La habitación más silenciosa del mundo: “ningún ser humano logra aguantar más que unos minutos en ella”

Existe un lugar sin ningún sonido, tan tranquilo que te hace perder la noción del cuerpo: nadie ha logrado quedarse ahí dentro más de una hora. ¿Te atreverías a entrar?

Cámara anecoica de Microsoft
La cámara anecoica de Microsoft fue diseñada para dejar fuera todo tipo de ruido, tanto el externo como el que se genera dentro. Imagen: Red Social X

En un rincón de Redmond, Estados Unidos, existe una habitación donde el silencio no sólo se escucha, también se siente. Es un espacio tan sobrecogedor que incluso quienes se consideran valientes prefieren no pasar mucho tiempo en su interior. Lo construyó Microsoft hace una década, y desde entonces ha sido escenario de pruebas, curiosidad y muchas retiradas apresuradas.

Una cámara anecoica, también conocida como cámara sin eco, es una sala diseñada para absorber completamente las reflexiones de las ondas acústicas y electromagnéticas, eliminando así cualquier eco o reverberación.

La cámara anecoica de Microsoft fue diseñada para dejar fuera todo tipo de ruido, tanto el externo como el que se genera dentro. Parece una paradoja, pero ese nivel de silencio es lo que la hace tan difícil de soportar. Una vez cruzas la puerta, no oyes nada del mundo exterior, pero empiezas a escuchar lo que pasa dentro de ti.

El proyecto secreto que desafía al oído humano

El objetivo inicial no era asustar a nadie, sólo crear un entorno completamente neutro para probar dispositivos electrónicos. Lo que acabaron logrando fue algo más parecido a una experiencia sensorial extrema. La empresa Microsoft necesitaba saber qué sonidos producían sus productos en condiciones de cero interferencias. Pero nadie anticipó que ese nivel de quietud sería tan perturbador.

Para construir esta cámara anecoica se emplearon varias capas de acero y hormigón, suspendidas sobre una base flexible que aísla cualquier vibración. El interior, por su parte, está recubierto por paneles en forma de cuña hechos de fibra que disipan las ondas antes de que puedan rebotar. El resultado: ningún eco, ningún rebote, nada.

Al tratarse de un entorno donde no hay ruido ambiente, lo poco que uno emite, como la respiración o el parpadeo, se vuelve ensordecedor. Lo curioso es que eso mismo convierte esta sala en una herramienta fundamental para ingenieros de sonido y desarrolladores tecnológicos. Allí se pueden afinar hasta los clics más sutiles de un ratón o el susurro de un altavoz.

¿Qué se siente al estar dentro de una cámara así?

Entrar a este lugar no es como apagar el volumen. Es como silenciar el mundo y amplificar el cuerpo. Al estar privado de estímulos externos, el cerebro se enfoca en lo interno: el pulso, los intestinos, el chasquido de las articulaciones. Al cabo de un rato, es difícil mantener el equilibrio o incluso saber si uno está de pie o sentado.

Algunas personas describen una sensación de presión en los oídos, como si estuvieran a gran altitud. Otras experimentan zumbidos o pitidos sin origen aparente. La mente, acostumbrada a recibir información constante del entorno, empieza a generar sensaciones para llenar ese vacío.

No hay efectos permanentes ni consecuencias médicas, pero sí incomodidad. De hecho, hasta ahora, nadie ha podido permanecer en la cámara durante una hora completa. El récord de permanencia en la cámara de Microsoft ronda los 55 minutos y pertenece a alguien con entrenamiento previo y alta tolerancia psicológica. La mayoría se rinde mucho antes.

Más allá de Microsoft: la carrera por el silencio absoluto

Aunque la sala de Redmond es famosa por haber marcado un récord Guinness, no es la única que compite por ser la más silenciosa. En Minneapolis, un laboratorio especializado afirma haber creado un espacio aún más silencioso, alcanzando niveles de -24,9 decibelios. Este dato todavía está bajo revisión oficial.

El nivel de sonido que puede percibir el oído humano empieza en torno a los 0 dB. Cualquier cifra negativa indica un entorno más silencioso que ese umbral. En comparación, una oficina tranquila ronda los 40 dB, una conversación está sobre los 60 dB y un concierto de rock puede superar los 100 dB.

Aun así, no se trata sólo de competir por números. Estas cámaras tienen aplicaciones prácticas en medicina, aeroespacial, automoción y telecomunicaciones. Sirven para diseñar productos menos ruidosos, probar sensores de precisión o evaluar cómo reaccionan las personas al aislamiento acústico extremo.

Cuando el silencio se convierte en protagonista

Este tipo de espacios nos recuerdan que el silencio absoluto no es natural para los humanos. Nuestro cuerpo está diseñado para vivir rodeado de estímulos. Quitar todos ellos puede ser tan perturbador como un ruido ensordecedor. Y aunque la cámara de Microsoft no pretende ser una atracción, sí se ha convertido en una referencia para entender los límites del oído y la mente.

Además, plantea preguntas interesantes sobre nuestra relación con el sonido. ¿Qué pasaría si viviéramos en un entorno así todos los días? ¿Podríamos adaptarnos? ¿O el silencio, en lugar de darnos paz, se convertiría en una nueva forma de estrés?

En un mundo cada vez más ruidoso, este experimento demuestra que también hay un umbral para la tranquilidad. Cuando el silencio es tan intenso que uno empieza a oírse por dentro, lo que parece paz se transforma en todo un desafío.