería moderna y la naturaleza.

Ya sea para trabajar, hacer turismo o simplemente disfrutar del paisaje, cruzar esta obra única es algo que muchos describen como inolvidable. Un tramo de apenas 16 kilómetros que concentra historia, técnica, ecología y cultura. Así, entre el rumor del mar y el rugido del tren, el puente Øresund sigue funcionando cada día como un testimonio de lo que puede lograrse cuando se apuesta por lo extraordinario.