La sorprendente historia de uno de los puentes más bonitos de España: su diseño provocó dudas tras su reconstrucción

Una obra icónica en Ronda, Málaga, tuvo que levantarse por segunda vez tras un desastre fatal. Su espectacularidad es indiscutible, pero su historia está marcada por sombras y dudas entre los arquitectos.

Puente Nuevo de Ronda, en Málaga
Lo que hoy se conoce como Puente Nuevo realmente no fue el primer intento. A mediados del siglo XVIII, se erigió en ese mismo punto una estructura diseñada para unir las dos orillas del Tajo de Ronda.

En lo alto de la garganta de Ronda, en Málaga, donde la piedra y el aire se funden a casi 100 metros sobre el suelo, se alza un puente que parece desafiar al abismo. Es, sin duda, el símbolo más potente de esta ciudad andaluza con siglos de historia. Pero pocos conocen que, antes de que se completara el actual Puente Nuevo, hubo otro con el mismo propósito que tuvo un trágico final.

El mirador junto al Puente Nuevo de Ronda es conocido como «el Balcón del Coño», un nombre que captura en una sola palabra el vértigo y la sorpresa que se siente al asomarse

Este rincón de Andalucía, conocido por su arquitectura morisca y por su paisaje de película, guarda entre sus calles empedradas una historia que mezcla errores humanos, prisas constructivas y una belleza que, pese a todo, no se discute.

Una tragedia olvidada bajo el Puente Nuevo de Ronda

Lo que hoy se conoce como Puente Nuevo realmente no fue el primer intento. A mediados del siglo XVIII, se erigió en ese mismo punto una estructura diseñada para unir las dos orillas del Tajo de Ronda. Apenas seis años después de su inauguración, el puente colapsó de forma estrepitosa. Cincuenta personas murieron en el acto, sepultadas por toneladas de roca que cayeron al fondo del desfiladero. Fue un desastre sin precedentes en la zona.

De aquel primer puente no quedan imágenes, ni planos detallados. Se sabe que tenía un solo arco de gran luz, y que su ejecución fue, según las crónicas, tan rápida como imprudente. Sin estudios geológicos adecuados, sin controles técnicos como los de hoy y bajo un gran presión para tenerlo listo, el resultado fue fatal. El derrumbe ocurrió justo antes de una feria local, convirtiendo una celebración en duelo colectivo.

Este episodio no figura en los folletos turísticos. Pero fue el detonante de un segundo proyecto, mucho más ambicioso y prolongado en el tiempo. Una forma de enmendar el error, con otro diseño, otra lógica y mucha más piedra.

El segundo Puente de Ronda no entusiasma a los expertos

Diez años después del accidente, las autoridades locales retomaron el reto. Esta vez, la dirección recayó en el arquitecto José Martín de Aldehuela, quien optó por una propuesta completamente distinta. La obra duró más de cuarenta años. No hubo prisas, y eso fue fundamental.

Para construir el puente definitivo se utilizaron bloques extraídos del propio fondo del Tajo, logrando una integración visual total con el entorno. El resultado: una estructura de casi 100 metros de altura, con tres niveles visibles, una gran cámara interior y una estética que ha enamorado a generaciones. Hoy se presenta como una joya arquitectónica del siglo XVIII.

Sin embargo, no todos los expertos coinciden en alabar su diseño. Algunos ingenieros apuntan a un exceso de material y a un coste desmesurado para su época. Desde la óptica actual, se considera que la solidez fue tal vez excesiva. Pero claro, después de un colapso trágico, el margen de error era cero. Y eso se nota en cada piedra colocada.

Un puente entre turistas y dudas

Hoy en día, el Puente Nuevo es parada obligatoria en cualquier visita a Ronda. Las vistas desde los miradores cercanos son de postal: el río Guadalevín, las casas colgantes o el cañón que corta la ciudad en dos. Pero más allá de las fotos, este monumento es una cápsula del tiempo.

Desde la Plaza de España o la calle Ernest Hemingway se aprecian sus dimensiones imponentes. Lo cruzan cada día cientos de personas sin saber que están pisando una obra que estuvo a punto de no existir. O que fue, literalmente, una segunda oportunidad.

Pero, además del puente, Ronda tiene mucho que ofrecer. El desfiladero del Tajo, por ejemplo, recibió más de 150.000 visitantes en su primer año abierto al público, con rutas que serpentean por la naturaleza malagueña. También está la icónica Plaza de Toros, pionera en la tauromaquia moderna, y los baños árabes, que aún conservan su sistema original de calefacción por hipocausto.

Hoy en día, Ronda se presenta como un destino donde la historia no sólo se ve, se camina. Incluso sobre los errores. Porque el Puente Nuevo es hermoso, sí. Pero también imperfecto. Y eso lo hace aún más humano.